Javier Bardem: «¿Que doy miedo? ¡Pero si soy un pedazo de pan!»

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Su caracterización como Pablo Escobar en la película «Loving Pablo» es brutal. «Quería provocar en el espectador rechazo y atracción para generar la fascinación que creó en su amante, Virginia Vallejo», apunta Javier. Junto a él está Penélope Cruz, su mujer, «toda una suerte». «Mis hijos y mi familia son mi verdadera pasión», dice.

10 mar 2018 . Actualizado a las 09:19 h.

Javier Bardem es de los que desenfunda primero y te desarma, no da tiempo a situarte cuando ya te ha tomado la delantera para llevarte a su terreno. Hace como que te conoce de toda la vida, te llama por el nombre y te acoge en un agradecimiento que de golpe fascina. Y aunque queda lejos aquel Bardem tierno y juguetón de Boca a boca y el más descarado de Jamón, jamón, la risa abierta cada dos por tres delata a este actorazo que tiene en su haber todos los premios posibles: un óscar, varios goyas, dos copas Volpi, un Bafta... Nadie le pisa los talones a este hombre que se transforma brutalmente en cada actuación, la última, la de Pablo Escobar en la película Loving Pablo. Dirigida por Fernando León de Aranoa, está basada en el libro Amando a Pablo, Odiando a Escobar, de Virginia Vallejo, la periodista colombiana que mantuvo una relación íntima con el narco, que en la película interpreta Penélope Cruz. El Escobar de Bardem está dimensionado, metaforizado en un hipopótamo, hasta el punto de que actor y director se tragaron documentales juntos para imitar sus movimientos. Un hipopótamo que se exhibe lento, aparentemente dócil, pero es devastador. Ese narco repulsivo e hiperreal que la crítica más dura ha comparado con Torrente no deja indiferente, parafraseando el título del libro: o se le ama o se le odia. A Bardem, por supuesto, se le quiere.

-Es verte de Escobar y aterrorizas. ¿En ningún momento has sentido que el personaje se apoderaba de ti?

-No de manera consciente. Imagino que en gestos, en detalles, en comportamientos, en acciones, en actitudes que están fuera de la consciencia de uno y que desde fuera puede ser como: ‘Oye, ¿qué pasa?, ¡que tú no eres así!’. Había gente que me notaba esa fuerza.

-Es que solo tu presencia física impone.

-Pero yo creo que es muy común cuando estás haciendo un trabajo como este, donde tienes que hacer una caracterización tan fuerte. También podía pasar con Ramón Sampedro, estás en un lugar de energías, moviendo las energías que son las tuyas, pero también son unas muy concretas para acercarte a las del personaje. Por ejemplo, en el caso de Ramón Sampedro era la necesidad de dejarlo todo atado, con premura y sin perder el paso. Y eso también estaba presente en mi vida en esos días. De pronto recuerdo que pasaban cosas, y ahora desde la distancia digo: ¿Cómo me ocupaba yo de dejar cosas cerradas que no me hubiesen preocupado en otro momento? Al final toda esa energía influye.

-Y con Pablo Escobar igual.

- Sí, es otra energía, más arrolladora, de conseguir las cosas por la fuerza, creando temor, creando miedo.

-¡Es que tú das mucho miedo!

-¡Qué va! Si yo soy muy bueno, soy un pedazo de pan [risas].

-Has insistido en que querías mostrar su otra cara, dejar ver a la persona.

-Sí, pero sin justificarlo. Creo que los monstruos son monstruos más allá de muertos. Pero sí entender que si reconocemos al ser humano en el monstruo veremos aquellas cosas que deberíamos evitar hacer. Esos motores que lo llevaron a él a hacer lo que hizo y reconocerlos en los nuestros. Mostrar que quizás no sea tan buena idea dejarse llevar por una ambición desmesurada que tenga que ver con el atropello, o por supuesto, con la violencia o matar. Aunque en algunos países se piense, o en la misma Galicia, que hay cierto glamur, tanta disposición de dinero, tanta propiedad. ¿Pero para qué? Si vas a acabar como vas a acabar: mal. El final se sabe.

-¿Cuál fue tu mayor desafío?

-El hecho de acercarlo al ojo del espectador y sobre todo al estómago del espectador, no tanto entenderlo desde un punto de vista intelectual como emocional, que produjese un rechazo, pero al tiempo una atracción, para que el público, aun con ese rechazo, quiera saber más de ese personaje porque no puede creerse lo que está haciendo. Y que se quede fascinado por eso, como Virginia Vallejo, su amante. Para que se entienda esa fascinación que lleva a emularlos, a seguirlos, a apoyarlos y que se vea que todos los que siguen sus pasos acabarán como él.

