Lo que Ramos dejó de Salah

José Luis Losa

RUSIA 2018

DYLAN MARTINEZ | Reuters

20 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Debutaban Colombia y Senegal, dos de los equipos que más apetecía ver en este Mundial. Colombia me despierta una fascinación indeleble desde el 0-5 a Argentina en el Monumental de Buenos Aires, en fase de clasificación para el Mundial de Estados Unidos. Han pasado 25 años y la memoria debe engañarme, porque aquella madrugada lo que vi no fue fútbol, sino una hechicería bellísima e inverosímil. Aquella Colombia que navegaba sobre el césped como Maqroll el Gaviero, la de Asprilla, Rincón, Valencia y Valderrama, acabó ?ya lo saben? engullida por los años de plomo del narco. El signo de los tiempos: a los dos Sánchez que regalaron ayer el partido a Japón en el minuto 3 les ha salvado la vida no formar parte de la Colombia donde meter un gol en propia puerta no solo te dejaba fuera del Mundial. Te costaba que te diesen fierro y te despachasen fiambre al volver a Medellín. Lo que va de los dos Sánchez al imprescindible documental. Los dos Escobar.

Creo que, aún con eso, Colombia pasará. Tiene ahora un partido a cara o cruz con una torpe Polonia de herrumbrosas lanzas. Era previsible que Senegal diese cuenta de los polacos. Contaba con la fortuna de Changó encarnada en el sincretismo de esos aficionados en la grada, las caras con pinturas de guerra mau-mau: ese poder de los dioses le sirvió en bandeja a Senegal los dos goles ofrendados con generosidad inaudita por la ceniza caballería polaca, con ese Lewandowski que nunca comparece cuando se le necesita: un Sleepy Holllow que no corta ni la cabeza de una aceituna. La antítesis de Harry Kane.

Rusia continúa jugando su Mundial paralelo. Le han alfombrado el camino para que goleen a los parias. Egipto abrió sola la lata y se la regalo a los rusos en una jornada donde el autogol se puso más de moda que el selfi. Y las victorias construidas sobre errores groseros no dejan rastro poético en el verde. Lo que Ramos dejó indemne del desarticulado Salah enchufó un penalti y se fue sin humor para hacer el chivo.