Las historias que truncó el terror

Tamara Montero
Tamara Montero REDACCIÓN / LA VOZ

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Entre las víctimas hay un niño de 11 años, cuatro miembros de una misma familia y un joven que no conocerá a su hijo

16 jul 2016 . Actualizado a las 08:19 h.

Sean (51 años) y Brodie (11) ya no regresarán a Texas. Ni Viktoria Savchenko (21) a Moscú. Tampoco volverá a entrenar el equipo de atletismo de Marcigny (en el este de Francia) Robert Marchand (60). Timothé Fournier (27) nunca conocerá a su hijo, que todavía no ha nacido. La barbarie se llevó por delante 84 vidas, 84 historias, en el paseo de los Ingleses de Niza. Por eso Viktoria ya no regresará a la Academia Rusa de Finanzas. Su amiga Polina y ella estaban de vacaciones en la Costa Azul. Cuando el camión la embistió, murió en el acto. Polina tuvo más suerte. A pesar de resultar herida, sobrevivió.

La sinrazón también ha separado los caminos de Linda Casanova (54) y Gilles, su marido. Ella, oriunda de la región suiza de Tesino, no pudo apartarse del camión del que sí pudo escapar su marido. El mismo camión que se llevó por delante a Timothé Fournier, que vivía en París. Salvó a su mujer, embarazada de siete meses, gracias al empujón que le dio antes de morir bajo las ruedas del terrorismo. Una familia destrozada por el odio. Como los Copeland, en medio de unas vacaciones de ensueño. Habían viajado desde Texas a Pamplona y Barcelona primero. Después se trasladaron a la Riviera Francesa para celebrar un cumpleaños. La atrocidad le quitó la vida a Sean y al pequeño Brodie, al que había transmitido su pasión por el béisbol. Es el mismo horror que mató a Michael Pellegrini, un profesor de 28 años que disfrutaba del espectáculo pirotécnico en Niza junto a su madre y sus abuelos. Véronique Lion (55) y Francisco (82) y Christiane Locatelli (78) también perecieron durante el atentado. Y exactamente el mismo horror que acabó con la vida del policía Emmanuel Grout (48), que estaba viendo los fuegos artificiales con su pareja, también policía, y su hija.

El tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel también ha segado la vida de tres compatriotas. Mohammed Ben Abdelkader Toukabri era originario de Béja y trabajaba como mecánico en Niza. Olfa Bent Souayah tenía 31 años. Su hijo, de 4, seguía desaparecido. La tercera víctima tunecina es Bilal Labaoui, nacido en 1987 en la región de Kasserine, en el centro de Túnez. El terrorista también ha matado a un profesor y dos estudiantes de la escuela Paula Fürst de Charlottenburg, en Berlín, que estaban de viaje de estudios. Y a un ucraniano y dos armenios.

Pero el momento justo en el que se desató el terror lleva nombre de mujer. De mujer y musulmana. Al menos eso es lo que cree uno de sus siete hijos. Fatima Charrihi, de origen marroquí, «practicaba un islam moderado, el verdadero islam. No el de los terroristas», dijo su hijo Hamza al L’Express. «Fue la primera víctima. No había otros cuerpos antes que ella». Fatima estaba con sus sobrinos. Habían ido a ver el espectáculo que celebra el Día Nacional de Francia. «Mi hermano trató de reanimarla». Pero Fatima, la primera víctima, murió en el acto.