La palista gallega vuelve a casa tras cosechar un nuevo diploma olímpico en las Olimpiadas de Río. Fue recibida en el aeropuerto de Peinador por su gente y por su hija. Un abrazo que vale más que una medalla.
Desde Lugo, donde se formó, y desde Viveiro, adonde llegó con nueve años, vivieron con emoción y muchos nervios la final de la prueba de k-2 200 en la que el gallego se colgó la medalla de oro.