Análisis Sporting: «Único culpable»

Luis Alcázar

SPORTING 1905

Rubén Baraja ha sido presentado hoy como nuevo entrenador del Sporting de Gijón en sustitución de Paco Herrera.
Rubén Baraja ha sido presentado hoy como nuevo entrenador del Sporting de Gijón en sustitución de Paco Herrera. J.L.Cereijido

Artículo de opinión

10 oct 2018 . Actualizado a las 20:29 h.

Siempre tiendo, al analizar un partido, a pensar que el entrenador sabe más (mucho más) que yo y por supuesto sabe mejor que nadie lo que quiso plasmar sobre el papel.

Es difícil entender lo que dibujó Baraja el lunes en el Wanda, ante un equipo que lleva desde 2012 dirigido por Antonio Iriondo con un claro discurso futbolístico. Sin entrar en aspectos complejos del juego, sin necesidad de profundizar en la pizarra, sabíamos antes de empezar que había algo que marcaría en cierta manera lo que ocurriría en los 90 minutos que iban a disputar Rayo y Sporting: la presión alta. Puede resultar presuntuoso explicar que ante un equipo que abraza la posesión, que casi nunca renuncia a iniciar jugada desde la línea defensiva, la presión alta y la presión tras pérdida son aspectos que te darán muchas ventajas si consigues ejecutarlas bien.

Cierto que Iriondo adaptó un poco su plan al rival, que arriesgó menos veces de las que se suponía, pero esto retrata aun más la escasa labor de un Sporting que no supo plantar sus líneas para ahogar espacios de salida y de reinicio de juego del rival. Ambos goles llegaron en un desastre estructural del equipo de Baraja.

A lo largo de la semana tuvimos la claridad de que Las Palmas marcaría el devenir inmediato del equipo. Con la única novedad de Babin en el XI, parecía que veríamos una continuidad y un “cambio de mentalidad” respecto a lo visto casi siempre fuera de casa. Casi todos, entrenador, análisis y afición, coincidieron hace un par de partidos en que Nacho no podía volver a ser la única referencia en salida, que Cofie ofrecía más físico ante un más que probable y repetitivo repliegue defensivo. Ante las Palmas, con la compañía de Sousa, esto mejoró y esa volátil idea pareció asentarse. Pero el Wanda nos enseñó que la estructura colectiva siempre se impone al análisis individual. Sousa jugó un poco más adelantado, intentó sin éxito llevar la manija organizativa y Cofie fue un cuerpo extraño en los veloces repliegues del buen equipo madrileño. Con físico eso si.

¿Era tan difícil presuponer que con un hombre de perfil organizativo y buen pie, el ataque organizado mejoraría? En el minuto 66 todo cambió, Baraja reestructuró su equipo y mejoró sustancialmente. A su favor queda esta vez que hasta ahora nunca habíamos visto reaccionar positivamente al Sporting tras recibir un varapalo. Hasta el 1-0 el partido dio poco, nadie quería equivocarse, pero el gol de Aitor parecía que nos llevaba a la historia de siempre y el partido se acababa ahí. Creí que Baraja haría un cambio al descanso, creí que Nacho entraría por Cofie o Sousa para tomar el mando, pero esto no llegó hasta pasada la hora de juego. Bien, pero tarde.

Los cambios reposicionaron al Sporting, Nacho unos metros por delante de Cofie, Blackman buscando más el espacio que Djurdjevic y, con la entrada de Traver, Carmona se acomodó en la media punta ofreciendo combinación al centro y posibilidad de desmarque al delantero. Los minutos, escasos, donde hubo dos hombres de banda más puros y dos hombres de mentalidad asociativa en el centro, fueron los que mostraron la mejor cara.

Con la baja de Lod el sábado, esta opción toma posiciones para enfrentarse al Reus. Habíamos venido observando un crecimiento en el juego las últimas semanas, lento, pero en una categoría diesel como es Segunda, esto no es un problema en octubre. El lunes se perdió una oportunidad para seguir evolucionando, cambiar la dinámica como visitante y tranquilizar a un entorno que si ya estaba contaminado, se torna irrespirable.