El grifo de la tensión

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

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REUTERS | AMMAR AWAD

El hecho de que Estados Unidos desplace a Jerusalén desde Tel Aviv su embajada israelí supone  una afrenta al país

12 may 2018 . Actualizado a las 08:20 h.

El lunes la Embajada de Estados Unidos en Israel se desplazará finalmente de Tel Aviv a Jerusalén. Se trata de menos de 60 kilómetros, pero las implicaciones políticas son enormes. Las embajadas determinan las capitales de los países y, al mover la suya a Jerusalén, Estados Unidos está afirmando que considera que esta ciudad está en territorio israelí. No es esto lo que dicen las resoluciones internacionales ni la práctica totalidad de la comunidad internacional, pero a nadie se le escapa que la decisión norteamericana acabará arrastrando a una parte de esa comunidad internacional a hacer lo mismo antes o después. De momento, los palestinos lo contemplan con resignación. Cuando el presidente Trump anunció el cambio en diciembre se produjeron algunos disturbios, que en la escala del activismo palestino hay que considerar simbólicos. Se habló mucho entonces de una escalada hacia un conflicto regional, pero esto parecía poco probable y, de hecho, no ocurrió.

Más continuidad, sin embargo, están teniendo las manifestaciones iniciadas en Gaza para protestar contra el aniversario de la creación del Estado de Israel, y que ya van a entrar en su octava semana. Ayer moría otro manifestante y más de setecientos resultaban heridos en unos sucesos que, sin embargo, no atraen apenas atención internacional. El hecho de que estas protestas se hayan mantenido, a pesar de la dureza de la represión israelí, hace ahora posible que el lunes se extiendan a Cisjordania. Pero esto es imposible de pronosticar. Contrariamente a lo que se cree, se puede iniciar o incitar una protesta, pero que se convierta en una revuelta generalizada depende de factores incontrolables. El grifo de la tensión funciona de manera imprecisa.

También es imprevisible lo que pueda suceder con la escalada que Israel ha iniciado en Siria. Ayer Irán condenaba las incursiones israelíes e invocaba el «derecho de Siria a defenderse», una frase irónica, calcada de la que siempre pronuncia Israel para justificarse. Pero, de momento, no parece que esa escalada vaya a continuar. Irán no tiene interés en ello, no solo porque es la parte débil, sino también porque ahora tiene que explorar cómo es de profunda la brecha que se ha abierto entre Europa y Estados Unidos después de la decisión de Donald Trump de retirarse del acuerdo nuclear iraní -si espera que esa brecha se ahonde, demostrará conocer poco la política europea. En cuanto a los israelíes, estos aseguran que con el jueves destruyeron «toda la infraestructura militar iraní en Siria». O esa estructura era muy poca cosa o simplemente está diciendo que no piensan lanzar ataques igual de provocadores en el futuro inmediato. Sí hay que esperarlos, en cambio, un poco más adelante, cada vez que la tensión en torno a Irán disminuya por alguna razón. Porque Siria es también el grifo donde Israel regula su tensión con Irán.