Aprender Educación Sexual

Ana Fernández Alonso

ACTUALIDAD

Muchas profesiones tendrían que perder el miedo de asumir, humildemente, que necesitan manejar unas cuantas nociones de Educación Sexual

15 oct 2017 . Actualizado a las 17:27 h.

Muchas profesiones tendrían que perder el miedo de asumir, humildemente, que necesitan manejar unas cuantas nociones de Educación Sexual. Y no quiero decir con ello que se pongan a estudiar Sexología, para eso ya estamos los sexólogos y las sexólogas y cada profesión tiene su espacio. Pero unas nociones de cómo atender las cuestiones de sexualidad en su quehacer cotidiano, no les sobran a aquellas profesiones que tienen como característica el trato con personas, porque todas las personas somos personas sexuadas, con nuestra sexualidad diversa e irrepetible y no todos los profesionales saben manejarse a la hora de dar respuesta a esa diversidad.

Las primeras profesiones en las que estoy pensando son las de los ámbitos educativos, sanitario y social. Yo que además de sexóloga soy profesora de Secundaria, llevo años dándome cuenta de que por muchas campañas, legislaciones y programas que se pongan en marcha, en nuestras aulas sigue imperando la heterosexualidad normativa. Y pobre del alumno o alumna que se atreva  a salirse de esa norma. Por supuesto, para eso está el profesorado, para educar en estas cuestiones... Pero ¿quién educa a este profesorado? La formación, en estas materias y en otras, es voluntaria para los docentes, así pues, quienes quieren hacer un curso lo hacen y quienes no, siguen al margen. Y nos encontramos con personas que no saben dar respuesta a las diversidades sexuales que se encuentran en el aula. Que no entienden que las chicas y los chicos se pueden enamorar de chicos o de chicas, independientemente de los que ellos y ellas sean, que no saben que hacer con un alumno o alumna en situación de transexualidad, que no siempre dan la respuesta adecuada a diferentes situaciones de las relaciones de pareja que surgen en la vida cotidiana de un instituto o colegio. Que desconocen que la Educación Sexual va más allá de cuestiones genitales y perigenitales y por tanto reciben con pudor, risita nerviosa y escaso interés cualquier sugerencia de formarse en este sentido.

El ámbito sanitario 

En el ámbito sanitario, está mucho menos claro. Como nuestra sociedad sigue anclada en ese paradigma que confunde sexualidad con genitalidad y a las profesiones sanitarias se les supone que de anatomía y fisiología saben un rato, pues parece que ya lo van a tener resuelto. Pero cuando a los profesionales de la sexología nos tocó en alguna ocasión formar a médicos, nos hemos encontrado con las mismas limitaciones que con los docentes, e incluso muchas más. Hablamos de erótica, deseo convivencia, identidades, orientaciones del deseo... Es muy importante para que al médico de familia no se le olvide preguntar a sus pacientes si todo va bien en ese aspecto, para que pueda detectar y dar respuesta a situaciones que les lleguen a consulta y para que dejen de llegar a los servicios sexológicos, abuelos a los que un medicamento les afecta a su erótica y su deseo y el doctor de turno les ha dicho: «Total a su edad ya, que más le da»; o adolescentes a quienes les ha reñido la enfermera a la que han ido a consultar por un retraso en su menstruación; o familias cuyo pediatra no ha sabido gestionar ni derivar las preocupaciones que le consultaban sobre sus retoños: «que mi niña se toca ahí», «que mi niño se quiere vestir de princesa», «que mis peques me han visto con mi pareja y qué hago»... En fin... Que sería imprescindible...

En el ámbito social, también resulta muy importante. Yo que trabajo cotidianamente con profesionales que están en el tajo, atendiendo a unidades familiares, a menores, a mujeres en situaciones problemáticas, a personas mayores, a personas con diversidades funcionales e intelectuales... Se la necesidad que estos y estas profesionales manifiestan con respecto a los asuntos de las sexualidades de su población usuaria. En general en el ámbito de los servicios sociales, cualquier formación que les resulte de utilidad y facilite su trabajo cotidiano es bienvenida. Solo haría falta una apuesta por ofrecerles de manera periódica que su formación continuada incluyese Educación Sexual. Al menos las y los profesionales de Servicios Sociales con quienes yo trabajo, me consta que lo valoran y lo agradecen.

Peritajes y redes sociales

Podría seguir, porque se me ocurren muchas más profesiones. Por ejemplo, quienes realizan peritajes de delitos tipificados como «sexuales» resulta que no tienen la mayoría de las veces la más mínima formación en sexología... Quienes trabajan con las redes sociales, aun a sabiendas de que son los nuevos espacios de seducción y encuentro, tampoco tienen nociones de educación sexual para saber como resolver las situaciones de intimidad y privacidad que pueden requerir una intervención...

Por no hablar de los profesionales de los medios de comunicación. Cuando yo estudiaba Sexología, uno de los ejercicios que nos proponían en clase era coger artículos de prensa que abordase temas sexuales, o que incluyesen la palabra «sexual» y sus derivaciones. Y ver de qué hablaban esos artículos cuando hablaban de sexualidad... Perpetuando mitos y creencias erróneas, confundiendo conceptos, transmitiendo falsos estereotipos y creando opiniones sin el marco teórico adecuado... Cuántas veces los profesionales de la Sexología habremos soñado con la idea de hacer un curso de formación en temas de sexualidad para profesionales  de los Medios de Comunicación...

Total, que nos queda mucho camino por andar. Que cuando hablamos de Educación Sexual, no sólo estamos hablando de prevenir embarazos no deseados en adolescentes, ni infecciones de transmisión genital, ni de aprender a poner preservativos. Esto ya lo habíamos dicho muchas veces, pero conviene seguir recordándolo.

Y por supuesto, que los destinatarios de la Educación Sexual no son solo la juventud y la infancia, ni las personas que acuden a los cursos de esta temática por el gusto de hacerlos. Que en muchas profesiones es una necesidad que tendría que ser abordada. En ello estamos.

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