Centenario de Balenciaga, de fiesta en París con su mejor clienta

maría cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

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El aura de Bunny Mellon inundó ayer por la noche la embajada de España en la capital francesa

09 mar 2017 . Actualizado a las 08:18 h.

El aura de Bunny Mellon inundó ayer por la noche la embajada de España en París. No podía faltar en un acto tan elegante como la presentación de la muestra que lleva su nombre, Rachel L. Mellon Collection, que inaugurará el Museo Balenciaga de Guetaria el 26 de mayo, ni la abierta ayer al público en el Museo Bourdelle de la capital francesa, Balenciaga, l’ overe au noir. Ambas exposiciones son, junto con Balenciaga: Shaping Fashion, que prepara el Museo Victoria & Albert, en Londres, un tributo al modisto vasco en el centenario de la apertura de su primer atelier en San Sebastián y el 80.º aniversario de su desembarco en París, tras huir de la Guerra Civil.

Bunny, coleccionista y amiga íntima de los Keneddy hasta el punto de diseñar el jardín de rosas de la Casa Blanca, falleció en el 2014 en Virginia (Estados Unidos). De haber estado viva, probablemente, habría viajado ayer a París. No solo para la recepción de la embajada, también para ser una de las primeras en admirar los 70 trajes de la muestra del Bourdelle.

Su relación con Cristóbal Balenciaga trascendía el vínculo que existe entre la clienta y su modisto. Eran amigos. Tan cercanos que, a su muerte, donó todo su extenso ropero al museo creado en la localidad natal de este artista de la tijera. Son esos trajes (entorno a un centenar) los que compondrán, junto con bocetos u otros elementos usados por el artista, la muestra de que abrirá en Guetaria y que será elaborada bajo la batuta de M. Hubert de Givenchy. Porque ella, que admiraba todo lo bello, solo vestía de Balenciaga. Lo hacía porque, cuando una mujer entraba en una sala con uno de sus trajes, no había nada más. Pero además porque Balenciaga era un artista. A Bunny le encantaba el arte. Coleccionaba obras de Marck Rothko, Van Gogh... A Balenciaga también. Cuando empezó a observar cómo la alta costura era absorbida por el prêt-à-porter, prefirió cerrar en 1969. Solo se le vio una vez más. Fue en 1971, en el entierro de Coco Chanel. Por eso, Bunny no se habría perdido ninguno de los homenajes que rendirán este año al modisto en París, Guetaria y Londres. Lo admiraba.