Turquía amenaza a la UE con entrar en la alianza militar de China y Rusia
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La defensa europea se resiente de las grietas abiertas con sus socios tradicionales
22 nov 2016 . Actualizado a las 07:26 h.La seguridad del Viejo Continente se tambalea. En menos de tres años la UE ha visto cómo su red internacional de alianzas se agrieta poniendo en riesgo su defensa. La última estocada la dio EE.UU. El presidente electo, Donald Trump, amenaza con abandonar a la UE a su suerte si no aumenta el gasto en la OTAN. Han pasado dos semanas desde que fue elegido y no se retracta. El riesgo es ingente. Aunque la UE asuma el coste de su propia defensa seguirá necesitando al socio trasatlántico en frentes que se mantienen activos. Los más peligrosos se abren por el flanco oriental.
El desafío turco. La rápida deriva autoritaria del régimen de Erdogan ha descolocado a los líderes europeos. El turco ha jugado a dividir, con éxito, a la UE. A un lado, quienes prefieren mostrarse complacientes con Ankara para evitar la llegada de más refugiados, y al otro, quienes abogan por suspender las negociaciones de adhesión aunque eso signifique decir adiós al acuerdo migratorio. Turquía es un socio estratégico de la OTAN. No solo funciona de barrera natural de defensa, también es clave para neutralizar la amenaza del terrorismo islámico y para reequilibrar las fuerzas en Siria, donde las grandes potencias libran una guerra encubierta por el control de la región. Ankara es consciente de que la espada de Damocles pende sobre la UE y así lo hizo saber el domingo cuando el presidente otomano sugirió, en plena disputa diplomática, que podría hacer buenas migas con el eje rival de la UE. Erdogan aboga por solicitar la entrada del país en OCS, el bloque de seguridad liderado por Rusia y China. «Estamos dispuestos a estudiar la solicitud», aseguró ayer el portavoz de Exteriores chino, Geng Schuang. El mensaje fue recibido con temor entre los socios de la OTAN. El portavoz del Gobierno turco trató de maquillarlo asegurando que no van a dar la espalda a la Alianza, pero no explicó cómo conjugarán los intereses enfrentados de los dos bloques. El secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, trató de mostrarse indulgente con Ankara: se negó a condenar la arbitraria persecución contra militares, periodistas y opositores tras el golpe de Estado fallido del 15 de julio y alabó las actuaciones del Gobierno turco para represaliar a los responsables del alzamiento, una actitud recriminada por delegaciones como la holandesa. Su representante le recordó que «la democracia requiere un poco de valor».
Despliegue ruso. Rusia no pierde la oportunidad de desestabilizar para abrir más grietas en la red de alianzas de la UE. Los líderes europeos necesitan blindar el este con la ayuda de una OTAN desdibujada. Nadie se fía de las intenciones de Moscú que anunció un nuevo despliegue de misiles Islander y S-400 como respuesta al escudo que mantiene EE.UU. y que amplió el pasado mayo para evitar nuevas invasiones como la de Crimea y el este de Ucrania. La tensión mina los esfuerzos de los 28 por concentrar los esfuerzos en la lucha antiterrorista ahora que la derrota del Estado Islámico está empujando a los combatientes extranjeros a retornar a Europa dispuestos a atentar. La falta de cooperación turca y rusa puede facilitar su tránsito camuflado por territorios todavía en disputa como Ucrania.