Dos políticos irreconciliables que ni simpatizan ni se entienden

Gonzalo Bareño Canosa
G. Bareño MADRID / LA VOZ

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benito ordoñez

La relación entre ambos está marcada por encontronazos y hasta descalificaciones personales mutuas

07 jul 2017 . Actualizado a las 07:48 h.

Pese al tono cordial de la reunión, y a las buenas maneras que ambos mostraron previamente en el posado ante la prensa, las diferencias personales entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez son insalvables. Ni se entienden ni simpatizan, aunque ahora estén condenados a entenderse. Al menos, en lo que afecta a Cataluña. La cita de ayer puso fin, eso sí, a un largo período de encontronazos en los que no han faltado en ocasiones las descalificaciones personales. Esa enemistad se puso ya de manifiesto en el debate sobre el estado de la nación celebrado en febrero del 2015, solo unos días después de que ambos firmaran solemnemente en la Moncloa el pacto de Estado contra el terrorismo yihadista. «No vuelva usted aquí a decir nada. Ha sido patético», le espetó Rajoy al socialista desde la tribuna del Congreso, después de que este lo acosara por la corrupción. Ahí comenzó una escalada que alcanzó su punto más alto en el debate televisado en la campaña de las generales de diciembre del 2015. «El presidente del Gobierno, señor Rajoy, tiene que ser una persona decente. Y usted no lo es», le soltó Sánchez a la cara a un líder del PP que, demudado, le contestó tachándole de «ruin, mezquino, deleznable y miserable». «Hasta ahí henos llegado, señor Sánchez», dijo entonces Rajoy, dejando claro que ya no habría reconciliación posible.

Recuperan el diálogo político obligados por las circunstancias, pero siguen enfrentados Aun así, tras perder la mayoría absoluta en esos comicios, Rajoy se vio obligado a intentar un acercamiento y citó al líder del PSOE en la Moncloa. Pero la reacción del socialista aumentó el encono. Sánchez le aclaró en cuanto estuvieron a solas que no tenía «nada de qué hablar» con él. La cita duró poco más de cinco minutos. Sánchez no aceptó ni el café que le ofreció Rajoy.

Tensas reuniones de investidura

El líder del PP le devolvería el desaire poco después, cuando en febrero del 2016 Sánchez aceptó someterse a la investidura y citó al popular en el Congreso. Cuando el socialista le tendió la mano ante los fotógrafos, Rajoy le dejó con la palma extendida mientras se abotonaba la chaqueta ignorando el saludo. Tras la repetición de las elecciones, que volvió a ganar, esta vez con mayor diferencia, Rajoy creyó llegado el momento de que Sánchez diera su brazo a torcer y permitiera su investidura absteniéndose en la votación. Pero Sánchez se mantuvo inflexible en su «no es no». «Ha sido una reunión perfectamente prescindible», dijo el socialista tras un encuentro de media hora en el Congreso celebrada en el mes de agosto, en la que Rajoy intentó de nuevo un acercamiento. Esa posición inamovible acabó sin embargo pasándole factura a Sánchez en su propio partido, que en una rebelión encabezada por Susana Díaz lo defenestró el 1 de octubre. Rajoy no tuvo una palabra, ni siquiera de cortesía, para el rival caído, e inició a partir de ahí una excelente relación, en lo político y en lo personal, con el presidente de la gestora socialista, Javier Fernández. Ayer, sin embargo, se reencontró con Sánchez. Y, al menos por esta vez, ambos optaron por mantener las formas.