La violencia estalló en el área católica de Ardyone, en el norte de Belfast, a última hora de la marcha protestante, a la que se le había permitido desfilar por esas calles.
El inspector de la policía norirlandesa John Burrows indicó que el incidente provocó «pánico puro» cuando el dispositivo fue arrojado «en una bolsa» en el edificio.
En cambio, Adams calificó de «burdamente insuficiente» el reconocimiento por parte de la reina de que la relación entre los dos países no fue «totalmente benigna».
El país se encuentra en una situación financiera desesperada, por lo que ambos líderes buscan contar con un Gobierno cuanto antes y cuya primera labor será la de renegociar la ayuda de la UE y del FMI.