«El Sporting está en peligro»

Alejandro Vigil Morán

SPORTING 1905

Sergio Álvarez
Sergio Álvarez @guillegl73

Artículo de opinión

27 may 2019 . Actualizado a las 13:52 h.

No se trata de un titular "llamativo" para asustar a nadie, lo pienso seriamente, y por desgracia, lo hago por diversas razones. Entre ellas, ver un El Molinón al que no acuden más de la mitad de sus abonados en la jornada 40 y que ni protesta, más bien demostró apatía, lo peor que podría ocurrir, ya que enseña la desesperación del aficionado por la sensación de que nada va a cambiar en un barco a la deriva.

El Sporting se encuentra en un punto de inflexión que puede marcar la diferencia entre ser "un grande" de Segunda, o ser aquel club que cogió Preciado, cuyo primer reto era devolver la ilusión a una afición, a un vestuario y a unos trabajadores que ya tenían asumido el hecho de no pelear por el ascenso a Primera división. Eso era cosa de otros.

No sé si la directiva rojiblanca es consciente del reto que tiene por delante y debo reconocer, que al menos en un primer momento, sí logró superarlo tras el último descenso.

El mensaje de la estabilidad está muy bien, pero el problema es que en estos momentos, el Sporting está lejos de tener a un Manolo Preciado que sea la cara visible de ese proyecto continuista -a nivel de carisma y cv, ojalá se acierte en lo despachos y sea José Alberto el salvador rojiblanco-; tampoco Miguel Torrecilla tiene el crédito con el que llegó a Gijón y su figura se encuentra en declive; así como ningún directivo ha salido en mitad de esta crisis a dar explicaciones. Bien es cierto que no tienen ni carisma, ni una experiencia de éxito en el campo deportivo como para salir a hacerlo. Solo Ramón de Santiago, a base de ganar juicios, se ha ganado cierto prestigio entre la grada. Si no los hubiese contratado el Sporting ¿qué club habría llamado a nuestros directivos a sueldo?

Mirando al verde, tampoco existen jugadores diferenciales que conecten con la grada. No está ese Diego Castro, ese Jony, o incluso ese Michael Santos que hace brillar los ojos de los más jóvenes y levanta el murmullo de las gradas cuando el balón está en sus pies, porque algo puede suceder.

Y más allá de la calidad, tampoco hay referentes. Ahí es donde se echa en falta a ese Sergio Álvarez, para muchos el escudo del Sporting; ese Meré, que no será Chiellini, pero a estas alturas ya sería todo un veterano para liderar la zaga; un Nacho Cases que sepa reflexionar, transmitir sentimientos con sus palabras y aconsejar a los Nacho Méndez y compañía; un Luis Hernández que intimide a los novatos por su profesionalidad en el ejercicio más absurdo del entrenamiento con menor importancia del año, marcando así el camino a seguir para el resto; un Pichu Cuéllar que salga a la rueda de prensa o acceda al vestuario y dé dos voces a tiempo para marcar el camino a seguir...Precisamente es Diego Mariño, con menor intensidad, uno de esos hombres que cuando habla, el resto callamos y asentimos, porque es inteligente, tiene experiencia, habla con el corazón y su rendimiento es "top", pero su futuro parece lejos de Gijón, pese a ser feliz en el Sporting.

Sin intención de desmerecer a Roberto Canella, que sin lugar a dudas, ha dejado grabado su nombre en la historia del Sporting, tanto por su elevado historial de partidos con la camiseta rojiblanca, como por su ascenso con Preciado, ni es el tipo de jugador que sale a ganar duelos en el campo y contagia al resto de su compañeros por su empuje, ni tampoco es el que arenga cuando toca, aunque sea una gran persona para hacer vestuario desde un perfil complementario. El club rojiblanco necesita a otro capitán. Incluso Peybernes, con 20 partidos en Asturias, se destapó en mayor medida en días clave. Tal como hizo tras el empate con sabor a derrota en Tarragona, cuando realizó una autocrítica que fue aplaudida por la afición, ese día empezó el principio del fin de la remontada.