Desde que, hace 111 años, el gran Anselmo López se decidiese a fundar un equipo en nuestra ciudad, grandes leyendas de este deporte han vestido nuestros colores.
22 nov 2016 . Actualizado a las 19:23 h.Desde que, hace 111 años, el gran Anselmo López se decidiese a fundar un equipo en nuestra ciudad, grandes leyendas de este deporte han vestido nuestros colores. Iconos del balompié con nombre propio como Quini, Maceda o Ferrero han hecho disfrutar a sportinguistas de pro que, buscando el fútbol de verdad, el de barro y pundonor, se acercaban a un Molinón con un olor a fútbol tan característico como apetecible.
Por todos esos logros, por esa juventud dedicada a estas barras rojas y blancas que tanto amamos, merecen un reconocimiento a su entrega a la causa. Desde las paradas con las que el bueno de Jesús Castro -convertido en héroe años después- nos hacía soñar, hasta esos goles considerados imposibles hasta que el gran David Villa dejaba claro por qué marcaba la diferencia. Acciones que, aún siendo vitoreadas por generaciones muy diferentes, tenían una consecuencia común: la aprobación y aplauso del tan exigente “respetable”.También merecen una mayor dedicación los anteriormente nombrados.
Maceda, por ser la referencia defensiva durante diez años de un equipo que pasaba por un gran momento, con subcampeonato de Liga incluido. Indispensable, también, Ferrero. Cualquier forma de definir las arrancadas que este endiablado puntabonaerense realizaba se queda corta. Cualquiera de sus cincuenta y cuatro goles en el club llevaba el sello de un joven que había salido de Boca buscando triunfar en Europa. El joven.
¿Y cómo olvidarte a ti, Brujo? Tremendas tardes de fútbol nos diste. Dotaste al “9” de la rojiblanca de un significado y una responsabilidad especial para todo aquel que la portase. Cualquier parecido con algún otro jugador que tuvo la desgracia de ser tu coetáneo es pura coincidencia.Tengo la total seguridad de que, cualquier defensa que sabía que a la tarde siguiente tenía que cubrirte, no dormía en toda la noche pensando en cómo pararte. Sería un deber tuyo decirle que no perdiese el tiempo, que no merecía la pena.
Por vosotros, por vuestra lucha, por dejar al Real Sporting donde se merecía, gracias. Eterno agradecimiento por llevar nuestros colores en volandas, y unir a una ciudad entera en el coreo de vuestros nombres.