Rajoy salda deudas con su aliada, pero no colma sus aspiraciones

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Pablo Carballo

La secretaria general del PP queda muy por debajo de su gran rival interna, Soraya Sáenz de Santamaría

04 nov 2016 . Actualizado a las 12:29 h.

Mariano Rajoy acostumbra a premiar la fidelidad. Y si ha habido en el PP alguien fiel a Rajoy en los últimos años, esa ha sido María Dolores de Cospedal. El líder popular cree saldada esa deuda con el nombramiento de la secretaria general del partido como nueva ministra de Defensa. Pero, aunque nunca lo dirá, ese cargo estará probablemente muy lejos de las aspiraciones que llegó a tener la expresidenta de Castilla-La Mancha.

Se había especulado mucho, aunque sin demasiado criterio, sobre la posibilidad de que la entrada de Cospedal en el Ejecutivo mermara las competencias de Soraya Sáenz de Santamaría, que forma, junto a la primera y a Ana Pastor, el trío de las mujeres de la máxima confianza de Rajoy. Pero el presidente tiene claro que la capacidad política de Sáenz de Santamaría para dirigir el Gobierno está muy por encima de la secretaria general, aunque el predicamento de la vicepresidenta en el partido sea más bien escaso.

Dolores de Cospedal ha tenido una carrera peculiar en el PP. Abogada del Estado, al igual que su gran rival, Sáenz de Santamaría, fue Javier Arenas quien le dio su primer cargo relevante como subsecretaria del Ministerio de Trabajo. Con el tiempo se convirtieron, sin embargo, en rivales internos. Y fue también consejera de Transportes en el Gobierno madrileño de Esperanza Aguirre, que a la postre se convertiría también en enemiga acérrima.

Con fama de dura y de muy conservadora, sorprendió a sus compañeros consejeros cuando en el año 2004 les anunció que a sus 41 años, y recién divorciada, se iba a convertir en madre soltera. «Lo único que he hecho tarde en mi vida ha sido tener a mi hijo», dijo posteriormente en una entrevista. Una semana después de dar a luz, Mariano Rajoy le propuso ser cabeza de lista del PP en Castilla-La Mancha. Desde ahí, su carrera fue en ascenso hasta convertirse, para sorpresa de muchos, en la secretaria general del PP en el 2008, cuando Rajoy decidió dar un vuelco a la dirección del partido tras su segunda derrota en las generales. Un puesto que mantuvo después de convertirse en presidenta de Castilla-La Mancha en el año 2011, algo que provocó no pocas quejas a Rajoy de algunos presidentes autonómicos. Desde la secretaría general del PP asumió la dura tarea de dar la cara en el caso Bárcenas, enfrentándose al extesorero del partido, lo que le ganó la inquina de este. En este tiempo ha sabido también mantener la cohesión interna de un partido que Rajoy dejó casi abandonado al convertirse en presidente. Ayer, el líder del PP creyó llegado el momento de saldar esa deuda. Aunque no estuvo precisamente espléndido.