Nada que mediar, nadie para mediar

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

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JON NAZCA | reuters

El papa, la Unión Europea y los obispos rechazan las peticiones de los grupos independentistas y de Podemos de forzar una negociación con el Gobierno

07 oct 2017 . Actualizado a las 08:16 h.

La internacionalización del desafío separatista catalán sigue siendo una utopía con nulos visos de convertirse en algo tangible. La farsa de la votación del pasado domingo ha minado la credibilidad de los secesionistas, cuyas peticiones de apoyo para su prevista declaración unilateral de independencia no paran de recibir desaires internacionales.

Sin el aval de un referendo legal, el presidente de la Generalitat, Carlos Puigdemont, y los principales líderes secesionistas confiaban en una movilización masiva que facilitara la injerencia de terceros actores de prestigio para obligar al Gobierno central a ceder y buscar «una salida negociada».

la salida europea

Rotundo no de Bruselas. El principal objetivo de la Generalitat pasaba por involucrar a la Unión Europea en su desafío. Tras desoír los numerosos avisos de diferentes autoridades comunitarias que colocaban a una Cataluña independiente fuera de la órbita y de las instituciones -financieras y políticas- de la UE, la Generalitat intentó forzar una declaración en Bruselas instando a la negociación entre Barcelona y Madrid. No lo consiguió. Tanto la Eurocámara como la Comisión Europea apoyaron sin fisuras al Gobierno español y desautorizaron la maniobra catalana, que solo recibió el respaldo de los ultraderechistas franceses y británicos.

El Parlamento Europeo también emitió un comunicado en el que aseguraba que los nueve eurodiputados de formaciones populistas -entre ellos la gallega Lidia Senra, de En Marea- que acudieron el domingo a Barcelona como parte de una supuesta misión de observadores internacionales «no tenían ninguna representación de la UE y no hablaban por esta institución, sino que lo hacían a título personal».

NEUTRALIDAD VATICANA

Desmentido papal. Desde el entorno mediático de los independentistas se intentó involucrar también a la Iglesia en el desenlace del desafío secesionista. La colaboración de parte del clero catalán en la preparación del referendo ilegal hizo creer que el movimiento separatista contaba con la bendición del Vaticano. Elementos próximos a Carles Puigdemont y Oriol Junqueras intentaron arrancar una declaración desde la Santa Sede a favor de una negociación, apelando a la participación eclesiástica en conflictos como el de Venezuela o las negociaciones de paz de Colombia.

Fue el papa Francisco el que se desvinculó de cualquier maniobra de apoyo al separatismo. Así se lo transmitió al nuevo embajador español cerca de la Santa Sede, Gerardo Bugallo, durante la presentación de credenciales de este. «El Vaticano no reconoce movimientos secesionistas o de autodeterminación que no son resultado de un proceso de descolonización», le transmitió el papa a Bugallo en el transcurso de su conversación.

LOS OBISPOS, AL MARGEN

Ni Madrid ni Barcelona. Desde Madrid, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, intentó ganar protagonismo y se convirtió en promotor de diversas tentativas de mediación. Se especuló con la posibilidad de que Suiza participará en la interlocución entre las dos partes, aunque este país desmintió cualquier implicación.

Sí hubo una petición expresa de Iglesias al arzobispo de Madrid, Ricardo Osor, para que este, junto con su homólogo de Barcelona, Juan José Omella, pusieran en marcha una mesa de diálogo entre los secesionistas y el Gobierno. Esa operación fue rápidamente desbaratada por Mariano Rajoy, que obtuvo el compromiso de neutralidad de los dos máximos representantes de la Iglesia en España frente al desafío de los independentistas.