Donald Trump prepara su coronación

ADRIANA REY NUEVA YORK / E. LA VOZ

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JUSTIN LANE | Efe

El ya candidato republicano intenta limar las aristas con su número dos, Mike Pence

21 jul 2016 . Actualizado a las 07:14 h.

Cleveland se prepara para el gran día de los republicanos. O mejor dicho, de Donald Trump. Hoy el multimillonario será coronado como candidato a la Casa Blanca, tras superar la barrera de los 1.237 delegados. La cifra mágica. «¡Trabajaré duro y nunca os decepcionaré. América primero!», prometía el magnate después de la votación por estados en la convención republicana.

Los más de 50.000 asistentes esperan una fiesta por todo lo alto y al más puro estilo hollywoodiense (vistos los precedentes de las primeras jornadas del cónclave). Un año y treinta y cinco días después de su anuncio de candidatura en la majestuosa Torre Trump, pocos imaginaban que el magnate llegaría a la cumbre de un proceso republicano que lo colocaría a las puertas de ser el próximo presidente de Estados Unidos. Un hombre que sigue sin enterrar su pasado de showman y playboy; un candidato que enfrenta diariamente acusaciones de xenofobia o racismo, consecuencia de un discurso desconcertante y un programa incendiario. Construir un muro entre México y EE.UU., deportar a los indocumentados, vetar la entrada de musulmanes en el país o fulminar el Obamacare son algunas de las propuestas que el partido asumiría a cambio de la vicepresidencia de Mike Pence. «Mi gran amigo», decía Trump ayer a pesar de la evidente tensión entre ambos. El magnate escenificó una supuesta unidad tras descender de un helicóptero acompañado de la banda sonora de la película Air Force One.

Diversos analistas opinan que el miedo se ha impuesto al sentido común: «¿Qué decís si unimos al partido?», proponía Paul Ryan a los delegados. El presidente de la Cámara de Representantes olvidaba así que un día fue él quien llamó racista al magnate. Como Ryan, Ted Cruz, Marco Rubio y muchos otros dirigentes han preferido mirar para otro lado y permitir, por primera vez en más de 60 años, que alguien no vinculado a la élite del partido gane la candidatura presidencial. De esta manera, Trump, el autoproclamado outsider, se dispone desde hoy a pertenecer al establishment que tanto ha criticado.

En días de tanta felicidad para la familia Trump, el punto negro radica en la polémica que acompaña el discurso de Melania, la mujer del magnate, y su presunto plagio de algunas frases y gestos de Michelle Obama. «Fue mi error», admitió ayer Meredith McIver, autora del discurso. McIver pidió perdón en una carta y aseguró que Melania Trump siempre había admirado a la esposa de Obama: «Incluí algunas frases en el borrador que terminó siendo el discurso final. No lo verifiqué». McIver presentaba su dimisión pero el propio Trump la rechazaba: «Los medios están pasando más tiempo haciendo análisis del discurso de Melania del que el FBI empleó en los correos de Hillary», denunció el magnate. Un episodio por el que algunos republicanos pidieron cárcel para Hillary Clinton: «¡A prisión!», gritaban en el Quicken Loans Arena y sugerían a través de carteles y pancartas en la platea de la sede de la convención republicana.

Clinton busca su vicepresidente

Al mismo tiempo, Clinton ultima los detalles para elegir a su número dos, el vicepresidente demócrata. La lista es larga, pero las deliberaciones están centradas en dos nombres: el secretario de Agricultura, Tom Vilsak, y el senador de Virginia, Timothy Kain. Clinton ha hablado muy bien de ambos en los últimos días e incluso Barack Obama le habría aconsejado al respecto. La exsecretaria de Estado se prepara para ser designada la candidata oficial del Partido Demócrata en la convención de Filadelfia la semana que viene. Tras esta cita, republicanos y demócratas encararán la carrera a la Casa Blanca en una caravana histórica que ya tiene fecha para el primer debate presidencial. Será el 26 de septiembre en la Universidad de Hofstra, en Nueva York.