Trump se apresta a borrar el legado de Obama desde el primer día de mandato

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

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NATHAN CHUTE | Reuters

Su vicepresidente, Mike Pence, ha anunciado que tomará acciones para derogar el conocido como «Obamacare» desde su primer día en el Despacho Oval

05 ene 2017 . Actualizado a las 16:30 h.

Poco queda de la concordia pública y las buenas palabras que ofrecieron Donald Trump y Barack Obama después de su primera entrevista, una vez que el neoyorquino ganó las elecciones. «Hay puntos en los que podemos entendernos», dijo el magnate sin especificar cuáles.

Ayer, Trump dejó claro que esos nexos de unión están muy distantes y que su intención desde el primer minuto de su mandato será acabar con las principales banderas levantadas por su antecesor en el cargo. «La primera orden será mantener nuestra promesa de derogar el Obamacare -la cobertura sanitaria que garantiza la atención a las personas con menos recursos económicos- y reemplazarlo con una reforma sanitaria que baje el precio de los seguros médicos sin aumentar el tamaño del Gobierno», según confirmó el futuro vicepresidente, Mike Pence, en la rueda de prensa que ofreció después de la reunión que mantuvo con los senadores más conservadores.

Para lograr la pronta eliminación de esa cobertura sanitaria gratuita, Trump, que llegará a la Casa Blanca el próximo 20 de enero, anunció que trabajará estrechamente con los líderes del Congreso para lanzar «una agenda de acciones ejecutivas y legislativas que permita hacer una transición suave desde el Obamacare a la nueva reforma sanitaria que llevaremos a cabo».

La voluntad de Donald Trump parece fácilmente realizable. La cómoda mayoría de los republicanos tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, así como la propia oposición de algunos demócratas al coste económico de la ley de cobertura sanitaria permiten augurar una defunción cercana de una de las medidas estelares de la Administración saliente.

Quizá por ello, el propio Obama regresó a Washington para dirigirse a las menguadas huestes demócratas en el Senado, algo poco habitual en sus ocho años de mandato. El mensaje era claro: «Haced lo posible por mantener en vigor la ley de cobertura sanitaria para todos los estadounidenses». Charles Schummer, el nuevo líder de la minoría demócrata en el Senado, se mostró especialmente beligerante con la intención de los republicanos de demoler cuanto antes el legado de Obama. «Esto ya no es un reality de televisión, esta es la vida real y no vale con hacer política por Twitter», amenazó Schummer.

«Hagamos que enfermen»

El portavoz demócrata confirmó la petición de Obama y mostró su voluntad de emplearse a fondo en la defensa de la ley de cobertura sanitaria. «Los republicanos deben dejar de hacer el payaso con la salud de los ciudadanos de Estados Unidos», recriminó antes de hacer un juego de palabras con el lema de campaña de Donald Trump -«make America great again»- con un «hagan que Estados Unidos enfermen de nuevo (make America sick again)».

La batalla no será sencilla, aunque ya ha empezado con la tramitación en el Senado de las instrucciones para desarrollar el presupuesto del país para este año. La consigna es ahorrar mil millones de dólares en cada una de las cuatro grandes áreas -Energía, Salud, Pensiones y Trabajo y Energía-, donde los republicanos piensan aprovechar para eliminar algunas de las ventajas de la cobertura del Obamacare. Esa opción es más sencilla, ya que la modificación presupuestaria solo exige la mayoría simple en las votaciones -el partido de Trump tiene 52 senadores y los demócratas 48-, mientras que la total derogación de la ley de sanidad impulsada por el presidente saliente exige de una mayoría reforzada con al menos sesenta apoyos, algo prácticamente imposible de alcanzar con el actual escenario de reparto de fuerzas.

El presidente electo avala la teoría de Assange de que cualquiera pudo «hackear» a Clinton

Aunque Trump tiene previsto reunirse mañana con las distintas agencias de inteligencia para recabar toda la información sobre el ciberataque de Rusia a EE.UU. durante la campaña electoral, ayer se descolgó con unas declaraciones en las que respaldaba la teoría de Julian Assange, el fundador de Wikileaks y enemigo declarado de la Administración Obama. Assange afirma ahora que Rusia no fue quien le filtró los documentos hackeados a la Comité Nacional Demócrata. «Julian Assange dijo que ‘hasta un chico de 14 años podría haber hackeado a John Podesta’», el jefe de campaña de la candidata demócrata, Hillary Clinton, afirmó Trump antes de reprochar a sus adversarios que no tuvieran un sistema de defensa contra ataques informáticos.

Recompensa por datos

Casi al mismo tiempo, Assange, que en ningún momento ha ocultado sus simpatías hacia Trump por contraposición a Obama y a Hillary Clinton, se descolgó con una sorprendente oferta: una recompensa de 20.000 dólares por «información que ayude a atrapar o exponer a algún trabajador del Gobierno de Obama que destruya documentos importantes».

Wikileaks publicó un correo que envió en el 2009 el exrepresentante del jefe del Estado Mayor de Obama, James Messina, donde se habla de la pérdida de un disco duro con datos del Gobierno del expresidente Bill Clinton. Junto a la imagen del correo, Wikileaks hizo una llamada a los administradores del sistema a no dejar que «la Casa Blanca vuelva a destruir historia de EE.UU. Cópielo ahora y envíelo a Wikileaks cuando pueda», añadía.