Los cuatro problemas del nuevo Sporting

Alejandro Vigil Morán

SPORTING 1905

Sporting
Sporting LaLiga

El equipo sigue sin tener identidad de juego seis partidos después

17 sep 2017 . Actualizado a las 19:25 h.

Herrera comentaba al comienzo del campeonato liguero que le habría gustado disponer de dos semanas extra para preparar la temporada, pero lo cierto es que tiempo después, el Real Sporting sigue sin mostrar una cara visible y constante en su juego. Cuando ataca lo hace por impulsos y beneficiado por su calidad individual o errores del rival; así como cuando se echa atrás, solo las acciones individuales lo mantienen a flote, sin dar sensación de controlar la situación.

Los siguientes son los cuatro problemas que se observan:

1. Falta de intensidad. No ocurre durante los 90 minutos de cada partido, pero los propios jugadores han reconocido que se trata de una de sus carencias.

Se pierde un gran porcentaje de balones divididos y de segundas jugadas. Lo que en el fútbol táctico de hoy en día supone un gran riesgo en contra y un gran beneficio a favor, puesto que te encuentras al rival descolocado y en posible desventaja posicional.

2. Mala defensa a nivel colectivo. La primera línea defensiva se sitúa en un punto medio en el que no llega a presionar de forma agresiva la salida de balón, pero tampoco tiene sus líneas bien juntas para controlar los espacios entre compañeros. Ayer se pudo ver un gran ejemplo con el Numancia, que sin tener una gran calidad y una depurada salida de balón, no tenía problemas para mover el cuero de cara a la portería de Whalley, mientras en fase defensiva todos los sorianos se encontraban pegados como lapas a la espalda de los sportinguistas cuando recibían el balón, de modo que primaba el juego horizontal y sin líneas a batir, salvo en balones frontales en largo.

Es un aspecto que sorprende, puesto que hombres como Carmona, Rubén, Santos, Sergio o Moi Gómez han demostrado su capacidad para robar balones peligrosos en campo rival. No así cuando se conceden espacios y tiempo a nivel colectivo para que los contrarios desarrollen su fútbol por esperar replegados en el mediocampo y sin agresividad.

3. No hay una idea consolidada en la salida de balón. Cada balón jugado acaba resultando una patata caliente que finaliza en un balón en largo sorteado por los defensas, una pérdida del cuero o pases de tres metros en horizontal. Faltan apoyos, fallan los automatismos en la colocación para abrir el campo y casi no hay desmarques en profundidad o entre líneas. Todas las posesiones son previsibles, sencillas de defender y no hacen correr al rival. En resumen, no hay grandes pases que batan líneas enemigas, porque tampoco existe un compañero bien colocado al que enviar el cuero.

Además se infrautilizan los costados, ya que los hombres de banda tienen tendencia a irse a la zona interior porque juegan a pierna cambiada -problema que viene derivado de la planificación del vestuario-. De forma que no se busca la línea de fondo, no hay desborde en el uno contra uno, ni por consiguiente se logran centrar balones en situación de ventaja a los atacantes, que apenas disponen de asistencias de gol con serias opciones de remate. A su vez, el insistir en el juego por el interior facilita el repliegue rival, sin que tengan necesidad de correr metros extra de dentro a fuera del campo y viceversa, lo que les produce menos cansancio y dudas.

4. Los balones parados no funcionan. A nivel ofensivo, por norma general, no se rematan; y a nivel defensivo no hay seguridad en cuanto el rival desarrolla una estrategia mínima que derrocar. Ayer se sacaron siete saques de esquina y ninguno derivó en ocasión de gol, mientras las jugadas a balón parado rival sí crearon dudas y nervios a los asturianos.