Trump achaca su semana «horribilis» a una gran conspiración contra él

Adriana Rey NUEVA YORK / E. LA VOZ

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BRENDAN SMIALOWSKI | AFP

Insinúa que Clinton estaba drogada en el último debate y pide hacerle una prueba

16 oct 2016 . Actualizado a las 09:39 h.

«Deberíamos de hacer un test de drogas antes del debate porque no sé qué está pasando con ella», dijo Donald Trump insinuando que Hillary Clinton consume estupefacientes. «Al comienzo del último debate, ella tenía muchísima energía. Y después, al final... Estaba deseando que la bajaran. Apenas podía llegar a su coche», cargaba el magnate. «Debería de ser procesada y encarcelada ahora mismo», añadió utilizando su habitual envite.

Así golpeó de nuevo el candidato republicano, en la misma línea de siempre y rompiendo otra vez su propio récord de aberraciones. Se presentó en Nuevo Hampshire, como víctima de un «sistema amañado» en el que los medios de comunicación tratan de «envenenar» las mentes de los votantes: «Las elecciones están amañadas por medios corruptos que presentan acusaciones totalmente falsas».

El discurso fue el mismo a lo largo de toda la semana, su semana horribilis a nivel político y probablemente a nivel personal, «una gran conspiración», según el magnate, después de que trece mujeres le denunciasen por agresiones y acoso sexual, en los periódicos y cadenas de televisión más importantes del país. 

«No le abucheéis tanto, ha tenido un mal día, echadle una mano», decía el viernes un irónico Bill Clinton. Y es que el número de mujeres que aseguran que Trump las acosó no hace más que acrecentarse. «Me agarró y me besó», confesó a The Guardian, Cathy Heller, la última en desvelar un supuesto abuso que él sigue negando. «Son mentiras y más mentiras» insistía ayer. 

Horas antes, había amparado su defensa en asegurar que sus supuestas víctimas eran poco atractivas y solo buscaban dinero: «No sería mi primera opción», dijo de Jessica Leeds, la mujer que contó a The New York Times que el multimillonario le toqueteó en un avión en 1980. 

«Trump no es un cerdo, es un depredador», decía sin tapujos The Washington Post. A las denuncias de este rotativo le siguieron las de muchos otros medios cansados de la retórica incendiaria del republicano: «EE.UU. no necesita un charlatán arrogante como Trump en el despacho oval», sentenciaba The New Herald, antes de llamar al voto por Clinton. 

Crisis sin precedentes

A 23 días de las elecciones y a tres del último debate presidencial, la campaña de Trump se enfrenta a una crisis sin precedentes con los sondeos elevando la ventaja a su rival. La última encuesta elaborada por Reuters/Ipsos sitúa a la demócrata a siete puntos del neoyorquino, quien además, ha sufrido en los últimos días una importante pérdida de apoyos por parte de líderes republicanos: «No puedo ir a donde él [Trump] está llevando al partido», dijo Lindsey Graham, senador de Carolina del Sur.

Muchos ya dan por perdida la Casa Blanca, ahora la batalla se libra en las Cámaras. El 8 de noviembre no solo se elige al próximo comandante en jefe de Estados Unidos, también a los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 34 del Senado, donde los republicanos tienen mayoría. Bajo este objetivo, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, protagonizó el viernes su primer discurso electoral tras alejarse de la campaña del magnate. En él no hubo ni una sola mención a Donald Trump, un candidato cada vez más solo dentro de su partido.

EE.UU. amenaza con un ciberataque contra Rusia

No es ningún secreto que las relaciones entre EE.UU. y Rusia no pasan por su mejor momento. Las posturas de ambas potencias en relación a la guerra de Siria han puesto a sus Gobiernos en guardia. A pesar de la importancia de esas tensiones, no es este el asunto que más ampollas levantó en Washington. La paciencia de su servicios de inteligencia se agotó cuando hace escasos meses comenzaron a sospechar que su histórico enemigo se inmiscuía en la campaña electoral.

Semana tras semana, el Partido Demócrata y la campaña liderada por Hillary Clinton han visto cómo sus organizaciones han sido blanco de ataques cibernéticos. Ataques que han enfadado a la Administración Obama, que ya considera devolver el golpe a Rusia en forma de un ciberataque «sin precedentes», según NBC News. Es más, los objetivos ya habrían sido seleccionados después de que la Casa Blanca haya encargado a la CIA presentar varias opciones de ciberataques que desenmascaren y avergüencen al Kremlin. Exfuncionarios de inteligencia señalan que ya tienen documentos que apuntan hacía Vladimir Putin.

«Enviaremos un mensaje», advertía el vicepresidente Joe Biden. La contestación no tardó en llegar desde Moscú. «¿Estados Unidos se prepara para una guerra cibernética y nos quiere intimidar? Están tratando de jugar con fuego, pero pueden quemar la casa», dijo Andréi Krustkij, enviado especial de Putin en seguridad informática. Hace poco más de una semana que Washington acusó a Rusia de realizar una campaña de pirateo. «El Gobierno ruso dirigió la reciente vulneración de correos electrónicos de personas e instituciones estadounidenses, incluyendo organizaciones políticas», aseguraba el Departamento de Seguridad Nacional. Según Reuters, el portal Wikileaks estarían planeando sacar otros 50.000 correos y que golpearían en el seno de la campaña de Clinton.