«Borja devolvió al Sporting a su peor versión»; suspenso en la derrota contra el Mirandés
SPORTING 1905
Texto de análisis
08 nov 2025 . Actualizado a las 14:02 h.Regreso al pasado. El Real Sporting de Gijón volvió a perder, volvió a ser remontado y volvió a ser presa de unas paupérrimas sensaciones y ante uno de sus peores rivales; uno en crisis. El CD Mirandés olvidó la clasificación y fue superior a un Sporting desdibujado, mal comandado, esta vez, por un Borja Jiménez desacertado. Noticiable, a estas alturas. Analizamos la derrota sportinguista a partir de 4 claves tácticas:
Plan de inicio poco efectivo y que fomentó una excesiva separación entre líneas
Borja sorprendió de inicio con su propuesta táctica al prescindir de la figura de un 9 referencia y sumando un centrocampista más a la ecuación. El técnico explicó en rueda de prensa tras el partido que quería juntar 4 jugadores dentro para que los jugadores de los carriles exteriores atacaran el espacio a la espalda, una de las cuestiones en las que más sufría el Mirandés a la hora de defender. Una circunstancia que apenas se vio. La realidad se tradujo en intentos infructuosos de juego al pie y un equipo que se partía con facilidad, con demasiado espacio entre sus líneas para conectar buenas secuencias de pase. No se amenazó a la espalda, y sí hubo contadas posibilidades en transición, pero fueron precisamente esas distancias entre las líneas las que permitieron al Mirandés llevar mucho más peligro en ese tipo de acciones y, además, estar mejor situado para progresar desde la combinación, jugando a la espalda de los 3 mediocampistas rojiblancos (excluyendo a Gelabert), con excesivo trabajo al defender la amplitud.
Dificultades evidentes para progresar en ataques posicionales
El Sporting mostró sus principales carencias con balón controlado sin esa amenaza al espacio antes comentada. El bloque medio-bajo del Mirandés no facilitaba conquistar esa profundidad, y los perfiles elegidos en el once rojiblanco tampoco, sumando los problemas para progresar con balón en espacios reducidos y la falta de un elemento arriba sobre el que poder jugar directo como alternativa. Los gijoneses tenían que combinar hasta generar buenas situaciones de avance, sustentados en la movilidad de Dubasin y Gelabert, que intercambiaban constantemente su posición y zona de influencia, con mucha libertad, y cargando el juego hacia el carril central y el costado izquierdo. Posesiones mayormente infructuosas, con escenarios poco claros para el último pase y sin alternativas en situaciones de centro lateral por falta de efectivos para finalizar. Sí se dieron algunas situaciones propicias con llegadas desde segunda línea y pase atrás que pudieron tener un mejor desenlace, con opciones para Dubasin, Nacho Martín o Justin Smith. Pero tampoco hubo ninguna individualidad especialmente atinada.
Paso atrás con el cambio de sistema
Tampoco estuvo fina la dirección táctica desde el banquillo. A pesar de lo comentado en las claves anteriores, el Sporting llegó al descanso con victoria fruto de un polémico penalti a favor y del acierto de Yáñez; el único que sostuvo el nivel. En ese contexto, Borja Jiménez decidió recurrir a la clásica: prescindió de un extremo para dar entrada a un carrilero y así pasar a formar con un 5-3-2 que mutaba fácilmente a un 5-4-1 en fase defensiva. El paso atrás fue evidente. El Sporting pasó de saltar en campo rival con sus 3 hombres de arriba a los 3 centrales rivales, obligando a ganar altura a Guille Rosas y Diego Sánchez por fuera, lo que empujó al bloque hacia arriba, a tener inferioridad numérica en esa primera línea de presión para ganarla en la línea defensiva. Es decir, los rojiblancos ya no podían presionar igual y comprometer la salida del rival, dando pasos hacia su propia portería para estar más protegidos, en definitiva. Más defensas, sí, pero que no permitieron defender mejor por mera cuestión táctica.
Vulnerabilidad defensiva en diferentes contextos
Y es que el partido del Sporting reflejó su fragilidad defensiva en diferentes contextos. Por un lado, en el primer gol, ya con ese cambio de sistema, el Mirandés buscó la espalda de una defensa adelantada en ese momento concreto y fruto de su falta de velocidad en el retorno, con lo rápido que estaba el campo, acabó propiciando el error en cadena de los dos centrales titulares y una mala decisión final de Diego. El segundo tanto destapó una falta de contundencia importante al no lograr sacar del área un balón colgado desde un saque de banda. Mientras, en el desarrollo del partido los problemas se sucedían, sobre todo al defender la amplitud. En la primera parte, transiciones mediante. En la segunda, con una inferioridad numérica manifiesta por su perfil derecho cuando Dubasin o Gelabert no alcanzaban físicamente a llegar a tiempo a las ayudas. Urge revisarlo más allá de lo lógicas que puedan parecer algunas decisiones en la pizarra. Esta vez la ejecución práctica estuvo muy alejada de la teoría.
Los cambios
Pablo García por Cortés. Sin que estuviese siendo un partido brillante del Sporting ni mucho menos, este cambio de sistema al descanso le pasó una gran factura a nivel colectivo. Se renunció a la presión priorizando la defensa, y ni en lo individual Pablo logró aportar más que el colombiano en un rol diferente ni el equipo se vio beneficiado por la nueva estructura. Cambio a peor.
Amadou por Gelabert. Paso a buscar una alternativa para el juego directo, con el partido empatado, ante la incapacidad de salida del equipo en combinación partiendo desde más bajo en la segunda parte. Individualmente tampoco consiguió el efecto deseado más allá de alguna acción aislada y con poca continuidad.
Manu Rodríguez y Caicedo por Smith y Pablo Vázquez. Cambios de última hora, el primero hombre por hombre y el segundo modificando el sistema tras el segundo gol local, que evidenció el error previo y que individualmente no dio margen para poder aportar algo diferencial.
Nota a Borja Jiménez y el resto del cuerpo técnico
Insuficiente. Una de las señas de identidad de Borja Jiménez venía siendo su intervencionismo. Sin embargo, en esta ocasión ha demostrado que también lo debe calibrar. El técnico trató de incidir en exceso desde la pizarra, y fruto de las variantes reflejó un equipo más perdido que nunca bajo su mando. Lo propuesto desde la pizarra no revertió en beneficio sobre el césped, y los ajustes posteriores, pensando en protegerse, terminaron por dinamitar lo que se había conquistado previamente al sobreponerse a las malas sensaciones patentes desde un inicio. Un partido muy de entrenador cuyo resultado llega fruto de una desacertada lectura con unas intervenciones que, esta vez, devolvieron al Sporting a su peor versión. Un borrón para la lista de un escribano que venía haciendo precisamente de esto mismo una virtud. Partido para sacar aprendizajes.