Y Carles Puigdemont logró que muchos se preguntasen por el Kurdistán iraquí

La Voz / Agencias

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SAFIN HAMED

Hoy se celebra ese otro referendo de independencia por el que el presidente de la Generalitat votó en contra en el 2014

25 sep 2017 . Actualizado a las 10:01 h.

La coincidencia de fechas y la «maldita» hemeroteca han servido para poner en aprietos a Carles Puigdemont durante la entrevista de anoche en Salvados y para que muchos usuarios se pregunten por ese otro referendo que hoy se celebra en el mundo.

Durante el ya conocido como «momento Kurdistán», Jordi Évole le recordó al presidente de la Generalitat que pese a su apoyo al derecho de autodeterminación de los pueblos -un argumento esgrimido con frecuencia desde el independentismo-, en el año 2014 votó que «no» en el Parlament a una votación sobre el referendo por la autodeterminación de esta región semiautónoma, dejando en evidencia a un ya de por sí incómodo Puigdemont.

Hoy se celebra en el Kurdistán iraquí esa otra consulta que, pese a las enormes diferencias entre ambas, también ha sido convocada a pesar del tajante rechazo del Gobierno central de Bagdad, sin respaldo de la comunidad internacional y en medio de una guerra abierta contra el Estado Islámico. 

Al menos 5,3 millones de kurdos están llamados a las urnas en las cuatro provincias de la región kurda: Dohuk, Erbil, Suleimaniya y Halabja, así como en los territorios disputados entre los gobiernos del Kurdistán e Irak en las provincias de Kirkuk, Diyala y Nínive.

Erbil, la capital, ha amanecido engalanada con las banderas tricolores de la región. 

A continuación, todas las claves para entender este referendo:

Las cuatro regiones históricas del Kurdistán

Los 30 millones de kurdos existentes en el mundo se han convertido en una de las poblaciones sin estado más grandes del mundo, repartidos principalmente por las montañas de Irán, Siria, Irak y Turquía y divididos a su vez en pequeñas comunidades marcadas por un férreo sentido de la identidad local por delante del gran concepto de la unidad nacional kurda.

ALAA AL-MARJANI

En Irak, en concreto, la región del Kurdistán, en el norte de este país (donde hoy se celebra el referendo), es autónoma e independiente «de facto» desde la guerra de Irak de 1991 y cuenta con su propio ejército, los peshmerga, palabra que significa en kurdo «los que se enfrentan a la muerte». Esta es una de las cuatro regiones históricas del Kurdistán junto con la región kurdo-siria (Rojava), el sureste de Turquía y el noroeste de Irán.

Tanto Turquía como Irán se oponen radicalmente a la independencia del Kurdistán iraquí puesto que sería un referente para la población kurda que vive en ambos países. Además, Teherán (Irán) es aliado político del Gobierno chií instalado en Bagdad (Irak), igualmente contrario a la votación.

En Irak, los kurdos representan actualmente unos 5,5 millones, es decir, casi un 20 % de la población del país.

La lucha del Kurdistán iraquí por cumplir su sueño de independencia 

El sueño nacionalista de lograr un estado soberano para los kurdos nació en Irak a principios del siglo XX y su impulso se redobló tras la caída del dictador iraquí Sadam Husein, en el año 2003. El origen estaría en las batallas contra la colonización británica después de la caída del Imperio Otomano, en 1918. Al principio de la década de los 20 del pasado siglo, el conocido como jeque Mahmud inició una contienda donde se enarboló por primera vez el independentismo kurdo.

El jeque Mahmud fue nombrado primer rey del Kurdistán aún bajo el mandato británico, en 1922, aunque duró poco más de un año ya que todo cambió en 1923, cuando la monarquía árabe se impuso en Irak.

En 1958, un golpe de estado comandado por Abdulkarim Qasim derrocaría esa monarquía, convirtiéndose así en el primer ministro iraquí. Qasim invitó al considerado líder indiscutible del nacionalismo kurdo, Mustafa Barzani, padre del actual presidente del Kudistán, Masud Barzani y líder del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), a regresar de su exilio en la antigua Unión Soviética.

