Terror y muerte en Las Vegas

Caroline Conejero NUEVA YORK / COLPISA

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David Becker | afp

El FBI descarta una conexión con el EI del francotirador que dejó 59 muertos y 527 heridos

03 oct 2017 . Actualizado a las 07:33 h.

Stephen Paddock, un jubilado de 64 años de Mesquite, en el norte de Nevada, callado y sin particular habilidad para las armas, protagonizó ayer el tiroteo contra una multitud más sangriento de los últimos tiempos en Estados Unidos. Paddock, que se suicidó justo antes de ser detenido por la policía, sembró de terror el centro de Las Vegas al disparar, la noche del domingo (madrugada de ayer en España), desde un hotel contra los asistentes a un concierto musical, con un balance de 59 muertos y más de 527 heridos.

Había llegado hasta la ciudad del juego como solía hacerlo de vez en cuando, para acudir a sus casinos y aposter en partidas de alto riesgo, pero esta vez cargado con un arsenal de armas automáticas. Una vez en la habitación del piso 32.º del hotel Mandalay Bay que alquiló para varios días, este hombre, que llevaba una vida corriente sin mayores problemas con la Justicia, se apostó en la ventana y, poco después de las diez de la noche, sin parpadear, abrió las puertas del infierno para una multitud de 22.000 personas que en una explanada cercana asistían a Festival Route 91 Harvest de música country.

Una lluvia de fuego cortó la actuación del cantante Jason Aldean y provocó una estampida entre los asistentes, que trataron de huir, muchos de ellos sangrando. Corrieron entre gritos de terror en busca de refugio y tratando de evitar las balas que llegaban desde el hotel.

Saciado ya su apetito asesino, en un último acto, Paddock apuntó una de sus armas hacia sí mismo y se quitó la vida, justo cuando el equipo de asalto de los agentes del SWAT) derribaba la puerta de su habitación. Junto al cadáver, los agentes localizaron hasta diez fusiles.

Un ciudadano corriente

Nadie encontraba ayer explicación a la acción de un individuo sin apenas historial social, sin arrestos, sin inclinaciones políticas conocidas ni relación alguna con el mundo del crimen. Los investigadores han descartado toda vinculación con un ataque terrorista a pesar de que el Estado Islámico (EI) lo reivindicó diciendo como uno de sus «soldados [...], convertido al islam hace algunos meses», pero sin ofrecer ninguna evidencia. Tanto la policía como el FBI descartan sus vínculos con la organización islamista.

El sheriff Joseph Lombardo de Las Vegas señaló que Paddock era un ciudadano corriente. Durante el registro que se llevó a cabo en su domicilio, ubicado en una comunidad de jubilados de Sun City, fue hallada una cantidad no declarada de armas que almacenaba en el sótano. Allí residía junto a Marilou Danley, de 62 años, pero, según la policía, su compañera, cuya documentación fue utilizada en el registro del hotel, no tuvo ninguna relación con el tiroteo.

Comunidad de jubilados

Mesquite es una tranquila localidad de 20.000 habitantes que en su mayoría se dedican a disfrutar de su retiro junto al campo de golf. Un lugar que no conoce ningún tipo de violencia. Ubicada a unos 130 kilómetros al norte de Las Vegas, cerca de la frontera con Arizona, está situada también a unos minutos de Bunkerville, donde en el 2014 se produjo un enfrentamiento armado entre una familia atrincherada, agentes federales y miembros de una milicia armada.

Los registros públicos revelaron asimismo que Paddock tuvo residencia previa en Texas y California y que poseía de una licencia de caza y pesca obtenida en el 2010 en Alaska.

En la rueda de prensa, la alcaldesa de Las Vegas, la demócrata Carolyn Goodman, dijo que el tiroteo es obra de un «lunático lleno de odio» y pidió a la población que acuda a los bancos de donación de sangre: «Ahora mismo es lo más necesario», dijo. El gobernador de Nevada, el republicano Brian Sandoval, condenó el tiroteo como un «acto cobarde y despreciable». «Vamos a tener que aprender de esto», agregó, sin mencionar el control de armas que su partido obstaculiza en el Congreso.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, condenó los hechos como «un acto de pura maldad» y anunció que mañana visitará esa ciudad para reunirse con los familiares de las víctimas y los policías. El ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, expresó la solidaridad con EE.UU. y confirmó que no hay víctimas españolas.