En manos de los Fujimori

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ENRIQUE CASTRO-MENDIVIL | Reuters

Es posible que el presidente Pedro Pablo Kuczynski haya concedido ese perdón a Fujimori a cambio de que la oposición fujimorista le salvase la semana pasada de una moción de censura

30 dic 2017 . Actualizado a las 09:33 h.

Perú se encuentra sacudido estos días por dos escándalos políticos: el indulto a Alberto Fujimori y el caso Odebrecht, un asunto de corrupción. En realidad, ambos están relacionados. Es posible que el presidente Pedro Pablo Kuczynski haya concedido ese perdón a Fujimori a cambio de que la oposición fujimorista le salvase la semana pasada de una moción de censura. Y esa moción de censura se la había planteado la izquierda parlamentaria por la supuesta relación de Kuczynski con el magnate brasileño Marcelo Odebrecht y sus sobornos a políticos.

El verdadero problema aquí es que también los líderes fujimoristas están implicados en la red de Odebrecht, al igual que también lo están los expresidentes Ollanta Humala, Alan García y Alejandro Toledo, en cuyo gobierno sirvió Kuczynski como ministro. Y cuando un mismo caso de corrupción afecta al Gobierno y a la oposición a la vez, y a los gobiernos y oposiciones del pasado, ¿qué esperanza pueden tener los peruanos de una regeneración de su vida pública? Muy poca.

En octubre se publicó el informe anual de Transparencia Internacional, una organización que estudia la corrupción en todo el mundo. Revelaba que, tras Venezuela, Perú es el país latinoamericano en el que existe una mayor percepción de corrupción política. Esa impresión seguramente empeorará en el siguiente informe, puesto que el de este año tan solo cubre los primeros meses del mandato Kuczynski, que se inició con una cierta esperanza de purificación de la vida pública peruana.

Pero el asunto va más allá. El caso Odebrecht no solo toca a Perú. Es, en sí mismo, un deprimente símbolo de unidad latinoamericano. Según ha admitido el propio gigante de la construcción brasileño, Odebrecht pagó al menos 800 millones de dólares en sobornos en más de un centenar de proyectos en una docena de países, nueve de ellos latinoamericanos. En Brasil, Odebrecht está en el centro del escándalo Petrobras, que afecta a Lula da Silva, a su sucesora Dilma Rousseff y al actual presidente, Michel Temer. No es extraño, porque la técnica de Odebrecht consistía en sobornar a todos los candidatos en las elecciones, lo que le garantizaba unas noches electorales tranquilas en los países en los que tenía negocios.

Es cierto que la implicación de Kuczynski en el caso Odebrecht es demasiado oportuna y puede que sea una maniobra para desprestigiarlo. Pero el hecho es que ahora les debe su supervivencia política a los fujimoristas. Corrupto o no, Kuczynski está en manos de los corruptos. Rescatarle de la moción de censura no será gratis, y el indulto a Fujimori no será más que el comienzo de un pago interminable del favor. Es el fin de una esperanza.

A los peruanos poco más les queda que rezar para que un milagro termine algún día con esta lacra. En ese caso, es mejor que no lo hagan frente a la réplica de 37 metros del Cristo de Corcovado que hay en Lima, y que se erigió en tiempos de Alan García. Fue una donación de Odebrecht.