Sin embargo, desde 1960 se sucedieron dos contiendas armadas entre kurdos e iraquíes. La primera, que terminó en 1970, acabó resolviéndose con un acuerdo que reconocía la región del Kurdistán y la dotaba de autonomía.

Pero años después sería liquidada al no ser aceptado el borrador del acuerdo de Bagdad, lo que provocó una nueva rebelión.

Frustrado por los inalcanzables deseos de independencia, el nacionalismo kurdo se topó de bruces con los gobiernos de Irán e Irak, y este último protagonizó uno de los peores episodios que recuerdan los kurdos en su historia reciente: la operación «Anfal», lanzada por el Ejército iraquí bajo las órdenes de Sadam Husein, entre 1986 y 1988. Esta campaña genocida, que se convirtió en el símbolo del sufrimiento kurdo, acabó con la vida de unos 182.000 kurdos y, en ella, al menos 5.000 aldeas fueron totalmente arrasadas.

El ataque químico contra la ciudad de Halabja, en el oeste de Irak, el 16 de marzo de 1988, que acabó en pocas horas con la vida de 5.000 personas -en su mayoría mujeres, niños y ancianos- pasó a ser el peor capítulo de su cronología.

Tras la primera Guerra del Golfo, en enero de 1991, que enfrentó a las fuerzas de la coalición internacional comandada por EE.UU. contra Irak en respuesta a la invasión de Kuwait, la alianza creó un espacio de exclusión aéreo que ayudó a consolidar el poder de los kurdos y de sus tropas, los conocidos peshmergas.

Aprovechando la debilidad del régimen en la región, el 5 marzo de 1991, los kurdos se sublevaron contra Sadam y el Ejército dependiente de Bagdad fue expulsado definitivamente del Kurdistán.

La región pasó entonces a gozar de una gran autonomía, que ha sido ampliada a lo largo de los años, y que forjó las bases para que su estatus legal fuera reconocido en la Constitución iraquí del 2005, redactada tras la caída de Sadam en el 2003 y en la que Irak es definido como un Estado federal.

Pero esta lucha kurda también se ha visto empañada por los conflictos internos entre el Partido Democrático del Kurdistán (PDK), de Masud Barzani, y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), de Yalal Talabani, que se batieron en una guerra civil (1994-98), que concluyó gracias a una mediación estadounidense y después de varios alto el fuego fallidos.

Estas rivalidades políticas desembocaron también en el estancamiento del sistema político; y las últimas elecciones presidenciales se remontan al 2009. En los dos últimos años, la Asamblea Legislativa, formada en el 2013, solo se ha reunido en una ocasión, el pasado 15 de septiembre, precisamente para apoyar la celebración del referendo.

Ahora, el Kurdistán reclama como independientes, no solo los territorios que abarcan las tres provincias de su región administrativa -Erbil, Dohuk y Suleimaniya-, sino también las zonas arrebatadas por los peshmergas al grupo yihadista Estado Islámico (EI) desde el año 2014.

Entre ellas, destaca la ciudad de Kirkuk (noreste) y la parte oriental de la provincia homónima, muy rica en petróleo y que el Gobierno de Bagdad no parece dispuesto a ceder.

El porqué del referendo en el Kurdistán iraquí

Las autoridades del Kurdistán iraquí aducen que la causa principal de la consulta tiene su origen en la marginación histórica de la que dicen haber sido objeto por parte de las autoridades de Bagdad, a las que acusan de violar más de 50 artículos de la actual Constitución iraquí referentes a su autonomía - en particular el 140, referido a la propiedad de zonas como el mencionado Kirkuk-. El Gobierno kurdo, con su presidente Masud Barzani a la cabeza, considera que Bagdad no ha respetado el amplio grado de autonomía otorgado al enclave en la Carta Magna iraquí del 2005.

