No proteges tu privacidad

César Rodríguez Pérez
César Rodríguez REDACCIÓN / LA VOZ

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RALPH ORLOWSKI

Las guías sobre privacidad en la Red ponen el acento en que el primer vigilante debe ser el propio usuario. Por regla general, los ciudadanos apenas utilizan los mecanismos que hay a su disposición en Internet para controlar la información que comparten y que ponen a disposición de compañías como Google y Facebook.

02 jul 2018 . Actualizado a las 21:05 h.

Tus dispositivos almacenan mucha información privada. ¿Te habías parado a pensarlo?». Así se titula el primer apartado de la guía sobre privacidad y seguridad en Internet elaborada por Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe). Esta publicación, disponible en www.osi.es o en www.agpd.es, habla de contraseñas robustas, copias de seguridad, programas maliciosos… Pero dedica también atención a los permisos que damos de forma generosa al suscribir un servicio o instalar una aplicación.

Por imprudencia, por impaciencia y/o por exceso de confianza, muchos usuarios aceptan sin mirar las condiciones de uso. Todas las guías y recomendaciones oficiales sobre privacidad ponen el acento en lo mismo: el primer vigilante debe de ser el propio usuario. Y uno de los principales enemigos es el sí a todo. Ya saben de lo que hablo. Uno va a instalar una aplicación o a abrir una cuenta en un servicio. Le hacen preguntas y las acepta todas, no revisa los posibles ajustes. Y luego se lamenta. O se lleva sorpresas.

A cualquiera debería sonarle extraño que una app de diseño gráfico pretenda acceder a la lista de llamadas. ¿Lo necesita o es una forma de captar datos? Para responder a esa y a otras preguntas sin respuesta justificable nació Conan Mobile, un programa de la Oficina de Seguridad del Internauta para teléfonos con sistema operativo Android que te indica si hay alguna aplicación maliciosa, que revisa si las legítimas están correctamente actualizadas y que comprueba si la configuración del terminal es correcta.

Conan Mobile forma parte del proyecto europeo Advanced Cyber Defense Centre (ACDC), creado para mejorar la ciberseguridad en todo el territorio comunitario. En su página ofrece once consejos para que un ciudadano pueda gestionar de forma adecuada su privacidad.

El primero es un principio fundamental: «Cuanto menos reveles sobre ti, mejor». El segundo es un mecanismo de defensa básica: ten varias cuentas de correo, y no uses la principal ?la empleada para la banca en línea, para hacer negocios o para buscar trabajo? para todo tipo de asuntos. El tercero puede parecer más difícil de cumplir, pero es de sentido común y de los más importantes: no guardes tus contraseñas en documentos a la vista, ni digitales ni físicos.

El cuarto consejo es decisivo a la hora de usar Google o Facebook: revisar cada cierto tiempo la configuración de privacidad de aplicaciones, móvil y redes, pueden cambiar y necesitar nuevos ajustes. El quinto aborda la necesidad de proteger el teléfono con un bloqueo de pantalla. El sexto recomienda usar «herramientas especiales» para mejorar la seguridad, pero no da más detalles. Y el séptimo es un clásico: borra tu historial del navegador y las cookies si has usado un ordenador público o ajeno.

El octavo aborda un asunto que cada vez tiene más importancia. Ya hay bancos que permiten abrir una cuenta con un selfi y una foto del DNI. Es un mecanismo ágil y sólido, pero puede ser aprovechado por delincuentes para robar datos. Por eso tiene mucho sentido la recomendación del ACDC de no publicar imágenes de documentación, tarjetas de crédito y demás documentos importantes en la Red.

El noveno cae de cajón. Hay que borrar todos los datos de viejos ordenadores, discos duros, memorias USB y teléfonos antes de deshacernos de ellos. En los móviles conviene retirar tarjetas de memoria y restaurar el terminal a modo de fábrica.

Con los dispositivos físicos hay que ser cuidadosos. Y también hay que tomar precauciones con los servicios en la nube. Al menos eso dice el décimo consejo: hay que revisar las condiciones de uso para averiguar dónde se van a guardar los datos y si el proveedor del servicio tiene derecho a analizarlos y explotarlos. El undécimo precepto es definitivo: «Casi ninguna oferta en Internet es realmente gratuita; siempre acabas pagando con datos».

Google y Facebook

Facebook recopila, almacena y utiliza información de los usuarios para fines publicitarios sin haber obtenido «un consentimiento inequívoco de ellos». Con este argumento la Agencia Española de Protección de Datos explicaba la multa impuesta a la red social más grande del planeta.

La sanción, de 1,2 millones, correspondía a dos infracciones graves y a una muy grave en el tratamiento de datos de sexo, creencias religiosas, gustos personales o navegación.

Por supuesto, Facebook, anunció su disconformidad. Con una justificación de manual. «Son los usuarios los que deciden qué información quieren añadir en su perfil y compartir con otros, como su religión», decía una nota difundida por la compañía. Y no le faltaba cierta razón. Por regla general, los usuarios no son conscientes de que los servicios gratuitos casi no existen, desconocen que pagan con otra moneda, sus datos, su información, y no son conscientes de cuál es el tipo de cambio adecuado, de lo que exponen. Y de lo que exponen de otros.

Hace un año se destapó una gran polémica al hacerse público que Facebook y WhatsApp, hasta entonces servicios supuestamente independientes, pero del mismo propietario, iban a intercambiar información. El escándalo fue mayúsculo. Y muchos se rasgaron las vestiduras. ¡La red social de Mark Zuckerberg iba a tener su número de teléfono! En muchos casos fue un lamento innecesario. Ya lo tenía. De forma legítima. Se lo había dado el propio usuario o alguno de sus amigos al, por ejemplo, permitir a la aplicación acceder a los contactos de su móvil. Ir a la configuración de privacidad de Facebook es más que recomendable para evitar sorpresas.

«Cuando usas los servicios de Google, nos confías tu información». La compañía que creó el buscador más utilizado del planeta no esconde que utiliza los datos que le facilitan los usuarios. Y sabe muchísimo sobre ellos. Si vieron un vídeo en Youtube, si consultaron las calificaciones de un restaurante o como llegar a una playa… Pero también les permite revisar sus opciones de privacidad, acceder a un completo dosier con todos esos datos, borrar lo que quieran y decidir qué se muestra públicamente. Si tienes una cuenta es fácil acceder al panel de control y ver que hay un montón de opciones disponibles. ¿Vale la pena el esfuerzo? Pues sí. Es tu huella digital. Y vale mucho.