Texto de análisis
23 sep 2023 . Actualizado a las 22:34 h.El Real Sporting de Gijón sumó un punto en su visita al FC Andorra en un encuentro marcado por el dominio local, un habitual en su feudo tratándose de uno de los equipos más singulares de la categoría con balón -sino el que más-, y en el que un área, la propia, volvió a superar el nivel de la otra, la ajena. Los de Miguel Ángel Ramírez suman un punto más lejos de El Molinón - Enrique Castro 'Quini', pero dejaron la sensación de quedar a medio camino esta vez. Analizamos en cuatro claves destacadas el empate rojiblanco:
No funcionó el plan con balón
Tres fueron los cambios de inicio de Ramírez para este partido, pero el sistema se mantuvo en su estructura. Sí hubo matices que se diferenciaron de otros encuentros, por ejemplo con la presencia de un extremo por derecha con tendencia e indicación de ir hacia dentro, Villalba, compartiendo banda con un Pascanu ocupado en esa doble función como tercer central y que no se suma tanto al ataque. Por izquierda, pura amplitud juntando a Cote y Pablo García, pensando también en el papel defensivo.
Centrándonos en lo ofensivo, esta disposición no dio con la tecla en el día de hoy. Villalba estuvo demasiado desconectado de los intentos del equipo de avanzar en asociación, los cuales no fueron tampoco muchos, pues el Sporting no encontraba alternativas ante la intensa y organizada presión tras pérdida de los de Eder Sarabia. Algún intento de circulación entre los centrales asturianos derivó en dos pivotes que se tenían que acercar mucho en apoyo para poder participar y una distancia demasiado grande hasta la dupla de puntas o ese Villalba que debía aparecer dentro. No hubo ese escalón intermedio y a los de Ramírez les fue imposible triangular y mover el balón con velocidad para deshacerse de la presión local e incluso tener ese tramo de mayor control que en todo partido se suele dar. No pudo y no supo el Sporting fabricarse esa opción, estando sometido sin el esférico casi la totalidad del encuentro.
Sólidos en los duelos defensivos
Imperando el control de balón local y sus intentos de llegar al área en combinación, el papel de los centrales rojiblancos fue clave para echar el cerrojo por dentro. Pier e Insua mostraron una versión dominante y se impusieron en muchos duelos clave, especialmente en esas recepciones de espalda por dentro de los atacantes andorranos o en situaciones límite de área para evitar posibles males mayores. Una situación que se trasladó en cierta medida en los duelos por alto y ante los centros laterales, aunque ahí sí hubo algún desajuste destacable más. Los laterales en fase defensiva también hicieron un buen papel para contener a los extremos locales, caracterizados por buscar muchas situaciones de uno contra uno. Obviamente no siempre se sale vencedor, pero tanto Cote como Pascanu mantuvieron las formas en este sentido. El clásico partido tildado de «sólido» que bien sirve como cimiento, aunque lo demás debe acompañar, y esta vez no lo hizo.
Vigilancias de zonas intermedias
Sí hubo una laguna destacada en fase defensiva y fue la defensa de las zonas intermedias. El Andorra, con su acumulación por dentro, generaba superioridad por el pasillo central ante la disposición de los rojiblancos. Los de Sarabia gustan de tratar de atraer al rival hacia una zona para despoblar la contraria, incluso el técnico repitió en varias ocasiones en la rueda de prensa tras el partido que al equipo le faltó mover más de lado a lado el balón, circular más. Una percepción que alude a la segunda parte, pues el cuerpo técnico del Sporting corrigió esa circunstancia al descanso.
Durante el primer tiempo, esa atracción hacia un lado generaba que en el opuesto hubiera espacio para el interior de ese perfil. El Andorra eso lo tiene muy bien trabajado. El extremo fija al lateral rival, el lateral, por su parte, se prepara para incorporarse al ataque y el interior, en esa zona intermedia, demasiado alejado de central y lateral rival y a espaldas del pivote que está debidamente basculado al transcurrir el juego por el otro costado, espera pacientemente para recibir sabiendo que está libre de marca con tiempo para verticalizar, girar el juego de los suyos y elegir la mejor opción. La presencia de Álvaro Martín y de Sergio Molina por esas zonas -cada uno por su lado- fueron una dificultad para la zaga asturiana. Al juntarse más los defensores en ese tipo de acciones para evitar la recepción cómoda de esos envíos diagonales, los locales no tuvieron tantas opciones de dañar por esta vía.
Faltó capacidad a la contra
En un encuentro en el que estás tanto tiempo sin balón y con el dominio de tu rival tan marcado, mayormente en tu mitad de campo, lo más lógico en estos contextos es fiarlo todo a las transiciones. Recuperar, salir rápido y con verticalidad y aprovechar esos espacios a la espalda de tu rival. No se puede decir que no se intentara, incluso tampoco que no generase alguna situación de peligro, sobre todo la de Hassan, que fue un buen revulsivo desde el banquillo, o hasta considerar la de Otero a pase de picardía de Campuzano, pero lo cierto es que no se vio un equipo fluido en este tipo de circunstancias. Apenas hubo contragolpes desde la combinación en vertical y los envíos directos o bien fueron relativamente cómodos de defender para los locales o no tuvieron la continuidad suficiente tras la primera disputa por el control de esos balones.
Los cambios
Roque Mesa y Hassan por Varane y Villalba. Cambio de intenciones en el juego por bandas del equipo. La idea de Hassan como revulsivo, más en este partido en concreto, tuvo su sentido y hasta se puede decir que funcionó. Generó de nuevo el mayor peligro ofensivo del equipo. Mesa pasó más inadvertido esta vez.
Queipo y Campuzano por Pablo y Djuka. Más verticalidad por el costado y un relevo arriba para tratar de revitalizar el ataque, aunque no terminaron de derribar esa puerta con su entrada.
Rivera por Méndez. Refresco en el medio para los últimos minutos cambiando casi todo el equipo del medio hacia adelante -sólo se mantuvo Otero-. Sin tiempo para incidir.
Nota a Miguel Ángel Ramírez y el resto del cuerpo técnico
Insuficiente. De nuevo, un partido fuera de casa muy bueno en el entorno del área propia, que queda deslucido en la parte ofensiva. Se sabía que el Sporting no sería protagonista, no trató de serlo, se sujetó al contexto de partido esperado, pero no dio la respuesta suficiente. Un partido con escasez de ocasiones que algo de inspiración podía haber hecho cambiar tanto su transcurso como su resultado final. Esa tendencia de solidez defensiva, junto con un buen ajuste en este aspecto al descanso, se debe poner en el lado positivo de la balanza, es el camino a seguir. Pero al igual que ocurrió en Oviedo, sólo con eso no basta. Sea en casa o fuera.
El Sporting dejó de nuevo bastante a deber en ataque en cuestiones que van más allá de la mera finalización. No fue un partido suficiente para algo más, si bien se puede perder haciendo un buen partido. Hoy se empató y tampoco fue el caso. Aunque sí existan esas 'microvictorias', debe darse algo más para poder sumar alguna otra y traducirlo en 3 puntos en días como hoy o en 1 si acaso en aquellos que se te compliquen.