La generación del 98 brilla en el mediocampo
03 nov 2018 . Actualizado a las 12:19 h.Nacidos en 1998, Pedro Díaz, Nacho Méndez y Mateo Arellano han sido señalados a rojo en Mareo desde hace varias temporadas como futbolistas con potencial para formar parte del primer equipo. Los tres juegan como centrocampistas y, por momentos, la duda residía en cómo se repartirían posicionalmente el mediocampo de El Molinón.
Sin embargo, ahora cada uno afronta a su manera el salto a la profesionalidad, con la dureza que ello supone.
Nacho Méndez
El de Luanco se encuentra en un momento de indefinición, al menos por parte del cuerpo técnico, que no acaba de encajarlo en sus sistemas de juego. De hecho, en las últimas semanas ha pasado de jugar como hombre ancla, a ser el mediocampista más avanzado frente al Eibar en la Copa de Rey, incluso se podría decir que actuó como segundo punta.
Por ahora, Nacho ha brillado más partiendo desde el banquillo y marcando diferencias en las segundas partes con su calidad para entender el partido.
Pedro Díaz
El más "joven" de los tres, nació en junio, y el que primero se asomó al fútbol profesional. Sin embargo, el salto final está siendo el más complicado para Pedro, como suele ser habitual. El mediocampista ha mejorado mucho su rendimiento desde la pasada campaña al asumir mayores tareas "oscuras" a nivel defensivo. Su presencia en el doble pivote de José Alberto resulta clave, ya que es capaz de robar balones, organizar el juego, pisar área y meter goles de falta directa.
Ahora deberá esperar la oportunidad de Rubén Baraja y refrendarlo en Segunda División.
Mateo Arellano
El camino más duro. Debutó el 3 de enero de 2016 y en esa media temporada con el filial rondó los 950 minutos con 18 años recién cumplidos -se estrenó con 17-.
Cuando parecía comenzar a asentarse como un pivote con capacidad para ejercer de hombre ancla, llegando a ser citado por la Selección Española Sub19 junto a Pedro, las lesiones se cruzaron en su camino y desde entonces ha visto cortada su trayectoria de forma constante. Entre otras molestias, Mateo ha sufrido una compleja pubalgia, una rotura parcial del ligamento cruzado y una protusión discal, de la que fue operado un mes atrás. Tres lesiones especialmente complicadas a nivel mental, ya que los procesos de recuperación se realizan mediante plazos más ambiguos, pendiente de sus sensaciones en el día a día.
