Los unionistas irlandeses dinamitan el principio de acuerdo sobre el «brexit»

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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OLIVIER HOSLET | EFE

Europeos y británicos volverán a reunirse esta semana para desatascar la negociación

05 dic 2017 . Actualizado a las 07:38 h.

«A pesar de nuestros mejores esfuerzos, no fue posible alcanzar un acuerdo», anunció ayer el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, tras reunirse con la primera ministra británica, Theresa May, el mismo día en que expiraba la prórroga concedida por la UE para avanzar en las negociaciones del brexit. La puerta a la segunda fase sigue cerrada en Bruselas y no fue en esta ocasión por el empecinamiento de la premier sino por el rechazo de sus socios unionistas de Irlanda del Norte.

El día arrancó de la mejor manera posible para quienes aspiraban a sacar a los británicos del fango en el que llevan apostados desde hace meses. «¡Dime por qué me gustan los lunes! Animado tras la llamada telefónica con el Taoiseach», escribía rebosante de optimismo el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. El polaco creyó por un momento que el acuerdo se podría lograr. Estaba al alcance de la mano. El Gobierno irlandés y May habían llegado a un principio de acuerdo sobre la solución a la frontera entre las dos Irlandas. Un parche que pasaba por dar al Ulster un estatus especial. «Alineamiento regulatorio», le llamaron sobre el texto a una fórmula para conseguir que Irlanda del Norte y la República Irlandesa se ciñesen a las mismas reglas económicas y aduaneras, con el fin de mantener las fronteras invisibles.

El brexit parecía encarrilado y en Bruselas ya se veía el humo blanco salir de los despachos del Berlaymont cuando los aliados unionistas de May, el DUP, dinamitaron el acuerdo. La perspectiva de conceder al territorio un estatus diferente al del resto del Reino Unido es visto por el partido como una concesión frentes a quienes reclaman la reunificación de la isla.

El motín obligó a May y a su negociador del brexit, David Davis, dar marcha atrás. «No es un fracaso», aseguró Juncker. El luxemburgués premió el esfuerzo de la delegación británica por cerrar «el par» de asuntos que quedan abiertos. Londres está dispuesta a pagar una factura de unos 45.000-50.000 millones de euros por el divorcio, pero todavía queda que somete cualquier mecanismo de disputa sobre derechos de los ciudadanos al Tribunal de Justicia de la UE y ponga el broche a la disputa sobre la frontera irlandesa. «Necesitamos más consultas y negociaciones. Nos reuniremos antes de que termine la semana y creo que podremos alcanzar un acuerdo», aseguró May. Su equipo abandona por primera vez Bruselas sin acuerdo, pero con la mano tendida de sus líderes: «Confío en que podamos acordar progresos suficientes antes del Consejo del 15 de diciembre», manifestó Juncker. «Se está poniendo muy duro, pero es posible un acuerdo en la cumbre de diciembre», insistió Tusk.

El problema se traslada ahora al otro lado del Canal de la Mancha, donde a May le crecen los enanos. De vuelta a Londres tiene el conflicto asegurado con los miembros del ala dura de su partido, los miembros del DUP, el Gobierno irlandés y los nacionalistas escoceses, que quieren el mismo trato que a Irlanda del Norte para su territorio una vez que el Reino Unido abandone la UE.

Quedan diez días para que May busque la fórmula para levantar la barrera hacia la segunda fase de negociaciones en la que se deberá dirimir la futura relación entre el Reino Unido y la UE una vez que los británicos abandonen el barco y para aclarar si lo harán sin salvavidas o con una prórroga de dos años para poder adaptarse a la vida en solitario y a la deriva.

JEFF J MITCHELL | AFP

Incendios en Escocia, Gales y Londres

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, y la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, pidieron públicamente que la capital británica y Escocia tengan un trato especial en la negociaciaón del «brexit»

rita a. tudela

Para May hubo más incendios que el desatado en Irlanda del Norte. El alcalde de Londres, Sadiq Khan, y la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, pidieron ayer públicamente que la capital británica y Escocia tengan un trato especial en la negociación del brexit similar al que la primera ministra estaba dispuesta a permitir para Irlanda del Norte con el fin de levantar el veto de Dublín. Sus exigencias fueron compartidas también en Gales, donde el ministro principal, Carwyn Jones, afirmó que «no se puede permitir que algunas partes de Reino Unido reciban un trato más favorable que otros».

La razón esgrimida por Sturgeon y Khan es que una mayoría de escoceses y londinenses votaron por permanecer en la UE en el referendo de junio de 2016, a diferencia de lo que hicieron sus compatriotas del resto del Reino Unido, por lo que debería serles permitido tener una concesión similar a la de Irlanda del Norte en el acceso al mercado único o a la unión aduanera. Ambos políticos hacen campaña para que May opte por un brexit blando, lo que implica que Reino Unido permanezca en el mercado único y que las actuales relaciones comerciales no se vean afectadas.

«Si una parte de Reino Unido puede mantener la convergencia regulatoria con la UE y permanecer en el mercado único, no existen razones prácticas por las que otras partes no puedan obtener también el mismo acuerdo», advirtió Sturgeon. Por su parte, el laborista Sadiq Khan, también recordó que los londinenses votaron abrumadoramente a favor de seguir en la UE y que un acuerdo similar al de Irlanda «podría proteger decenas de miles de empleos aquí».

Las cosas empezaron a complicársele a May cuando la líder del Partido Democrático Unionista norirlandés (DUP), Arlene Foster, afirmó que no quiere ningún trato diferente para Irlanda del Norte y que la región que preside debe abandonar la UE en las «mismas condiciones» que todo el Reino Unido. Para Foster es imposible aceptar un paquete con «divergencias reguladoras» porque se trata de una opción que les «separaría» económica y políticamente del resto del país, por lo que advirtió de que no tolerará ningún intento de cambiar la actual relación entre Irlanda del Norte e Irlanda. En esa línea, acusó a Dublín de tratar de cambiar de manera unilateral y sin su consentimiento los contenidos del acuerdo del Viernes Santo (1998), el texto que puso fin al conflicto irlandés y que normalizó la libre circulación de bienes, servicios y personas en la frontera. Foster tiene la llave que da la mayoría en Westminster al Gobierno minoritario de May y amenazó con retirarla si se propone un acuerdo que amenace la integridad del Reino Unido.