Hace unos días, la mayoría de la corporación municipal ovetense, que tan contraria se había mostrado a retirar del callejero los homenajes al franquismo para evitar trastornos a los vecinos, acordó utilizar como pretexto la ley de memoria histórica para cambiar el nombre de 13 calles dedicadas a personas intachables. También se lo quitó a la calle del Progreso, algo que puede considerarse paradigmático.
Lo grave de la decisión no reside en los nuevos nombres de las vías afectadas, sino en el insulto gratuito a los injusta e innecesariamente despojados. Si es un agravio retirar un homenaje, se llega a la infamia cuando el concejal que ha tenido el protagonismo en la defensa pública del desatino, un tal Arias, afirma que esos personajes no están «a la altura de Oviedo y España». Estúpida es la referencia a España, porque Federico García Lorca, Concepción Arenal, Flora Tristán, Charles Darwin o Gloria Fuertes tienen calles dedicadas en numerosas ciudades de nuestro país, incluso gobernadas actualmente o en el pasado inmediato por el Partido Popular, y Alfonso Camín en varias poblaciones asturianas; la que hizo a Oviedo solo puede avergonzar a los ovetenses, supondría que es esta ciudad la que no se merece lucir esos nombres en su callejero. Algunas de esas personalidades también poseen calles en las principales capitales europeas, cabe recordarlo, aunque el concejal no haya mencionado al continente.
Hay casos, como el de doña Concepción Arenal, que sorprenden especialmente porque se trata de una figura benemérita que bien puede considerarse transversal y solo debería encontrar rechazo en algún borrico ultramontano. No soy un sádico, no voy a aconsejar a los concejales de la mayoría y a su alcalde que sufran leyendo algún libro, basta con que busquen en Internet la biografía de Concepción Arenal, que puede consultarse en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, redactada por la profesora María Ángeles Ayala Aracil; si esa les parece demasiado larga y de letra apretada, pueden acudir a la Wikipedia, tampoco está mal. Si lo hacen, verán que vivió en el siglo XIX, que, en consecuencia, no participó en la revolución de 1934 ni en la Segunda República y que, por contra, era profundamente católica y fundó las Conferencias de San Vicente de Paúl en Potes. No menciono esto porque sea lo más destacado de su biografía, sino para que lector que desconozca al personaje perciba el alcance de la estulticia de la derecha municipal ovetense. Fue también periodista de ideas liberales, era una católica avanzada para su época, algo que debería apreciar ese partido, sedicente liberal, que cogobierna en la capital del principado. Hasta vivió un tiempo en Oviedo y escribió aquí, en 1858, el poema ¡Dios y la Libertad! En cualquier caso, por lo que pasó a la historia fue por su obra literaria y jurídica, por la defensa de los derechos y la dignidad de las mujeres, por su labor para mejorar las condiciones de los presos en las cárceles, por su lucha contra la esclavitud. Nació en 1820, acaba de cumplirse el segundo centenario, recibe por ello homenajes académicos, políticos y periodísticos, la Biblioteca Nacional organizó una exposición sobre ella, Oviedo la cubre de oprobio.
Me dolió personalmente que otra de las mujeres damnificadas fuese Sara Suárez Solís, ovetense, profesora y escritora. Me dio clase en el Instituto Jovellanos de Gijón, donde era catedrática de Literatura, en los últimos años de la dictadura, la recuerdo con el cariño que despierta una buena profesora y por su espíritu auténticamente liberal, algo que debe seguir siendo pecado en Oviedo, que, como el de su amigo Francisco Vizoso y otros buenos profesores, contribuyó a formarnos en una época todavía oscura. Como en el caso de Concepción Arenal, solo cabe preguntarse ¿por qué la humillan? ¿Por ser mujer? ¿Por defender la igualdad de las mujeres? ¿Por ser una mujer culta e inteligente? Da la impresión de que, más que machista, esta mayoría municipal es misógina. La ciudad posee una plaza de los Maestros, la corporación anterior había dedicado una calle a las Maestras de la República, la han cambiado por «Maestros Nacionales». Es posible que el término república les provoque a este acalde y estos concejales una grave alergia que amenace su salud, pero ¿por qué no dejaron simplemente «calle de las Maestras»?
No es necesario que me extienda sobre las 13 calles ni posible en un artículo de estas características, no sé si en algunos casos, como García Lorca, Darwin o Camín, habrán considerado un motivo para quitársela que no fuesen ovetenses, pero tampoco lo eran Cervantes o Jovellanos, ni Leopoldo Calvo Sotelo. Un daño añadido es el que esta mayoría municipal ha causado a personas, como Carlos López Otín o Luis Fernández Vega, que no lo merecían. Cultos y de mentalidad abierta, se sentirán, sin duda, avergonzados por haber servido de subterfugio para humillar la memoria de Concepción Arenal y Charles Darwin, no sería extraño que rechazasen un honor que esta corporación ha convertido en dudoso.
La oposición ha atribuido el dislate a un acto de revanchismo político, eso podría ser cierto en el caso de Indalecio Prieto, pero, en conjunto, solo veo ignorancia, estupidez y misoginia. Oviedo no se merece a estos regidores, espero que se lo haga saber en las próximas elecciones.
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