Los retos de un Gobierno en minoría

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente MADRID / LA VOZ

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Ángel Díaz | EFE

Deberá afrontar la aprobación de los Presupuestos, la gobernabilidad, el desafío secesionista y la ley de educación

04 nov 2016 . Actualizado a las 07:20 h.

Mariano Rajoy ha elegido un Gabinete para gobernar en minoría, que tendrá que fajarse para sacar adelante sus propuestas en un Congreso en el que solo le respaldan 137 escaños, el menor apoyo parlamentario con el que un Gobierno inicia su andadura en toda la democracia. Ese será su gran reto en el día a día, dialogar, negociar y pactar si es posible con los demás grupos parlamentarios. Los socialistas ya han dejado claro que su abstención en la investidura no significa garantizarle la gobernabilidad ni la estabilidad. La hoja de ruta del presidente serán las 150 medidas pactadas con Ciudadanos, que anuncia que estará vigilante para que se cumplan en los plazos previstos. A partir de esos compromisos, Rajoy tratará de atraer al PSOE, que ha anunciado que hará una oposición firme.

La primera gran prueba será aprobar los Presupuestos, para lo que tendrá que hacer equilibrios. El Gobierno deberá optar entre más recortes o subir impuestos para cumplir con el ajuste de 5.500 millones de euros que exige Bruselas. El nuevo PSOE ya ha señalado que será muy difícil que los apoye, aunque valdría con su abstención. La otra vía es llegar a un acuerdo con el PNV, que pondrá un alto precio, pero aun así faltaría un voto. Si Rajoy no logra que se aprueben las cuentas públicas en un tiempo razonable tiene en su mano apretar, a partir del 3 de mayo, el botón rojo que llevaría a nuevas elecciones, lo que no le interesa en absoluto a un PSOE al que llevará tiempo curar las heridas. Además, cuenta con el derecho de veto que le otorga el artículo 134.6 de la Constitución, que le faculta para aceptar o no cualquier proposición o enmienda que suponga aumento del gasto.

Referendo a la vista

Pero el mayor desafío de su mandato es el anuncio de los independentistas catalanes de que celebrarán un referendo vinculante, aunque no haya acuerdo con el Estado, en septiembre del año que viene. Rajoy ha prometido diálogo, pero no ha propuesto ninguna fórmula concreta para desactivar esta bomba de relojería, más allá de la aplicación estricta de la ley. Una de las bazas con las que cuenta es la nueva financiación autonómica, que podría mejorar sensiblemente las condiciones de Cataluña. Para llevar este asunto decisivo ha colocado a su mano derecha, Soraya Sáenz de Santamaría. Pero los secesionistas se han radicalizado de tal forma que ya no aceptan nada que no sea pactar la celebración del referendo. Ni siquiera está por la labor la antigua Convergència.

Consensuar la ley de educación

Si hay un asunto de la máxima importancia para un país es la educación. El reto en este terreno es consensuar la ley, lo que supondría un hito en la democracia, ya que todas las anteriores han sido impuesta por la mayoría de turno. El calendario pactado entre PP y Ciudadanos ya señala que deberán impulsar este mismo mes la subcomisión sobre la nueva ley educativa. El confirmado ministro Íñigo Méndez de Vigo ha mostrado un talante más dialogante con los sectores educativos que su antecesor, José Ignacio Wert.

El Gobierno deberá afrontar también la reforma de las pensiones para garantizar su sostenibilidad, para lo que reunirá lo antes posible al Pacto de Toledo. La situación es crítica. El año se cerrará con un déficit récord de 19.000 millones y el próximo año la hucha de las pensiones, con la que se pagan desde el 2012 las pagas extras de verano y Navidad, se agotará.

Mejorar la comunicación

Para abordar esta nueva etapa, el presidente sigue confiando en los mismos pilares que sustentaron su anterior Gobierno, Sáenz de Santamaría y el tándem económico formado por Luis de Guindos -no logra la ansiada vicepresidencia- y Cristóbal Montoro, en el que el primero toma ventaja. Méndez de Vigo, un político dialogante y poco conflictivo, será la cara amable para tratar de mejorar uno de los puntos débiles del anterior Gabinete, la comunicación. El núcleo duro de los ministros que tendrán que negociar con la oposición la solución a los principales problemas del país se mantiene. La incógnita es si los mismos que no dialogaron apenas con la oposición en la pasada legislatura y se limitaron a aplicar el rodillo que les concedía la mayoría absoluta del PP serán capaces de cumplir la nueva tarea. El mensaje de Rajoy es que no va a cambiar absolutamente nada en materia económica.