Venezuela, «un problema horrible»

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GEORGE CASTELLANOS

Estados Unidos y algunos países latinoamericanos empiezan a reaccionar frente a la actuación de Maduro

21 may 2017 . Actualizado a las 16:18 h.

Más de 50 días de protestas masivas en la calle a lo largo y ancho de todo el país, que ya han cobrado más de media centenar de vidas humanas y un gobierno que a la vista del estrepitoso fracaso de la estrategia del desgaste incrementa cada día la brutalidad de su represión, han hecho que Venezuela se convierta en «un problema horrible», en palabras de Donald Trump.

Ese diagnóstico que no hace más que constatar una evidencia reconocida por todo el mundo, o casi -hay estómagos agradecidos a los que les cuesta reconocerla públicamente- no le sentó nada bien a Nicolás Maduro, el epicentro del problema. «Que saquen las manos cochinas de Venezuela», le replicó en su lenguaje chabacano y tabernario en una de sus peroratas televisivas. Se olvidó de reclamarle los 500.000 dólares con los que una empresa estatal venezolana, por orden suya, contribuyó a los gastos de los festejos de la toma de posesión del cargo del actual inquilino de la Casa Blanca.

Las palabras de Trump estuvieron precedidas por la publicación por el Departamento del Tesoro de un comunicado en el que informa de la inclusión del presidente y siete magistrados del Tribunal Supremo de Justicia en la larga lista negra de altos funcionarios venezolanos sancionados. En este caso, «por haber tomado decisiones que interfieren y limitan las competencias del Parlamento, incluyendo la aprobación de decretos de emergencia a través de los cuales Nicolás Maduro gobierna con amplios poderes». La inclusión en esa lista negra del Departamento del Tesoro lleva aparejada la congelación de sus bienes dentro de EE. UU y la prohibición de transacciones financieras con ciudadanos estadounidenses.

Reacción internacional desigual

El resto de la comunidad internacional también está empezando a reaccionar frente al problema venezolano, aunque de manera desigual. Colombia y Chile ya lo han hecho, retirando sus embajadores de Caracas. Honduras acaba de llamar a consultas al suyo. Otros países, especialmente los de la UE, se han limitado a realizar declaraciones de condena del régimen más o menos contundentes, en función de los intereses económicos que tengan en juego. Hasta el amigo Vladimir Putin acaba de hacer un llamamiento a la resolución del problema «dentro de la legalidad».

El líder opositor Henrique Capriles le ha hecho un llamamiento al gobierno de Mariano Rajoy, para que además de las declaraciones políticas de rigor -en muchos casos usadas para contraatacar a los podemitas de Pablo Iglesias y compañía- le eche un ojo a las obscenas inversiones inmobiliarias que conocidos boliburgueses y bolichicos con nombres y apellidos están realizando en territorio español, especialmente en el madrileño barrio de Salamanca, con dinero venezolano obtenido ilícitamente.

Nerviosismo

Dentro de Venezuela, en las filas del chavismo-madurismo cada día que pasa se palpa más el nerviosismo. La retórica de los discursos, twiters y declaraciones del aparato del Estado, cada vez se parece más a la de los Pinochet y los Videla de las décadas de los ochenta del pasado siglo. Maduro, Padrino, Reverol, Diosdado.... como ellos, no ven en los líderes opositores a adversarios políticos, sino enemigos y agentes subversivos del extranjero operando en la guerra interna.

El malestar entre una parte de los militares que tienen encomendada la ejecución de la política represiva del Gobierno es creciente.

La actual titular de la Fiscalía General, Luisa Ortega, poco a poco va marcando las distancias con el gobierno de Maduro. Su rechazo a las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia por romper el orden constitucional hicieron soplar un viento gélido en Miraflores, y sus posteriores advertencias a la Guardia Nacional sobre detenciones irregulares en el caso de las manifestaciones de calle la situaron en un punto en el que los más fieles al Gobierno sólo pueden ver actos de traición, y los más esperanzados de la Oposición quieren advertir los signos de una ruptura que podría provocar un efecto dominó.

La última de la Fiscal ha sido filtrar la carta que le remitió al presidente de la Comisión Presidencial de la Asamblea Nacional Constituyente, en la que le explica punto por punto las razones de su negativa a formar parte de la misma.

Todo ello lleva a algunos analistas venezolanos a preguntarse si «¿es Ortega la mariposa que aletea y desencadenará la debacle?»