EE.UU. se adentra en lo desconocido con la llegada de Trump a la presidencia

Adriana Rey NUEVA YORK / CORRESPONSAL

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El magnate afirma que su Gobierno tiene el cociente intelectual más alto jamás visto

20 ene 2017 . Actualizado a las 15:57 h.

Empieza la era Trump. Esa que nadie creía que llegaría cuando el excéntrico multimillonario presentó su candidatura por el Partido Republicano «¡Yo devolveré a EE.UU. su grandeza!», dijo el 16 de junio del 2015. Hoy, un año y medio después, jurará como presidente de Estados Unidos. Si se juzga por lo que ha dicho y hecho en los dos meses transcurridos desde que se impuso en las urnas, su país y el mundo se adentran en lo desconocido, con más incógnitas que certezas.

Nadie está seguro de cómo Donald Trump actuará en su condición de comandante en jefe, una incertidumbre que ha instalado un miedo generalizado entre los aliados tradicionales de EE.UU. Las dudas sobre las relaciones que mantendrá con Rusia o China, la promesa de deportaciones masivas, la construcción de un muro con México, el futuro de la OTAN o el período de proteccionismo al que arrastra a su país hacen que muchos vean en él una amenaza para la estabilidad global.

Esta sensación contrasta con la ilusión que provocó su predecesor. Barack Obama pisó Washington con unos niveles de popularidad históricos. Por comparación su sucesor inicia el mandato con el índice de aceptación más bajo en al menos cuatro décadas. Esto no lo desanima. «Listo para irme a Washington. El viaje comienza y trabajaré muy duro para que sea un trayecto grande para el pueblo estadounidense. Lo haremos juntos», escribió en Twitter. Poco después, aterrizaba a bordo de un avión militar en la base Andrews. Lo hacía ataviado con un traje oscuro, corbata azul y camisa blanca y acompañado de su esposa, Melania, sus cinco hijos y sus ocho nietos. «¡Qué momento más especial!», escribía su hija Ivanka en la red social.

Tras su saludo desde las escaleras del avión, el magnate acudió junto al vicepresidente electo, Mike Pence, a un almuerzo en su hotel de la capital. «Tenemos el Gobierno con el cociente intelectual más alto que jamás se haya visto», apuntó Trump, a contracorriente de las preocupaciones éticas que rodean a su Gabinete, cuyos miembros están afrontando obstáculos para ser ratificados. Ayer mismo, The Washington Post apuntaba a que Steven Mnuchin, candidato a secretario del Tesoro, ocultó 100 millones de dólares de sus activos.

Presidente y vicepresidente electo obviaron la polémica, una más, y se desplazaron al cementerio militar de Arlington para realizar una ofrenda floral en la tumba del soldado desconocido. Después, acudieron al tradicional concierto en el monumento a Lincoln. A pesar de su gusto por la extravagancia, Trump cumplió con la tradición y pasó la noche junto a Melania en la Blair House, una mansión frente a la Casa Blanca destinada a hospedar a los invitados del presidente del país. Aquí se despertará el matrimonio Trump hoy, día en el que este multimillonario de escandalosa reputación se convertirá en el 45.º presidente de EE.UU.

Barack Obama sigue sin perder el tiempo en sus últimas horas en el despacho oval de la Casa Blanca. Ha establecido un nuevo récord al conmutar las sentencias de 330 presos por delitos no violentos y otros cuatro detenidos saldrán de Guantánamo. En un correo enviado al Congreso culpa a los republicanos de impedir el cierre de ese penal, un hecho que considera «contrario a los valores» de Estados Unidos.

 Té para el relevo

El presidente saliente recibió este viernes en la Casa Blanca a su sucesor Donald Trump, con quien compartirá un té antes de la ceremonia oficial de investidura que marcará la transferencia de mando. Obama y su esposa Michelle recibieron a Trump y Melania en la pequeña escalinata de acceso a la Casa Blanca, y todos posaron brevemente para fotógrafos antes de ingresar al recinto. Posteriormente, Obama y Trump irán juntos en una limusina hasta el Capitolio, escenario de la toma de juramento del nuevo presidente.

La mudanza en la Casa Blanca, un frenético ritual de cinco horas

NICHOLAS KAMM | AFP

El ritual presidencial más frenético se llama «mudanza de familias». Así se conoce el tsunami de cinco horas de duración que tiene lugar en la Casa Blanca, desde que el presidente saliente abandona la residencia y hasta que la nueva familia presidencial llega a su nuevo hogar. «Yo lo llamo caos organizado», ha confesado Gary Walters, encargada de varias mudanzas.

Hoy, los 93 empleados permanentes que allí trabajan comenzarán de madrugada sus labores y con la familia Obama todavía en la residencia. Eso sí, todo se hará de manera discreta, nadie quiere que parezca que se los está echando. «Siempre hay que recordar que la casa todavía pertenece al actual presidente, hasta que el nuevo jure su cargo», precisa Stephen Rochon, predecesor de Angella Reid, actual ujier principal de la Casa Blanca. Será ella quien a las 8.30 hora local reúna al personal en el comedor de Estado para decir adiós a los Obama y entregarles de regalo las banderas que ondearon el día de su llegada y el de su marcha.

Dos horas más tarde, Barack y Michelle Obama saldrán por el pórtico norte y las limusinas los llevarán al Capitolio. Es en este momento cuando, con una precisión militar, todo se pone patas arriba. Los camiones de mudanzas estarán en constante movimiento y siempre escoltados por el Servicio Secreto.

El ajetreo más intenso se producirá en las 16 habitaciones de la primera familia, en el segundo y tercer piso: Colchones, armarios, alfombras, cuadros, fotografías, ropa... Hay que cambiar, colocar y limpiar cada rincón de la residencia. La temperatura y niveles de humedad también se ajustarán a las preferencias de los Trump, y la nevera y la despensa se repondrán con sus alimentos preferidos. Habrá además películas nuevas en la sala de cine y la decoración floral será al gusto de Melania. Eso sí, si hay un lugar que tiene que estar perfecto ese es el despacho oval. Allí, Trump volverá a colocar el busto de Winston Churchill después de que Obama lo reemplazase por uno de Martin Luther King. Todo deberá estar listo a las 15.30 en punto. A partir de este momento, la nueva familia llegará a una Casa Blanca transformada. Entrarán por el pórtico sur y serán recibidos por la ujier principal de la residencia presidencial: «Bienvenidos a su nuevo hogar, señor presidente», dirá Angella Reid.