Una manada reclutada por un imán que alternó Ripoll con Bruselas

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

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Es Satty no perdió el contacto con la villa gerundense, en la que mantuvo alquilada un a casa mientras estuvo en Bélgica

27 ago 2017 . Actualizado a las 09:11 h.

«La verdad es que hablando con la madre de uno de ellos [en referencia a uno de los terroristas, aunque no dice el nombre] comentó que no le había notado nunca nada, pero el jueves cuando lo llamaron, supuestamente sus amigos, empezó a dar vueltas fuera de control por la habitación antes de bajar. Le pareció raro, pero nada más». Una vecina de Ripoll hace el comentario mientras trata de explicarse cómo los jóvenes que componían la célula pudieron mantener oculta durante tanto tiempo la doble vida que llevaban. Se refiere a ellos como «el Houssa; el Moussa..., el Driss, que es un pieza, no como era su hermano, que parecía que iba por otro camino», porque los conoce de toda la vida. La mayoría llegaron al pueblo de pequeños. Solo Moussa nació en Ripoll.

A Driss, su hermano, lo vio el jueves, justo antes de que fuera a la comisaría a decir que le habían robado la documentación. A Said, que vivía en el centro, lo conocía tanto ella como el resto del pueblo. Trabajó en una de las cafeterías de la plaza. Jugaba al fútbol en el Sant Quirze de Basora. Era hermano de Mohamed, puesto en libertad por la Audiencia Nacional, y de Yousef, uno de los muertos en Alcanar. Hacía un mes que no veían a este último. Su padre dijo que les decía que estaba trabajando en Tarragona.

«Venían a casa e iba a la suya. Jugábamos en el ordenador e iba a sus cumpleaños» Moussa no hace mucho que aún jugaba en la calle. La educadora social que trabajó con Younes, el autor de la matanza de las Ramblas, no daba crédito a lo que llegó a hacer. En una carta a los medios escribió: «No vi a nadie tan responsable como él». Al menos eso es lo que les parecía a los que fueron sus jefes en los diferentes trabajos que tuvo. Algún joven del pueblo dice incluso que sus padres se lo ponían de ejemplo.

Por todo eso es por lo que en el pueblo no entienden cómo pudo habérseles pasado por alto lo que estaba tramando esa pandilla de chicos aparentemente integrados, con trabajo y que, como dicen algunos de sus amigos, «también se relacionaban con cristianos». Otra pregunta que se hacen los que no son de allí es si no veían o no querían ver.

Las respuestas son solo unos de los muchos cabos sueltos. Lo que parece claro, a falta de que concluya la investigación en marcha, es que su adoctrinamiento fue una labor realizada a fuego lento, no una captación exprés hecha por un presunto imán que probablemente no actuaba solo. Todo apunta a que el entramado, que no responde a ninguno de los patrones de los últimos atentados perpetrados en Europa, es mucho más complicado. Porque no hay nada cerrado aún.

De hecho, parece que el hombre fallecido en Alcanar al que las familias de los terroristas señalan como culpable de haber lavado el cerebro a los muchachos, Abdelbaki es Satty, nunca llegó a abandonar del todo Ripoll. No lo hizo ni durante los meses que estuvo en Bélgica (las autoridades de la localidad belga de Vilvoorde dicen que estuvo allí tres meses, pero algunos vecinos del pueblo gerundense calculan que fueron entre cinco o seis).

Llegada a Ripoll

El secretario de la comunidad Annour de Ripoll, Hammou Minhaj, donde ejerció entre abril del 2016 y junio de este año, explica que cuando inauguraron lo llamaron porque «había estado antes en la otra mezquita [comunidad Al Fatah] y porque tenía casa aquí, porque no había dejado de abonar el alquiler y cuando estaba en Bruselas venía a veces por aquí».

«El Estado Islámico sabe seducir a jóvenes que sufren frustración identitaria» Lo que no acaba de aclararse es por qué fue a parar la primera vez a Ripoll. Solo se sabe que terminó su relación con la comunidad Al Fatah por desavenencias en el sueldo. Cuenta un vecino, Muhammedi Chabar, que quería más dinero, pero como no se lo dieron se fue a Bélgica. Tampoco está claro cuándo este hombre de cerca de Tánger que había pasado por la cárcel por tráfico de hachís acabó convertido en imán. En Annour no indagaron mucho, quizá porque, como dicen, «es complicado encontrar imán».

Era un hombre reservado. «Nos dijo que tenía mujer en Marruecos, pero no hablaba mucho», dice Chabar. Algo parecido fue lo que al parecer dijo en Vilvordee, aunque allí contó que tenía familia en Cataluña. Pero lo único que parece que tenía en Cataluña era una vivienda alquilada y un historial que iba desde su paso por la cárcel a una orden de expulsión que logró esquivar.

Muchas preguntas

No hablaba con mucha gente y al único lugar del pueblo al que iba era el bar Esperanza, donde pedía un té y aprovechaba para cargar el teléfono. El lunes por la mañana, el bar estaba cerrado. Pero en la reja y en la pared de al lado había varios carteles de rechazo al terrorismo. Ayudado por la comunidad, daba clases. Dicen jóvenes del pueblo que hacía preguntas a los alumnos. Sospechan que fue ahí donde mantuvo los primeros contactos con esos adolescentes o posadolescentes con los que acabó construyendo la célula.

Un amigo de Moussa y de los hermanos Mohamed y Omar Hychami relata que eran religiosos, pero no estaban todo el tiempo en la mezquita. Iban una vez a la semana. «Venían a casa e iba a la de ellos. Jugábamos al ordenador e iba a sus cumpleaños...», cuenta. Mohamed trabajaba en una fábrica en Campdebanol. Omar era soldador en Vich. Otro joven explica que en un corrillo apuntaban a que «Omar era el más religioso, probablemente los otros que fueron a Cambrils no sabían dónde estaban metiéndose realmente». Otros dicen que para hacer lo que hicieron tenían que saber. ¿Quién los metió en eso? ¿Cómo? El experto del Observatorio de Estudios Internacionales de Terrorismo y autor de Armas de seducción masiva, Javier Lesaca, apunta que «el Estado Islámico tiene un método para seducir a toda esa gente que sufre una frustración identitaria como podían tener estos jóvenes». Puede que eso fuera lo que usara el imán, pero en el tú a tú. No con Internet. Amaestrarlos para que esa pandilla de lobos no dejaran huella.