Las empresas huyen por supervivencia

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

ACTUALIDAD

Pilar Canicoba

Los expertos alertan del empobrecimiento económico que supondría para Cataluña una ruptura unilateral

08 oct 2017 . Actualizado a las 08:13 h.

¿Sería viable económicamente una Cataluña independiente? Con cifras dispares en la mano, defensores y detractores del proceso secesionista discrepan. Pero los expertos consultados por La Voz coinciden en que culminar el procés con la declaración unilateral de independencia pretendida por el Gobierno catalán le pasaría una factura económica a la comunidad, en términos de bienestar de la población, difícilmente asumible.

Con más de 76.000 millones de deuda (casi 53.000 con el Estado), un déficit en pensiones cercano a los 5.000 millones y los mercados financieros cerrados, amén de una estampida de empresas que no deja de crecer ante la amenaza de una inminente declaración de ruptura con España, el futuro económico de Cataluña en solitario se oscurece. 

Una viabilidad cuestionada

«No es viable, un no rotundo», asegura Yolanda Fernández Jurado, profesora de Economía de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE. El vigués Antón Costas, catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona y hasta el pasado año presidente del prestigioso Círculo de Economía, lo matiza, apuntando que la viabilidad de una Cataluña independiente, «un supuesto hipotético que no se dará», apunta, sería posible, pero con un nivel de vida muchísimo más bajo que el actual. «Cataluña sería viable, pero como lo son Uganda o Nigeria, con un nivel de bienestar bajo, y al margen, durante un tiempo bastante largo, de las instituciones europeas».

Idéntica impresión de avanzar por un callejón sin salida la tiene el también gallego, aunque residente en Cataluña desde hace cuatro décadas, Ramón Sánchez Tabarés. Catedrático de Estructura Económica de la Universidad de Barcelona, ahora jubilado, resume la escalada secesionista: «La lógica económica tropieza muchas veces con la falta de lógica de los sentimientos».

«Mientras recibas financiación, puedes seguir adelante; pero el problema de Cataluña es que hoy ya no tiene crédito, ya no tiene un bono basura emitido por la Generalitat, tiene un bono podrido», dice Sánchez Tabarés en relación a unos mercados financieros que llevan años cerrados para la comunidad por los altos tipos de interés que se les exige. De hecho, esta misma semana las agencias de calificación Fitch y Standard & Poor’s pusieron la deuda catalana en perspectiva negativa por «la tensión política» y Moody’s advirtió de los problemas que tendría para financiarse en caso de independencia.

«Esto solo lo podrían resolver si hubiera una actividad productiva potente que generara suficientes ingresos a las arcas públicas, si el cobro de impuestos permitiera pagar las nóminas de los funcionarios, etcétera. Pero el problema es que este momento hay miedo. Y ya no son los bancos o los empresarios, que cambian su sede, también los inversores, que dan marcha atrás, o quienes ya no consumen productos catalanes. Esta no es la vía», abunda Sánchez Tabarés, quien asegura que «no hay ni un plan económico ni político serio pensado».

La profesora del ICAI-ICADE recoge el guante añadiendo que «en esta locura han primado los intereses políticos sobre la lógica social y económica; y no solo va a perjudicar a Cataluña sino también a España, e incluso a la Unión Europea». Y las advertencias internacionales no se han hecho esperar, ya que el viernes el FMI alertó de que «las tensiones prolongadas y la incertidumbre relacionadas con Cataluña podrían pesar sobre la confianza y las decisiones de inversión». Es decir, que podrían frustrar la recuperación del país, frenando un crecimiento proyectado en el 3,1 % y el 2,5 % del PIB este año y el próximo.

«La lógica económica, vista sin manipulación, te dice que la inestabilidad va a suponer serios problemas económicos. La salida de empresas, que trasladan su domicilio social a otras comunidades, va a continuar, y no importa que el señor Junqueras le reste importancia, porque a los trabajadores de esas firmas se les crea una inseguridad que se traducirá, por ejemplo, en el consumo», añade Fernández Jurado.

Aunque todos los expertos coinciden en señalar que el coste económico del empeño soberanista será alto tanto para Cataluña como para España, consideran «imposible» hacer una estimación en términos de crecimiento perdido. «El coste, sin siquiera haber aprobado la declaración unilateral de independencia, ya lo está teniendo», dice Costas, poniendo el foco sobre un sector turístico que comienza a resentirse, inversores que dan la espalda o entidades financieras deslocalizándose.

«Las repercusiones en la actividad económica serían gravísimas, aunque se lancen mensajes que no son ciertos. Que la población desconozca la profundidad de las variables macroeconómicas no hará variar sus efectos», añade Yolanda Fernández Jurado. «Lo que bancos y empresas están haciendo se llama supervivencia. Dependen de sus clientes y cambian la sede social por instinto de conservación. Lo que hay que preguntarse es por qué han tenido que tirar de ese instinto».