El Molinón es el Molinón

Josu Alonso
Josu Alonso PUERTA 0

SPORTING 1905

08 sep 2016 . Actualizado a las 20:06 h.

No hay una fecha exacta de la construcción del municipal gijonés aunque algunas informaciones apuntan a antes de 1908. Es decir, más de 108 años de historia que le han servido para recibir el título honorífico de estadio más antiguo en funcionamiento en la Lista Representativa del Patrimonio Deportivo Histórico del Mundo. Lo cierto es que este dato debería invitar a la reflexión, sobre todo, a aquellas mentes tentadas de modificar el nombre de un campo de fútbol que forma parte de la propia idiosincrasia de Gijón.

El Molinón dio en su momento el salto a la gran pantalla de la mano de José Luis Garci en la oscarizada película «Volver a empezar». ¿Cómo olvidar esa imagen del vetusto campo con la ropa de los futbolistas tras una de las porterías ante la mirada melancólica de Antonio Ferrandis? Muchos años han pasado desde entonces. Tanto como para que el deporte rey se haya convertido en un negocio marcado por el dinero donde sólo gana quien más tiene dejando de lado sentimientos, colores e historia.

Javier Fernández abrió el debate tras constatar que no descartaban cambiar el nombre al Molinón. Apuntó que son acuerdos que nunca van por debajo de cinco años. Su mano derecha Javier Martínez fue más allá cifrando una posible operación en no menos de 1,5-2 millones de euros anuales. Curioso. Ambos se apresuraron a señalar al ayuntamiento de Gijón como la institución que debía dar aprobación al cambio ya que la titularidad sigue siendo municipal. Y es que el debate generado tiene a gran parte de la masa social en contra de perder la identidad del estadio. ¿Razones? La principal pasa por el romanticismo y por no prostituir más un deporte especialmente corrompido. Algo con poca cabida dentro de las Sociedades Anónimas Deportivas, los ‘patrimonios familiares’ o la mentalidad del gurú del fútbol español Javier Tebas.

Habrá voces que argumenten que ha habido cambios en otros lugares de España. Espanyol, Mallorca o en su día Osasuna pasaron por ello. No sin polémica. Permítanme decir que no es lo mismo la forma de vivir el fútbol en unos sitios que en otros. En el otro lado de la balanza se sitúa el modelo de la Real Sociedad o Athletic de Bilbao .Una forma de entender el fútbol que siempre ha gustado en Gijón. ¿Por qué no se observa también como ellos no han vendido su nombre? Incluso los transatlánticos como Barça o Real Madrid tampoco han sucumbido. Saben lo que puede pasar.

La propiedad alega que son ingresos extra. 1,5 millones de euros al año puede parecer mucho dinero. O no si se compara con el presupuesto de la sociedad que podría ascender a 50 millones de euros. Una entidad como el Sporting debe mirar por el dinero pero la duda es ¿no puede la sociedad vivir con lo que obtiene de derechos televisivos y abonos? Parece complicado de entender. Otra cuestión no menor es ¿a dónde va a parar ese dinero?

La clase política ya ha mostrado sus reticencias. El palo al que se agarra el club tiene dudas y es que el negocio es redondo. La sociedad ingresa por la modificación del nombre de un equipamiento del que es usuario pero no propietario. Con todo, el paso que no da la entidad es el de consultar al socio, ese borreguito que parece servir únicamente para pagar el abono una vez año más dos días del club y que además gasta dinero en las tiendas oficiales. ¿Qué temor puede haber a una consulta a los 24.000 abonados que cada quince días acuden al Molinón? Incluso yendo a mayores la propiedad de El Molinón comprende a todos los gijoneses. No hace falta decir más.

La propuesta, además de dudas y rechazos, también provoca movimientos como el de Tu Fe Nunca Decaiga que busca convertir el estadio en Bien de Interés Cultural. El objetivo no es otro que evitar maniobras y operaciones especulativas. Una idea que la asociación lleva tiempo manejando y a la que consistorio y Principado no son ajenos. El debate está servido pero una idea ronda entre los aficionados al fútbol: el Molinón es el Molinón.