Crespo dice que su fichaje perjudicó a Correa porque se llevaba mal con Fraga

EFE

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Fernando Villar | efe

El número dos de la operación Gürtel tenía buenas relaciones con Xosé Cuiña, ex secretario general del PP gallego

27 oct 2016 . Actualizado a las 16:23 h.

El número dos de la operación Gürtel, Pablo Crespo, consideró este jueves que el hecho de que Francisco Correa le fichase para gestionar sus empresas en el 2002, tres años después de dejar su cargo en el PP gallego, le perjudicó porque no tenía buenas relaciones con «quien mandaba en aquel momento», en referencia a Manuel Fraga. «El señor Correa siempre le ha quitado importancia a esto, pero ayudar no ayudó», respondió a su abogado, Miguel Durán, cuando le preguntó si «había trajinado con sus contactos en el PP para conseguir contrataciones para el señor Correa».

En un primer momento, el que ejerció de secretario de organización del PP gallego contestó a la pregunta con un rotundo «desde luego que no». Luego, añadió: «Lo que le puedo decir, y el señor Correa lo sabe porque se lo expresé con consternación en su día, que mi incorporación al frente de Special Events (empresa de Correa) le perjudicó precisamente por yo provenir del PP de Galicia sin ser una persona de confianza. Y que lo fui hasta que desgraciadamente falleció, de alguien que no era de la simpatía de quien mandaba en aquel momento».

Según aclaró su abogado, Crespo quiso decir que tenía buenas relaciones con Xosé Cuiña, ex secretario general del PP gallego (1990-1999), fallecido en el 2007, que no se llevaba bien con el expresidente de la Xunta Manuel Fraga.

Durán también le preguntó si participó en el diseño de estructuras societarias de Correa, a lo que dijo que él le ayudó «dentro de un ámbito que he entendido lícito». «Jamás he tenido conocimiento de un acto delictivo como tal», añadió, para volver a resaltar que Correa, además de su «jefe», seguía siendo su «amigo».

A lo largo del interrogatorio de su abogado, Crespo relató las presuntas irregularidades que según él se produjeron en su detención en febrero del 2009, tales como que transcurrió el plazo legal de 72 horas antes de ser puesto a disposición judicial y que le asistió un letrado que finalmente resultó imputado, sin que el juez Baltasar Garzón le advirtiera de ello. También se quejó de las condiciones precarias en las que estuvo detenido y que, además de dormir y comer poco, le llevaron a estar 24 horas en dependencias policiales sin poder hacer sus necesidades. Dijo que quizá aguantó porque tiene «la vejiga de titanio».