Omran, el horror de la guerra siria

Laura Fernández Palomo AMÁN / CORRESPONSAL

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La imagen del niño herido en Alepo llega el mismo día en que la ONU exigía una tregua de 48 horas para repartir ayuda humanitaria, que Rusia dice haber aceptado

19 ago 2016 . Actualizado a las 07:47 h.

Descalzo, cubierto de polvo y con el rostro ensangrentado. Otra imagen de un niño sirio ha vuelto a dar la vuelta al mundo. Está vivo, a diferencia del pequeño Aylan, cuyo cuerpo apareció tendido en una playa griega. No había escapado de la guerra. Está en Siria. Espera en una ambulancia con la mirada perdida, desconcertado. Sin soltar una sola lágrima, tras ser rescatado de los escombros en que quedó su casa en Alepo después de un bombardeo de cazas rusos o del régimen. Tiene solo 5 años y su nombre es Omran Daqneesh.

Omran es ya otro símbolo del horror de la guerra siria. De la agonía que viven los civiles de Alepo, atrapados entre el asedio del régimen y la contraofensiva rebelde. Una situación que ha llevado a la ONU y a la Unión Europea a exigir una tregua de 48 horas semanales para permitir la llegada de ayuda humanitaria y material médico. Rusia se ha mostrado de acuerdo, después de que ayer no se hubiera permitido la entrada de los convoyes que llevan un mes sin tener acceso a las zonas asediadas. El enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, que había pedido un «gesto de humanidad de ambos lados» agradeció la posibilidad de alto el fuego y recordó a los dos millones de personas que permanecen sitiados en toda Siria.

La batalla de Alepo está enquistada, ninguno de los frentes avanza. Las zonas rebeldes del este de la ciudad, con más de 300.000 personas, están siendo sometidas a intensos bombardeos, como el del barrio de Qaterji, donde Omran fue recuperado de las ruinas de un edificio por los voluntarios de la Defensa Civil, conocidos como los cascos blancos. Tuvieron que ir a un edificio adyacente y «retirar desde allí a los miembros de la familia de Omran uno por uno, de un balcón al otro». Primero Omran, después su hermano de 6 años y sus dos hermanas de 8 y 11. Por último, la madre y el padre. Ellos sobrevivieron, pero tres de sus vecinos murieron y otros doce resultaron heridos. «Por lo regular están desmayados o lloran. Pero Omran estaba ahí sin voz y con la mirada perdida. Es como si no comprendiera muy bien lo que le acababa de suceder», contó Mahmud Raslan, el fotógrafo de AFP que captó la imagen que ayer recorría redes y medios.

Omran es una llamada de atención al mundo sobre todos los miles de niños muertos en la guerra y el símbolo de la incapacidad o falta de voluntad de las potencias para detener la carnicería. 

Más de 4.500 muertos

Uno de cada tres menores sirios ha nacido en un país en guerra. Más de 3,7 millones pequeños que, como Omran, solo han conocido «violencia, miedo y desplazamiento», denuncia Unicef. El Observatorio de Derechos Humanos Sirio calcula que solo en Alepo han muerto más de 4.500 menores, mientras que la red de documentación Syrian Network for Human Rights estima que 19.000 han perecido en todo el país en cinco años.

En la vecina Al Hasaka, ayer la aviación del régimen bombardeó por primera vez a los guerrilleros kurdos de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG). La milicia acusó a Damasco de atacar sus posiciones para «frustrar» su campaña contra el Estado Islámico (EI) con la que habían conseguido importantes avances.

Más de 17.000 muertos en las cárceles

Los guardas de seguridad de las cárceles sirias arrancan las uñas a los presos, les queman con cigarros y los escaldan con agua hirviendo. Violaciones y torturas que contienen los testimonios de 65 presos supervivientes que Amnistía Internacional (AI) ha recopilado en una investigación sobre las cárceles sirias y los muertos bajo custodia. El lugar más atroz es la prisión militar de Saydnaya, en las afueras de Damasco, donde los reclusos sufrían «una crueldad en su forma más vil», como descargas eléctricas y violencia sexual.

Más de 300 personas han muerto cada mes en las prisiones del régimen de Bachar al Asad desde el inicio de las protestas que precedieron a la guerra. En el informe se detallan «los abusos espeluznantes» y «condiciones inhumanas» de las prisiones donde más de 17.000 reclusos perecieron y miles están desaparecidos.

La reconstrucción de estas historias es un catálogo del horror; «los terribles abusos que sufren, de forma rutinaria, desde el momento de su arresto, en los interrogatorios y cuando están detenidos en las instalaciones de los servicios de inteligencia sirios», especificó Philip Luther, director del programa para Oriente Medio y Norte de África. Para AI el Ejecutivo sirio ha recurrido sistemáticamente a la tortura «como modo de derribar a sus oponentes», incluida la población civil, y recuerda que equivale «a crímenes contra la humanidad».