El sabor de la infancia se cultiva en Colloto: Alba Ortiz apuesta por la plantación de moras en Asturias

Manuel Noval Moro
Manuel Noval Moro REDACCIÓN

OVIEDO

Alba Ortiz, en su puesto de moras
Alba Ortiz, en su puesto de moras

Alba Ortiz dejó su trabajo en el Aeropuerto de Asturias para poner en marcha una plantación de moras que no deja de cosechar adeptos

08 dic 2025 . Actualizado a las 13:44 h.

A finales de la década pasada, Alba Ortiz tenía un trabajo en el Aeropuerto de Asturias que le gustaba mucho pero le robaba mucho tiempo. Entonces, nació su primer hijo y se planteó dar un giro a su vida. Tenía claro que si daba el paso sería para dedicarse a una actividad del campo. «No soy urbanita, mis abuelos son de Tineo y tenían una ganadería; yo tenía claro que no quería eso porque es no tener vida; necesitaba algo que fuese más o menos manejable, para poder trabajar yo sola, para poder tener un poco de vida». Después de darle muchas vueltas, decidió que plantaría frutos rojos, y por entonces, aunque había demanda de otros como la frambuesa —ella y su hijo eran grandes consumidores— o el arándano, se dio cuenta de que el que más posibilidades le ofrecía era la mora. Apenas había plantaciones de este fruto en Asturias, y dio el paso.

Compró las plantas, asesorada por el Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (SERIDA), que le propuso la variedad ark. Es un tipo de mora que de forma natural no se da en Asturias, pero que se acomoda muy bien al clima y que es resistente y con frutos muy grandes. Fue así como nació su plantación en Colloto (Siero) donde actualmente tiene unas 700 plantas y, en los años de buena cosecha, produce en torno a 2.500 kilogramos.

Su plantación tiene dos cosechas al año. Ese es uno de sus valores, no solo porque la producción es buena sino también de cara al consumidor. Es mora ecológica, y parte de la cosecha la vende como producto de kilómetro cero. Entonces, durante buena parte del año, cualquiera puede tener moras frescas en su casa con solo llamarla. «Voy directamente a casa, con un kilo de mora recogida esa misma mañana, consigo un producto fresco que se vende directamente al cliente», explica. Cada semana publica en redes, con su marca 3.000 raíces, los días de reparto, y cada vez más gente le solicita las moras.

Con este fruto pasa algo curioso. Mucha gente que hace años solía comer moras directamente de las zarzas de los caminos no valora comprarlas a una productora, quizá porque su idea es que las tiene disponibles gratis con salir al campo. Lo cierto es que, por desgracia, cada vez hay menos moras por los caminos, y las que hay están en unas condiciones no demasiado apetitosas. Alba Ortiz ha sido testigo en muchísimas ocasiones, cuando lleva sus moras a ferias y mercados, de lo mucho que se sorprende la gente con ellas. Porque tienen el sabor de siempre pero multiplicado varias veces: «Cuando meten una en la boca, siempre me dicen lo buenas que son; al principio, la gente es un poco más receptiva hasta que la prueba, entonces ya se me quedan de clientes», asegura. Gracias a su calidad y a que las moras saben como las que, quien más y quien menos, todo el mundo probó en su infancia, la aceptación esta yendo al alza. «Quiero pensar que la gente va cada vez aficionándose a comprar producto real».

Moras de Alba Ortiz
Moras de Alba Ortiz

Y aunque el trabajo permite respiros por temporadas, no deja de ser intenso. Por lo pronto, tiene que hacer dos podas al año. La primera en el tiempo que va entre las dos cosechas principales: la de junio y julio y la de septiembre y octubre. Entremedias, toca podar. La siguiente poda se lleva a cabo en invierno, donde se seleccionan las ramas más fuertes, que tienen más vigor, y se limpian las plantas que tienen exceso de cañas para que respiren mejor.

Pero la época de más trabajo es la de cosecha, porque es cuando toca recoger pero también distribuir y llevar las moras a los hogares. Y después está la incertidumbre del clima. «Estás mirando al cielo todo el día». Su plantación de zarzamora no tiene cubierta, y aunque son plantas resistentes y no tiene problema con el agua, porque tiene un riego por goteo, siempre tiene la incertidumbre de la temperatura, que en los últimos tiempos es tan variable. Por ejemplo, «el año pasado no hubo verano, y este año, varias se me achicharraron, estuve dos o tres semanas tirando fruta porque estaba cocida; es un riesgo que sabes que está ahí, y cada vez es más complicado porque ya no existen las estaciones como las conocimos cuando niños».

Las zarzamoras tienen una floración muy vistosa, y también son muy buenas de ver cuando dan sus frutos. Alba Ortiz se está planteando, para cuando tenga algo más de tiempo, organizar visitas a su plantación. Durante la floración, para que la gente disfrute de la imagen de las plantas, que están dispuestas en arcos, y durante la cosecha, para que puedan recoger directamente el fruto de la planta y llevarse las moras recogidas con sus propias manos. Un viaje a los sabores de la infancia que, seguramente, mucha gente querrá emprender.