Gaspar Llamazares: densidad intelectual

Alejandro Suárez OVIEDO

LA VOZ DE OVIEDO

TOMÁS MUGUETA

22 may 2023 . Actualizado a las 14:23 h.

Conocí a Gaspar en la adolescencia, cuando la Secretaría General del partido estaba rodeada de un aura de misterio y sacralidad. Las personas que llegaban allí pertenecían a otro mundo inaccesible y parecían de otra pasta. Quizás recuperar algo de eso sería bueno para unas estructuras políticas, muchas de ellas, sumidas hoy en tal desconcierto que las lleva a una política infantilizada y adolescente, carente de densidad y, por tanto, tan simplistas que son estériles para el cambio.

Gaspar es lo contrario al simplismo. Es orden y densidad intelectual. No puedo decir mucho de su vida privada aunque fruto de mi relación con él, durante casi una década, he ido atisbando algo. Protege su espacio personal con un hermetismo amable y natural. De retazos de conversaciones, y deduciendo a partir de su actividad diaria, he sabido que fue un alumno muy aplicado, aunque encontró tiempo para la militancia estudiantil. Sigue amando el estudio. De ahí surge el orden.

Vivió su infancia en Salinas, como yo, por eso puedo decir que el contraste entre el entorno social de Salinas y las vivencias de política en el resto de Asturias construye una especial aleación política, por cierto muy adecuada para hacer política en Oviedo y entender esta milenaria ciudad. Por eso, Gaspar encaja en Oviedo de forma tan natural.

Un Oviedo que recorre a pie desde hace años, por salud física y mental. Gaspar piensa caminando durante largos paseos. Caminando se van forjando conceptos, nos enseña la filosofía aristotélica. No es mala receta hoy que la política ha devenido en pura acción instantánea y efímera.

Era previsible que se enamorara de la política local. Se acercó a ella con cierta desconfianza, fruto de la humildad, sobre su capacidad para hacerse a ella, pero en pocas semanas, cuando los conceptos que fue adquiriendo, fruto de lecturas y conversaciones con gente que sabe y piensa, se engarzaron en su mente con los conceptos teóricos y prácticos de la política general que tanto ha vivido, Gaspar descubrió no sólo una actividad política noble, como es la defensa de tu concejo, sino un nuevo horizonte intelectual. Y por ahí quedó enganchado.

Como yo añoro los políticos de ayer que salían en La Clave de Balbín y toda aquella atmósfera, creo que entiendo cómo se produce la decisión de Gaspar de involucrarse en la política local ovetense. Hace política desde la teoría. Quiere que, desde un fuerte armazón conceptual, la acción esté siempre precedida de pensamiento.

Entiende que no se puede caminar sin un mapa de ideas que responda al por qué de cada acción y la inserte en un marco dotado de un fin general. La política local es la mejora de la calidad de vida cotidiana de la gente: su autobús, su atención primaria, sus calles, la distribución de agua pública, la industria local, ahí reside la fortaleza de la idea de democracia. El concepto de democracia, además de residir en el mundo de las ideas, un mundo cuya existencia seduce «platónicamente» a Gaspar, tiene que plasmarse en la vida real. Por eso puedo afirmar que nunca se desenganchará de la política local. Le ofrece un reto también intelectual. Cierto que primero observó la política local como la posibilidad de dotar de encarnadura a una nueva izquierda que trae el proyecto de Yolanda Díaz, pero pronto hubo más: un ayuntamiento eficaz hace que la ciudadanía confíe en el valor de la política y de la izquierda. Sin un entorno municipal políticamente sano toda la arquitectura política general se debilita por su base y el edificio democrático padece aluminosis. Seguro que su próximo libro irá de algo parecido. Escribe de forma compulsiva libros y artículos queriendo atrapar el pensamiento para analizarlo, para mejorarlo, para discutirlo, para dotar sus opiniones de fundamento teórico.

Necesitamos políticos que se construyan mediante los libros, desde la novela negra a la historia de Egipto, por mencionar dos de sus lecturas que me llamaron mucho la atención. Necesitamos políticos densos que sean el antídoto de la insoportable levedad del ser en el que estamos instalados. Gaspar tiene una ventaja sobre mucha gente, sabe detener la tiranía de la aceleración constante del tiempo político actual para poder elaborar ideas que luego toman tierra mediante la acción política.

Un apunte final, me encanta como habla de su mujer y su hija a las personas a las que no nos cuenta mucho sobre su esfera íntima. Se atisba que su orden vital y político están sostenidos sobre esa base y no en otra parte. Sería bueno para Oviedo elegir un poco del mundo de ayer para combatir la vacuidad actual, repleta de ruido.

Alejandro Suárez es compañero de partido en IU Oviedo