El presidente de la región autónoma del Kurdistán iraquí, Masud Barzani
El presidente de la región autónoma del Kurdistán iraquí, Masud Barzani GAILAN HAJI

«Se ha acabado el tiempo de negociar», declaró el pasado viernes Barzani durante un multitudinario discurso en la capital kurda, Erbil. «La decisión ya no depende de un partido ni de una persona. El referendo tendrá lugar en la fecha establecida», añadió justo antes de que una delegación kurda se dirigiera a Bagdad para ratificar ante las autoridades iraquíes la celebración del plebiscito, que contiene una única pregunta: «¿Quiere que la región del Kurdistán y que las zonas fuera de la administración se conviertan en un estado independiente?».

Muchos analistas también consideran que la guerra contra el Estado Islámico ha acelerado los acontecimientos. Primero, por exacerbar el ánimo nacionalista gracias a las victorias de los guerrilleros kurdos, los peshmerga, considerados por Estados Unidos como un baluarte indispensable para combatir por los yihadistas.

Este plebiscito es una repetición del sucedido en el 2005, donde un 98 % de los kurdos se pronunciaron a favor de la independencia. El de este lunes se diferencia en un aspecto crucial: a diferencia del ocurrido hace 12 años, este referendo está aprobado por las autoridades regionales, y su resultado será vinculante.

La totalidad de los partidos del Kurdistán iraquí han respaldado la celebración del referendo, después de que el Grupo Islámico del Kurdistán (Komal) y el liberal Movimiento Gorran lo hayan defendido este mismo domingo.

Irak «no reconocerá» el resultado del referendo kurdo de «secesión»

El presidente de la región autónoma del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, ofreció en las últimas horas mantener una «larga» negociación con Bagdad tras el referendo de independencia, mientras el Gobierno de Irak volvió a rechazarlo y exigió el control sobre aeropuertos y fronteras.

MOHAMED MESSARA

El líder kurdo aseguró que con el objetivo de garantizar una buena vecindad tras el plebiscito, está dispuesto a una negociación con Bagdad de «uno, dos o más años».

«Estamos dispuestos a iniciar negociaciones con Bagdad indefinidas, que pueden durar un año o dos o más, pero este diálogo se centrará en cómo podemos ser buenos vecinos, un diálogo constructivo y vamos a darle todo el tiempo», dijo.

Al mismo tiempo que Barzani pronunciaba su discurso, desde Bagdad, el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, afirmó en una alocución dirigida a la nación que el Gobierno no reconocerá el resultado del plebiscito.

«El referendo de secesión es una decisión unilateral, contrario a la Constitución y la convivencia pacífica y no vamos a reconocerlo ni tampoco sus resultados», dijo Al Abadi en un discurso televisado en el que subrayó que «dará pasos para preservar la unidad de Irak».

Preocupación en la comunidad internacional

Los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU expresaron el pasado 21 de septiembre su «preocupación» por el «impacto desestabilizador» que pueda causar esta consulta en la región de Oriente Medio.

También han mostrado su rechazo al prebiscito otras potencias occidentales y los países que lindan con el Kurdistán iraquí, como Irán y Turquía, cuyo Gobierno incluso ha declarado que este referendo es una «amenaza a la seguridad nacional» y ha amenazado con cortar relaciones económicas con la región.

El rechazo de Turquía podría cortar las piernas a la economía de un futuro estado kurdo, dado que Ankara (que se encuentra en medio de una guerra con el partido milicia kurdo PKK) tiene la capacidad de entregar a los kurdos una corriente de fondos independiente gracias a las ventas de crudo, en opinión del grupo de expertos International Crisis Group.

No obstante, y frente a esta situación, Rusia ha acudido pronta al rescate. El Kremlin no se ha pronunciado en claros términos sobre el referendo pero siempre ha apostado por el derecho de los kurdos a la autodeterminación y, recientemente, el gigante energético Rosneft ha anunciado una multimillonaria inversión en el Kurdistán, lo que proporcionaría a las autoridades kurdas un importante respaldo económico en el caso de que culminaran sus ambiciones independentistas.

Estados Unidos, por su parte, ha intentado negociar infructuosamente con el Kurdistán iraquí un aplazamiento del referendo.