¿Un hilo de esperanza?

Josu Alonso
Josu Alonso GIJÓN

SPORTING 1905

Afición sporting
Afición sporting Real Sporting

Artículo de opinión

01 may 2017 . Actualizado a las 10:05 h.

Un fin de semana más el Sporting, y por ende el sportinguismo, sigue teniendo a seis puntos la permanencia. Sin embargo, cada vez queda menos tiempo (3 jornadas) para conseguir el tercer milagro consecutivo. La grada trata de engancharse a una posibilidad, remota, para continuar en Primera División mientras el palco guarda silencio. Esa falta de explicaciones necesarias que se viene repitiendo de forma continuada desde que Abelardo tirara la toalla tras ver cómo una parte del vestuario le hacía la cama. La nada como respuesta ante una gestión caótica que, una vez más, ha vuelto a perder el tren para poder hacer las cosas bien.

Los hombres de Rubi son incapaces de dar la sensación de que se juegan la vida. El Leganés cayó en Eibar pero da la imagen de saber a lo que quiere jugar. O por lo menos lo intenta. Entretanto el Sporting se pasea por los campos de España. El ridículo ante el Villarreal es difícilmente explicable. Unos futbolistas que hacen aguas y que cuando el marcador se pone en contra, baja los brazos en lugar de pelear. La confección de la plantilla ha sido un fiasco, un rotundo fracaso con 16 caras nuevas cuando la mayoría de ellas no sirven para este equipo. A ojos cerrados los Jony, Álex Menéndez y compañía tendrían hueco en este equipo. Sin embargo, en unos casos porque no servían y en otros porque se dejó todo para última hora, se ha hecho una plantilla con la que la grada no se identifica.

Abelardo ya pagó su cuota. Es el único que ha pasado el peaje. Mientras tanto el director deportivo no habla. Ha enmudecido. A decir verdad lleva en la misma postura desde que llegó. Sus manifiestas contradicciones a la hora de explicar las situaciones de determinados futbolistas hacen que su credibilidad de cara a la afición esté por los suelos. Sus últimas apuestas son Traoré y Elderson. Dos profesionales que no llegan ni de lejos al aprobado. Nico se escuda en que la plantilla no se ha exprimido al máximo. La realidad es bien distinta. En su particular guerra con el Pitu ha quedado claro quién sabe de fútbol y quién no.

A todo esto se suma que este fin de semana ha subido el Levante de Juan Ramón López Muñiz. Ese club que descendió con Rubi y que un año después regresa a la élite de la mano de un gijonés al que nunca se le tuvo en cuenta en Mareo. Un hombre que nunca aceptó imposiciones desde la casina de cristal y que ahora toca con las manos la élite. Curiosidades. Los granotas se acordaron en los festejos de Manolo Preciado, un hombre que llegó a Gijón a insuflar ilusión y sonrisas a una afición alicaída. Lo consiguió pero acabó saliendo por la puerta de atrás de forma injusta.

Pese a estar al borde del tercer descenso la directiva, o mejor dicho, la propiedad todavía podría hacer algo por la afición. El Levante regalará el abono a aquellos socios que hayan acudido a más de 18 partidos esta temporada. Fue una campaña que se lanzó el año de Segunda y que ahora gustosamente encarará. Entretanto en Gijón otros sólo se han preocupado de encarecer abonos y tachar de ideas peregrinas las propuestas de Tu Fe Nunca Decaiga que abogaban por una rebaja. Harían bien en apuntarlo. El crecimiento sin retorno de Javier Fernández o la asturianización de la plantilla sólo se ha traducido en un sueldo para la propiedad y 16 fichajes. Son las grandes frases y acciones de un dueño que siempre defendió haber entrado en el Sporting por imposición. Una propiedad debe tomar decisiones pero no sólo aquellas que le benefician como comenzar a cobrar sino también aquellas que le pueden perjudicar como dar explicaciones o cesar profesionales. Ni una cosa ni la otra bajo el paraguas de la profesionalización del club por áreas. Es imposible trazar las líneas de un gran proyecto cuando los intereses particulares priman sobre los generales. Han sido muchos los futbolistas que han abandonado el Sporting en busca de futuro. El último ejemplo que se pudo ver fue José Ángel cuajando un gran papel con el Villarreal el pasado viernes.

Otra imagen del fin de semana es la de los futbolistas de Osasuna portando una pancarta dando las gracias a la afición después de descender a Segunda. Alguien debería haber apuntado ya esa idea y trasladarla al vestuario porque si la grada rojilla merece un agradecimiento, la rojiblanca como poco un monumento tras más de dos décadas de penuria. Un hilo de esperanza mantiene a la afición conectada con el equipo, un hilo que dentro de tres jornadas como máximo se sabrá si se convierte en realidad o se desvanece. Desde luego ninguna de las partes, empezando por la propiedad y acabando los jugadores, han hecho méritos para ello pero esto es fútbol y todo puede pasar. Sólo por la grada que hay detrás merecerá la pena. Es lo único bonito de esta entidad.