Quini: «El fútbol actual está echando a los aficionados de los estadios. Sólo importan los chinos»

Josu Alonso
Josu Alonso GIJÓN

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Quini
Quini Real Sporting

El segundo capítulo de Teledeporte desvela a un Enrique Castro más íntimo donde aclara su paso por el Oviedo. «Estuve una semana entrenando con ellos pero cuando me llamó el Sporting no podía decir que no después de 12 años»

11 nov 2016 . Actualizado a las 10:20 h.

El Brujo es un hombre cercano, sincero. Un tipo que es muy difícil que diga que no. Y eso queda mostrado a lo largo de su entrevista. También su parte más bromista a la hora de explicar porqué es un personaje tan querido no ya sólo en Gijón, sino en todos los puntos de España. «A lo mejor os tengo a todos engañados», asegura entre risas para a continuación apuntar que «nunca me han gustado las peleas y siempre me ha gustado poner paz donde hay guerra». Este hilo conductor le sirve a Quini para lanza un mensaje a las actuales mega estrellas del fútbol. «Falta educación. Cuando yo jugaba se daban más patadas pero había un respeto. Hoy en día un jugador pasa por encima de otro y ni se mira hacia él. Las actuales figura son números uno y deben dar ejemplo porque sino los chavales se van a quedar con eso. Hay que ser un poco más serios y tener sentido común. Yo estoy alucinando comparando mi época con la actual. No es de recibo y vamos por muy mal camino».

Enrique Castro jugó 12 años de forma ininterrumpida en el Sporting antes de fichar por el Fútbol Club Barcelona. Su dilatada trayectoria como rojiblanco también conlleva una reflexión ligada al deporte rey. «Antes existía el derecho a retención de los clubes. Eras una mercancía y todo dependía de si el club quería o no. Ahora es al revés y quien tiene la sartén por el mango es el jugador y los representantes. Creo que hay que buscar un término medio, ni lo de antes ni lo de ahora». Quini critica el actual mercado sin tapujos. «El fútbol actual se ha vuelto loco y esto tiene que reventar por algún lado. No puede ser que un club pague 90 millones de euros por un futbolista con la que está cayendo. Es para que a cualquiera se le caiga la cara de vergüenza. Es muy perjudicial y habría que poner topes salariales». Y todo ello unido a la diferencia económica entre clubes y los horarios de las televisiones. De lo primero tiene claro que antes de empezar la temporada Real Madrid y Barça ya parten con ventaja. «Partes en inferioridad porque antes era más competitivo. Podía haber hasta ocho equipos peleando por la liga, incluso nosotros fuimos segundos. Esa era la mejor liga del mundo, no la de ahora». De lo segundo recuerda cuando jugaba con el Llaranes en Tercera y el campo estaba lleno. «Ahora pon un partido del Real Madrid televisado a las cuatro y la gente ya no acude. Dependes de las televisiones y el día que se peguen un batacazo, el fútbol se hunde. No es normal jugar a la una de la tarde o un lunes a las diez de la noche. Están echando al espectador de los campos, lo que importa es que se vea en China», lamenta.

De azul

La carrera futbolística de Quini fue larga y marcada por dos equipos. Tras su salida del Barça, el Brujo pudo fichar por el Oviedo. El protagonista de la historia cuenta que le llamó José Luis Romero, con quien había coincidido en la ciudad condal en sus labores de segundo técnico y había fichado por el equipo azul como entrenador. «Me dijo que era sólo para entrenar y ni lo pensé porque sólo quería seguir enredando en el fútbol. Luego me llamó el Sporting y no podía decir que no al club que durante 12 años me lo había dado todo. Nunca hubo una promesa de fichar por el Oviedo, fui a entrenar por amistad. El fútbol es fácil si se cuenta la verdad pero hay mucho mentiroso».

También hubo otro intento, este con 18 años. «Jugaba en el Ensidesa y el Oviedo tenía un equipo en Tercera. Fueron a hablar con mi padre y les dijo que si no era para jugar en el primer equipo, estaban en Segunda, que no fichaba. Dijeron que no y mi padre siempre argumentó que para jugar en la misma categoría mejor al lado de casa. Tenía el campo a 100 metros». El Brujo apuntaba maneras aunque lo más curioso de su trayectoria es su deseo. Enrique Castro quería ser como su padre, portero. «Era mi ilusión y llegue a jugar dos partidos en juvenil pero en aquella época querían gente alta. A mí me decían vete adelante que eres pequeño y así empecé».

Principio y final

Tras 66 años ligados al fútbol en 1987 recibió un cálido homenaje en El Molinón donde el Sporting disputó un partido contra el Real Madrid. De rojiblanco se pudo ver a jugadores como Schuster con un emocionado Quini colgando las botas en un recuerdo junto a sus hijos. La última imagen de jugador, la primera con el Sporting en su debut frente al Betis en 1968. Para verlo de corto hubo que esperar a la visita del Ferrol. «Marqué un gol en la portería de la derecha. La llamó la portería de Casa Aurora, era donde cogíamos los bocadillos para los viajes y demás. Para mí son como familia».

Una de sus principales virtudes estaba en el remate de cabeza. «Soy un enamorado de este tipo de fútbol. Hay que marcan bien los tiempos, el remate. Tengo goles que cuando hacía el gesto ya sabía que iba para adentro. Esto hay que machacarlos en los entrenamientos porque para ganar lo importante es no cometer errores. El número uno mundial era Carlos Alonso Santillana. Como persona y como jugador es el maestro de todos.

Barça y selección

Su traspaso al Fútbol Club Barcelona se produjo con 31 años. Club en el que coincidió, ente otros, con Diego Armando Maradona. «Era la hostia», recuerda. 4 años en los apunta que «fui feliz con una afición espectacular. Cuando voy allí es casi como estar en Gijón». En su etapa estuvo bajo las órdenes de grandes técnicos como Menotti, Herrera o Kubala. Con este último hubo una relación especial. El Brujo lo considera su padre futbolístico y es que se trata del hombre que le dio la alternativa en un España-Grecia en Zaragoza. Un debut que llegó con un gol. Marca de la casa.

Si hay un futbolista que se parece al asturiano ese es Hristo Stoichkov y el propio Quini lo reconoce. «Nada más ficharlo me llamaron y la verdad que cuando lo veía sí que me recordaba a mí en algunos gestos». Hay otra cosa que el Brujo destaca entre risas. «Tiene peor leche que yo cuando se calienta pero le conozco en persona y es es encantador».

La última anécdota del programa la protagoniza su nombramiento como Hijo Adoptivo de Gijón. Cuando le preguntan porque no llegó antes el Brujo saca a pasear su humor. «Esto hay que currárselo, hay que portarse bien». Palabra de Quini.

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