Entre el júbilo y el miedo a lo imprevisible tras la victoria de Trump

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Incluso quienes apoyaron a Trump reaccionan con incertidumbre ante el resultado

10 nov 2016 . Actualizado a las 18:39 h.

En una de las paredes de los edificios que forman el cruce entre las calles Damen, North Avenue y Milwaukee, en Chicago, hay dos carteles. El primero muestra las caras de Donald Trump y Hillary Clinton rodeadas de un círculo rojo que luego se convierte en cruz para tacharlas. Al lado se ve la imagen de Hillary con una leyenda: «Las mentiras de Hillary importan». Los dos carteles forman un collage urbano que explica lo que ocurrió el martes en Estados Unidos. Ninguno de los dos candidatos con opciones convencía y la aspirante azul a la Casa Blanca no representaba tampoco a esa parte de demócratas que en su día respaldaron a Obama y que, curiosamente, ahora han dado su apoyo a Trump.

«Hoy estoy contento -destaca Victorio Ciustino- porque ha ganado Donald Trump. Los otros [por los demócratas] olvidaron a la gente de la calle que ha sufrido toda la recesión. Han olvidado los problemas de los jóvenes. Para qué van a estudiar cuando luego no encuentran un trabajo». Es la explicación que da a su alegría este profesor jubilado que continúa dando clase de Historia como voluntario en Chicago. La ciudad ha amanecido triste y llena de miedo ante un futuro que resulta una incógnita hasta para los propios votantes de Trump.

Mucho temor

«¿Qué pasará ahora? No lo sé. Supongo que Trump podrá hacer lo que pueda, pero al menos es la primera vez en la historia en que el ocupante de la Casa Blanca no tenga un historial ni político, ni militar. Hasta Ronald Reagan había pasado una temporada en el Ejército».

La euforia de este profesor no es compartida por Salomon, un hombre de Ohio que ha pasado de los 60 y que ha dedicado media vida a la compra de coches por diferentes estados del país. «Creo que este ya no es mi país. Durante los cuatro años que nos quedan por delante, Trump va a llevar el país a la ruina. Hay políticas de las que ha hablado, como bajar impuestos a los empresarios ricos para fomentar el empleo, que recuerdan un poco a la época Reagan, y este no mejoró nada», dice.

Lejos de los barrios cercanos al centro de la ciudad, más al norte, en suburbios blancos como Lakewood o Skokie, es donde se encuentran más personas que apoyan a Trump, incluso en una ciudad tan demócrata como esta, donde muchos no pudieron reprimir las lágrimas. En el Walmart de Lakewood, Paul acaba de hacer la compra. No suele votar y no sabe qué pasará, pero está a la expectativa: «Puede que Trump haga algo. Este país necesita un cambio, pero no uno pequeño. Un cambio grande. Teníamos a mucha gente del establishment ganando dinero mientras la gente normal tenía que asumir unos gastos cada vez más altos. ¿Cómo puede ser que cueste diez dólares algo que antes costaba uno y, en cambio, los sueldos únicamente suban 15 centavos?», se pregunta. Lo que no sabía es que Trump pretende bajar impuestos a los ricos: «De hacer eso será como todos».

Lejos de allí, en los barrios latinos, es donde el miedo es más evidente. «En mi familia no somos de Hillary, nuestro candidato era Bernie Sanders, pero perdió. Luego Trump era como una broma. Lo peor no es que haya ganado él. No me había parado a pensar hasta ahora que más de la mitad de los norteamericanos que han votado pueden ser como él. Me da miedo que al lado de casa haya una persona con esos principios racistas», dice Marila. Nació en México, creció en Estados Unidos, tiene la doble nacionalidad, pero conoce mucha gente que podría tener que regresar a su país. «Lo peor es para quienes están ahora tramitando los permisos», dice.

Pero lo peor para todos es la incertidumbre. «Tengo amigos -dice Liza, una mujer de color- que son republicanos. Votaron a Trump tapándose la nariz». Quizá porque no esperaban que ganara.