Hay algo indudable en este San Mateo: que es el del reencuentro. Oviedo vuelve a sus fiestas, vuelve a conquistar la calle y vuelve a su gente. Este año uno se encuentra con gente que no veía desde hace años, desde hace tanto que casi parece gente nueva. Este 21, aunque pasado por agua, fue uno de esos días tan grandes que no se acaban nunca. Daba gusto pasear por el Campo San Francisco y ver a las familias, a los amigos, tanta gente que era imposible encontrar una mesa. Pero esta es la tónica de estas fiestas, no hay mesa ni pegándose. Por una vez al año vuelven los jueves, vuelve este jueves, esos jueves que ya no existen pero en los que la muchachada se adueñaba de las calles, la noche y la felicidad.
No sé si Oviedo está resurgiendo, que ojalá, pero es una pasada ver a la ciudad así. Por el Santran se dejaron ver los políticos, de todas las clases y tipos, que por eso San Mateo, aunque algunos lo quieren patrimonializar, es de todos. A los que mandan les gusta la caseta del AY CARMELA, y no me extraña, porque es ahí donde se mueven las cosas de la ciudad. Este jueves con sabor a cancaneo queda en medio de nada, que es lo peor, porque está cerca de todo. No esperen nada, queda poco y se acaba, luego todo son quejas.