Finlandia propone a la UE suprimir el cambio de hora por su efecto en la salud

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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Iniciativas como esa cobran cada vez más fuerza en otros países como Holanda, Alemania, Suecia o Francia

27 ene 2018 . Actualizado a las 17:51 h.

Social jetlag. Es la etiqueta con la que se describe al conjunto de síntomas que sufrimos los europeos por culpa del desfase horario. Cada vez que las manecillas del reloj se adelantan o se atrasan, aparecen sus efectos. Desde la fatiga o la falta de concentración a los problemas de peso e incluso la depresión. Pero ¿vale la pena el sacrificio? Según los expertos, la UE solo consigue ahorrar entre un 0,5 y un 2,5 % de energía con el cambio de horario bianual y provoca pérdida de productividad en los trabajadores. La medida fue útil en tiempos de la Gran Guerra y la Segunda Guerra Mundial, cuando se buscaba ahorrar combustible y gas para hacer un mayor esfuerzo bélico, pero no tiene mucho sentido en la Europa del siglo XXI. Los inconvenientes superan, para muchos, las ventajas.

Eso opina el Gobierno finlandés, que, a instancias de una iniciativa ciudadana con 77.000 firmas, solicitó a sus socios europeos abrir el debate sobre la supresión del cambio horario. Iniciativas similares cobran fuerza en otros países como Holanda, Alemania, Suecia, Dinamarca, Eslovaquia, República Checa, Francia y Bélgica. «Es un asunto complejo. Estamos recopilando información sobre sus efectos en los sectores del transporte y la energía. Analizaremos qué posición es más apropiado adoptar», aseguró ayer el portavoz comunitario de Medioambiente, Enrico Brivio.

Para evitar fragmentaciones en el mercado interior, los 28 Estados miembro tienen claro que lo mejor es abordar a una la posible reforma de la actual directiva europea que regula el cambio de hora. No será fácil.

El primer obstáculo será acordar si será mejor suprimir el horario de invierno o el de verano. Para los países del sur, el adelanto de la hora en el último domingo de marzo permite alargar las horas de sol por las tardes con su consecuente impacto económico para el turismo, el comercio y la hostelería, que experimentan un aumento del consumo. Sin embargo, los países del norte apenas notan los cambios, aunque se quejan de tener que arrancar la jornada laboral con menos luz. Según algunos informes presentados en el Parlamento Europeo, el cambio estival produce un incremento de los accidentes de tráfico. Y en estas razones se escudan para tratar de poner fin a las largas noches de verano. La medida podría empujar a España a adoptar definitivamente la jornada laboral europea, sin horario partido, adelantando la entrada y salida del trabajo. También obligaría al Gobierno español a poner fin a la anomalía geográfica que supuso adoptar por decisión del dictador Francisco Franco en el 1940 el huso horario de la Europa central, en lugar de regirse por la hora del meridiano de Greenwich (Reino Unido, Irlanda y Portugal).

El debate en España arrancó hace tiempo. Se trata de una reivindicación histórica del Bloque Nacionalista Galego (BNG), que llevó la propuesta de cambio al Congreso en el año 2010. Tanto el PP como el PSOE ridiculizaron la iniciativa que ahora el Gobierno de Mariano Rajoy sopesa adoptar. Los hosteleros defienden el statu quo y creen que el cambio de huso y horario de verano replegará a la gente hacia los hogares. Sin embargo, expertos de la Eurocámara creen que dejará más margen para que los españoles puedan salir antes del trabajo y consumir más ocio. El próximo 8 de febrero la Eurocámara votará una resolución para tomar posición en el debate que se presenta difícil y polémico.