El cartel del Chapo se desangra

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

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El entorno del Chapo

Venganzas y guerras por el control de las rutas de la droga a EE.UU. amenazan el imperio del narco mexicano

21 ago 2016 . Actualizado a las 09:02 h.

No está reconocido por la Iglesia católica, pero en Culiacán, en el estado de Sinaloa, veneran al santito Jesús Malverde. La figura del hombre apodado el santo de los narcos representa a un güero de pelo moreno, de bigote frondoso, un personaje que guarda cierto parecido con Joaquín el Chapo Guzmán. Al líder del cartel de Sinaloa el apodo le viene de su escasa estatura, pero ese señor bajito nacido en abril de 1957 en La Tuna de Badiraguato, ha logrado llegar a lo más alto en el mundo del narcotráfico. Tras su última fuga de la cárcel del Altiplano el año pasado para vergüenza del presidente Peña Nieto, el llamado también Señor del Túnel llegó a ser el hombre más buscado del planeta y enemigo público número 1 en Chicago, un título que había estado reservado en la ciudad del medio oeste únicamente para Al Capone.

Su organización, fundada en 1989 con su compadre Ismael El Mayo Zambada, controla el mercado de la heroína, cocaína, metaanfetamina y marihuana que llega a Estados Unidos por las rutas que atraviesan los estados de Durango, Sinaloa y Chihuahua. Todo el que quiera pasar por ahí su producto a Estados Unidos tiene que pagar peaje al Chapo.

Pero las luchas dentro del propio cartel, aceleradas desde que fue trasladado en mayo a una cárcel de Ciudad Juárez desde donde no podía controlar la empresa, además de las disputas con sus exaliados de los carteles de los Beltrán Leiva y los Jalisco Nuevas Generaciones por el control de esos territorios podrían deshacer un imperio que lo convirtió, según publicó en el 2012 Forbes, en uno de los hombres más ricos de América con una fortuna de 1.000 millones de dólares. Hay quien dice incluso, como apuntaba el pasado junio la revista Proceso, que detrás de esa guerra podría estar el histórico narcotraficante de los años ochenta Rafael Caro Quintero, liberado en el 2013 después de haber pasado cerca de treinta años entre rejas por la muerte del agente de la DEA Enrique Camarena.

Pero él lo ha desmentido: «No estoy en guerra con el Chapo», dijo a Proceso TV. Este fue uno de los fundadores del desaparecido cartel de Guadalajara junto con Ernesto Fonseca Carrillo Don Neto y Miguel Ángel Félix Gallardo el Padrino.

Sus comienzos

El grupo de Guadalajara dominaba en aquellos años los territorios donde ahora opera el grupo del Chapo. Sobrino del histórico narco de los sesenta Pedro Avilés, abatido en 1978, el Chapo comenzó a dar sus primeros pasos en ese mundo al amparo del Padrino. Pero tras la detención de este último en 1989, los territorios del cartel fueron repartidos. Fue entonces cuando el Chapo fundó su propia organización. Aquellos eran tiempos en los que no tenía problemas con sus primos Beltrán Leyva e incluso fue apoyado por uno de ellos cuando entró en la cárcel tras su primera captura en Guatemala. Pero con los años las disputas fueron creciendo hasta llegar al actual escenario de guerra inminente.

El secuestro el lunes de Jesús Alfredo Guzmán, el menor de los cuatro hijos que tuvo el Chapo con su primera esposa, Alejandrina Salazar, puede entenderse como un nuevo golpe en un enrevesado conflicto levantado sobre viejas rencillas. El primer gran ataque al corazón del territorio del Chapo fue en junio, cuando asaltaron la casa de doña Consuelo Loera, la madre del narco, en La Tuna. Detrás parece estár, como apuntó en su día La Prensa, Alfredo Guzmán Beltrán el Mochomito, hijo de Alfredo Beltrán Leyva. Este sobrino del Chapo querría vengar a su padre, encarcelado en Estados Unidos. La familia sospecha, según publicaron varios medios, que el Chapo podría estar detrás de esa detención. De hecho, solo unos meses después fue abatido en un centro comercial Edgar Guzmán, uno de sus vástagos. ¿Sería una venganza?

Pero la revista Proceso va más allá sobre lo ocurrido en La Tuna. Dice que el Mochomito podría ser el brazo ejecutor de Caro Quintero, que querría recuperar su feudo de los ochenta.

Un segundo golpe directo a la familia del Chapo en los últimos dos meses fue la muerte de dos de sus sobrinos. Pero el tercero y quizá el más grave fue el secuestro el lunes de Jesús Alfredo que, con su padre en la cárcel y junto a su hermano, controlaría las rutas de la droga hacia Estados Unidos. La fiscalía atribuyó en este caso el secuestro al cartel de Jalisco Nuevas Generaciones, una organización formada por exsicarios del Chapo encargados de proteger sus plazas en el entorno de Guadalajara.

El avance de un nuevo cartel

Un informe de la DEA recogido por El Universal habla de que en tan solo un año esta nueva organización -aliada con los hermanos Arellano Félix, jefes del rival cartel de Tijuana- ha logrado hacerse con los territorios de Jalisco, Michoacán, Nayarith, Guanajuato, San Luis, Oaxaca, Chiapas, Baja California Sur y Baja California. Precisamente fue en esta última donde empezó una guerra con el cartel de Sinaloa para hacerse con su territorio.

Como ocurrió en Colombia años atrás con Pablo Escobar, el Chapo es para muchos vecinos de la Tuna, su localidad natal, su benefactor. Incluso cuentan que es un hombre de «buen corazón», como apuntan testimonios recogidos por Las 2 Orillas. Pero esa descripción no coincide en absoluto con la que ofrecen autoridades mexicanas o la DEA. Dicen que es uno de los narcotraficantes más poderosos. Un hombre totalmente implacable.