El caos de tráfico provocado por la avalancha de portugueses y la campaña electoral atrapó a cientos de conductores Caras desencajadas, sensación de impotencia e inquietud generalizada: «¿Qué está pasando?» Se preguntaban unos a otros temiendo que la respuesta fuera un accidente o algo peor. Pero la respuesta estaba allí mismo, a su lado, en cientos de vehículos con matrícula de Portugal que acabaron por colapsar el ya saturado tráfico de un viernes por la tarde, en el que además había mitin del presidente del gobierno. A las ocho de la tarde, la hora crítica, los conductores salían de los coches en busca de oxígeno, las motocicletas circulaban por las aceras y los policías de tráfico se desesperaban. La pesadilla duró más de cuatro horas.
REDACCIÓN