La guerra de las pancartas

Josu Alonso
Josu Alonso GIJÓN

SPORTING 1905

Miembros de la peña  Matagigantes  posan con su pancarta
Miembros de la peña Matagigantes posan con su pancarta

Columna de opinión

25 oct 2017 . Actualizado a las 18:39 h.

Desde hace algunas temporadas el omnipresente Javier Tebas, más preocupado de mover hilos para colocar a sus hombres en la Federación que de mirar por el fútbol, se ha caracterizado por anular todo aquello que pudiera estar relacionado con el romanticismo del deporte rey. Dentro de esas obsesiones encontramos también las pancartas. En este caso con la connivencia de algunos clubes.

El último suceso ocurrido en el estadio de Vallecas recuerda más a otras épocas dictatoriales que al propio estado democrático en el que vivimos. Retirar una pancarta a una peña del Sporting que rezaba «Matagigantes» es bochornoso y denota la poca cultura que hay alrededor del fútbol. Pensar que el calificativo con el que se conocía a la entidad rojiblanca en los años 80 es una amenaza sería gracioso sino fuera porque la vara de medir utilizada por el personal de seguridad del Rayo Vallecano es diferente. No estaría tampoco de más hacer uso de las nuevas tecnologías para buscar el significado de los términos.

¿Por qué unas pancartas sí y otras no? La norma es igual para todos aunque su cumplimiento no parece ser el mismo. El personal de seguridad del conjunto madrileño, tan valiente como demostró ser, ¿Por qué no acudió a la zona de los ultras para actuar con la misma contundencia? Si no se pueden mostrar pancartas en el campo, no lo debería hacer nadie aunque es más fácil atacar a la afición visitante, la local acude cada quince días al estadio. Nada bueno se puede esperar mientras tengan al frente de club a un tipo como Raúl Martín Presa. Todavía resuenan las faltas de respeto al Sporting y al sportinguismo y su ausencia de perdón.   

Algunas entidades no se han dado cuenta que la gente que viaja con los equipos busca el disfrute de la pelota y de 90 minutos dentro de una modalidad que cada vez comienza a resultar más nauseabunda. Entre la afición rojiblanca ya se han vivido casos parecidos en otras campañas. Requisar unas madreñas en Pamplona a un simpatizante o retirar una pancarta con la cara del fundador del Sporting, Anselmo López, por desconocimiento son algunos ejemplos que hablan del buen hacer de los estamentos del fútbol español. Todo ello por no hablar de la prohibición, dependiendo del día, de mezclarse las aficiones de distintos equipos.

Javier Tebas ha alardeado en infinidad de ocasiones de que su objetivo es querer parecerse a la Premier League. Claro que el presidente de la LFP sólo mira el cómputo de los ceros y la cifra de negocio; lo demás es irrelevante. Y en esa irrelevancia entrar el aficionado. Hay una cosa que olvida el señor Tebas: la clase. Eso no se compra. Se tiene o no se tiene y este fútbol está a años luz de lograrlo.

El todopoderoso hombre que maneja la liga ha sido infinitamente cruel con la afición del Sporting en los últimos años. Habrá conseguido rebajar la deuda de los clubes españoles (también se subió el sueldo un 25% con su apoyo) pero los horarios no han beneficiado al conjunto rojiblanco, al contrario, le han perjudicado: encuentros de lunes, desplazamientos frustrados como León esta temporada o San Sebastián la pasada; el derbi frente al Oviedo a la misma hora que concluía la etapa de la vuelta...  Eso sí, para hablar mil y una veces de la deriva secesionista en Cataluña no hay problema. Siempre he sido defensor de separar política y fútbol pero con personajes como este (al igual que tantos otros de este deporte) es imposible. Mientras, entre ‘procés’ y ‘procés’, seguro que seguirán jodiendo a la afición del Sporting.