-Parece que hacer de malo te pone.

-Bueno, son ofertas, es por las que uno elige hacer algo o no, si es que tienes la suerte de poder elegir. Es evidente que se han dado tres casos de personajes muy villanos, en la película de Los Coen, No es país para viejos, en la de Bond (Skyfall) y con Piratas del Caribe. A todoS ellos es verdad que les une la villanía, pero tienen algo de construido, de ficticio, nacen de la imaginación. Este es diferente, es un monstruo real, y hay que abordarlo de forma diferente. Es otro tipo de peso, otra dimensión más grande, llega a lugares más reconocibles. Los otros te producían temor o repulsión, este puede producir todo esto, pero también mucho interés por la parte humana: hay un corazón que late, que es el corazón del monstruo, que es lo que me interesaba. En los otros no tanto.

-La pregunta es obligada: ¿la barriga es tuya?

-La barriga a veces era impuesta y otras era mi barriga, ja, ja, ja. Los cambios de peso de él son muy considerables y varían mucho, y yo tenía que tener diferentes pesos, así que al principio él está más fino, y a medida que va ganando peso aumenta su repugnancia. Con lo cual tuve alguna ayuda, pero al final, la cara y todo eso era la mía. El que comía y bebía para engordar era yo. Ahora estoy bajando, bueno, estoy intentándolo, porque el día 1 cumplí 49 años.

-Felicidades. ¡Eres un piscis!

-Sí, tengo una parte muy sensible. Pero lo que te decía, con la edad cuesta mucho, cada vez más, adelgazar.

-¿Y eres muy obsesivo a la hora de interpretar? Te imagino por tu casa hablando con ese acento: mi amorl…

-Ja, ja, ja. Algo sí. Pero cuando tienes una familia y unos niños ellos quieren ver a papá, no quieren ver a Pablo Escobar y eso es muy sano. Porque te obligan a estar presente y a estar real y estar ahí para ellos y dejarte de tonterías. Bueno, es mi trabajo y me encanta, pero a la hora de interpretar es necesario que haya una desintoxicación. Yo creo que no te hace mejor actor no salir del papel. Eso es más leyenda que otra cosa, porque al final lo que hace es que estás demasiado imbuido en ti y hay que salir, intentar ver el mundo con otros ojos. Aun así, te diría que sí estaba un poco obsesionado, sí.

-Y con niños no te queda más remedio que refrescarte.

-Claro, claro. Además no hay película más importante que esa.

-Decía Campanella en «El secreto de tus ojos» que no se puede cambiar de pasión. A Escobar le perdió querer hablar con sus hijos.

-Sí, totalmente. Además la conversación que se refleja en la película fue casi transcrita, es real. Yo, por lo que he leído, parece que él quería redimir el apellido. Cosa que, por otra parte, nunca conseguirá, porque si has creado tanta muerte es imposible. Pero él tenía esa fantasía y la fantasía de que podría seguir escapando y batallando, por eso el final es tan dramático y cinematográfico, muere matando, pero hay una intención de dejar los deberes hechos: como diciendo ‘muerto el perro se acabó la rabia’. Pero sabemos que no.

-Ya estas próximo a los cincuenta, ¿cuál es a estas alturas tu pasión?

- Mi pasión es mi trabajo, poder combinar tu pasión y hacerlo tu oficio es una suerte y un privilegio, lo tengo, pero también lo tengo ordenado. No me ciega. Ahora, en estos momentos, mi pasión es mi familia, mis hijos, es estar en contacto con lo que es real.

-¿El hecho de tener a Penélope, tu mujer, al lado fue una suerte más?

-Por supuesto. Porque nos conocemos mucho y porque nos obligaba a meternos en un juego de imaginación muy bonito, donde teníamos que tocar cosas que no eran las nuestras, eran la de los personajes, con lo cual teníamos aún más que concretar aquellas actitudes, aquellos comportamientos, esos acentos que tenían esos dos tipos… para que nada de lo personal nuestro estuviese ahí. Eso era muy sano y al tiempo muy creativo.

-Después de un óscar, un Bafta, dos copas Volpi… ¿Qué es el éxito para ti?

-Seguir vivo [risas], estar aquí, tener salud, y trabajo. Que bastante éxito es.