Los modelos de la diseñadora Sybilla protagonizaron una gala con más glamour que la del año pasado «¡Qué gracia! Esto cada día se parece más a los Oscar», fue la primera frase que pronunció Alex de la Iglesia ante el maremagnum de flashes en la antesala a los Premios Goya, una fiesta en toda regla en la que el diamantazo prestado convirtió Madrid en una sucursal de Hollywood. Pieles, lentejuelas, escotes vertiginosos, mucha cirugía estética y, sobre todo, un nombre, Sybilla. «¿De quién vas vestida? De Sybilla, por su puesto...». Fue la letanía de una noche para recordar, una velada en la que, por un momento, parecía que se iba a convertir en una especie de librillo -de celuloide, claro- tipo «¿Dónde está Wally?».
LUIS A. NEMOLATO. Colpisa