Artículo de opinión
03 mar 2018 . Actualizado a las 20:43 h.En estos difíciles días para todo el sportinguismo creo que cabe destacar la actitud del eterno rival del Real Sporting de Gijón. El Real Oviedo ha hecho gala de unos modales exquisitos, así como su afición. Sobrecogedor el minuto de silencio que se vivió en el Carlos Tartiere este viernes, así como el respeto mostrado por todos los aficionados que han dejado a un lado las diferencias que separan a estas dos ciudades para unirse en el abrazo por Quini.
Desde el cuerpo técnico, Presidente, jugadores y los numerosos aficionados del Oviedo que se acercaron a Gijón a rendir sus respetos al Brujo, hasta los cientos que mostraron sus condolencias y apoyo a través de las redes sociales o incluso con una simple conversación en la calle, se ha dejado el fútbol a un lado y se han encontrado, al fin, los seres humanos en firme comunión y ejemplo que ha estado perfectamente a la altura de los valores que siempre defendió Enrique Castro.
Quizá el último acto involuntario de Quini haya sido precisamente el principio de una nueva unión entre ambas aficiones. Tal vez, muchos, se habían olvidado de que más allá de colores y del fútbol hay personas que viven y sienten, que sufren con su equipo y lloran por sus leyendas. Quizá, la nueva estrella que desde hace unos días nos alumbra desde el cielo, ilumine el camino a unas relaciones diferentes.
Yo, como aficionado del Sporting, le doy las gracias al Oviedo y a su gente por haber demostrado estos días que son capaces de sufrir también con nosotros y, sobre todo, por respetar la herida que nos ha dejado la repentina marcha de uno de los pilares más importantes de nuestro club.