El prime time nos mata de sueño

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Mabel Rodríguez

72 MINUTOS EN 25 AÑOS Ese es el retraso que sufrió la hora de arranque de la franja más vista de la tele. Medidores de audiencia, anunciantes y expertos en sueño nos lo confirman. ¿De verdad se queda despierta tanta gente?

26 feb 2018 . Actualizado a las 17:25 h.

Querido espectador, vamos a echarte un capote. Porque eso de estar sentado en el sofá justo después de cenar esperando a que empiece algo sin quedarse dormido merece un reconocimiento. Casi tanto como aguantar hasta el final de la serie o del programa de turno. Uno se sienta hoy en el sofá, pero no se levanta hasta mañana. Al menos si es seguidor del prime time, la franja horaria más codiciada de la tele. Los datos avalan nuestra teoría: en los últimos 25 años, el comienzo del prime time se ha retrasado en 72 minutos. Casi nada. Quién sería yo mañana con 72 minutos más de sueño esta noche...

No hay serie y prácticamente programa de temporada que arranque antes de las 22.45. Esa es la hora en la que empieza el plato fuerte de la programación nocturna. «El éxito de El Hormiguero planteó un panorama diferente, y provocó que todas las ofertas se retrasen y no empiecen hasta que termina el programa. Ocurre lo mismo con la Champions, por ejemplo, porque el partido no empieza hasta las 20.45 y la programación no arranca hasta que acaba el fútbol. A ver qué cómo se gestiona el año que viene, porque se están renegociando esos horarios», especifican desde la consultoría audiovisual Barlovento Comunicaciones, que nos facilita datos de Kantar Media, empresa encargada de hacer mediciones de audiencia a nivel nacional. Muy bien, queda demostrado que la serie para la que llevamos esperando toda la semana -sí, aún quedan especímenes sociales que no están tan enganchados a Netflix ni a HBO- cada vez empieza más tarde. Se nos está yendo de madre. Pero ahora que confirmamos que el horario se retrasa, ¿lo hemos hecho nosotros también a la hora de irnos a la cama? ¿Es esa la explicación?

LA VEMOS A LA MISMA HORA

Pues no. El prime time no empieza a las 22.45 porque nosotros nos vayamos más tarde a dormir. De nuevo, los datos lo demuestran. El minuto más visto a lo largo del mes de febrero del año 1992 se produjo a las 22.21. En este mes de febrero, veintiséis años después, el minuto de oro tuvo lugar a las 22.33, solo 12 minutos más tarde. Ni a las 20.45 ni a la una de la madrugada que acababa el Masterchef Junior de la última edición -tiene tela-, qué va. Resulta que el minuto de oro del 2018 sigue siendo prácticamente el mismo. ¿Conclusión? Que lo de velar por el espectador no interesa. Obviamente, si miramos los meses de verano encontramos minutos de oro a las 23.00 horas, pero tiene una doble explicación: salimos más y hay muy poco que ver en la tele. El meollo del prime time se mueve el resto del año. No somos los únicos que se han dado cuenta de que el horario de la mayor parte de la programación de esta franja va en contra de nuestros intereses. La Asociación Española de Anunciantes asegura que «existen programas que terminan a las dos de la madrugada, lo cual puede tener un impacto negativo con el horario académico o laboral. Y nuestra mayor preocupación debe estar alineada con los intereses del consumidor». Tampoco obvia la diferencia de precio en los anuncios. «En los principales targets podemos decir que el consumo es un 50 % menos en day time que en prime time», apuntan.

Al final, el que lo paga es el cuerpo. Nos lo confirma el doctor Manuel Serrano, jefe de Psiquiatría del Chuac. «El que decida quedarse a ver la tele, que se atenga a las consecuencias. Si lo hace de forma continuada y progresiva puede ir adaptándose, pero lo normal es que al día siguiente lo note y su rendimiento sea menor. Si no cubres las necesidades del dormir, tendrás repercusiones tanto a nivel mental como físico, y habrá que recuperar ese déficit el fin de semana. Durmiendo el cuerpo experimenta cambios biológicos necesarios. Si tú coartas eso, tienes que pagarlo. Y lo pagas con trastornos del sueño», indica el médico, que dice que notaremos «falta de concentración, fatiga y una alteración de la temperatura corporal». Lo bueno, apunta Serrano, sería lo fisiológico, «tener el sueño todos los días cuando toca» y desterrar la tele o la radio de la habitación. En definitiva, «abandonar el programa y seguir con tu horario para que tu cuerpo no sufra», dice el doctor, que tiene más razón que un santo. Donde esté la almohada que se quite el prime time.