Draghi se reserva para fin de año

Mercedes Mora FRÁNCFORT

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RALPH ORLOWSKI | Reuters

Carga contra Alemania por prorrogar la austeridad cuando no le hace falta

09 sep 2016 . Actualizado a las 00:27 h.

La cosa está que arde en la vieja Europa. El crecimiento sigue siendo endeble, la inflación por los suelos, los tipos en terreno negativo y las crisis que no cesan: brexit, migración... Y Draghi, como si oyera llover. O casi. Por lo menos ayer.

«Yo ya he puesto demasiado carne en el asador. La que me queda, que todavía tengo, me la guardo por lo que pueda pasar, que el invierno es muy duro. Ahora le toca a otro abrir la nevera». No es una frase que haya salido de la boca del italiano, tan comedido él. Pero bien podría haberlo hecho. Resume a la perfección la postura del presidente del BCE.

Poco fue lo que dio de sí la reunión que mantuvo ayer con sus huestes en el cuartel general de Fráncfort. Nada de nuevos estímulos: los tipos se mantienen en el histórico 0 % y el bazuca de las compras masivas de deuda se queda donde está, disparando 80.000 millones al mes. Pero sí muchas puntadas con hilo de las que acostumbra a dar Draghi. Defendió a capa y espada lo hecho hasta ahora, volvió a dejar claro que está dispuesto a hacer todavía más -no ahora, pero sí más adelante, quizá en diciembre- y lanzó algunos dardos envenenados. En su diana, alguna de las principales capitales europeas y, sobre todo, Berlín. «El BCE ha hecho mucho, pero solo con el BCE no basta», soltó. Y no es la primera vez que lo hace. «Todos los países deben impulsar reformas estructurales y si tienen margen fiscal, usarlo. Alemania lo tiene», recalcó el guardián del euro.

El motor no carbura

Y es que, pese a sus manguerazos -lleva un billón largo inyectado en la economía con las medidas que tanto molestan a los halcones germanos-, la economía de la eurozona sigue sin carburar como a todos nos gustaría. No hay más que echar un vistazo a las nuevas previsiones que manejan en los despachos de la autoridad monetaria para percatarse de que el motor sigue a medio gas. Ayer Draghi aclaró que han revisado a la baja el crecimiento esperado para el próximo año (del 1,7 al 1,6 %). En el 2018, sigue donde estaba: en el 1,6%. En el capítulo de la inflación, piedra angular del mandato del BCE, no se mueve ni una coma: el 1,2 y el 1,6 %, respectivamente, cuando el objetivo es que esté próxima pero por debajo del 2 %, algo que no ocurrirá hasta el 2019. Demasiado tarde para el gusto de Draghi.

También tuvo el presidente de la autoridad monetaria palabras para la banca, desde donde últimamente le llueven las críticas por tener los tipos donde los tiene. Reconoció que es este un momento harto difícil para el sector, pero les recordó a los responsables de las entidades que no todos sus males los pueden achacar a ese escenario. Cada palo que aguante su vela, les vino a decir el italiano.